¿Estados Unidos puede ganar a China gracias a la IA?

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Una imagen de una empresa de microchips en una imagen de archivo

Hace dos años el gobierno de Biden dio el paso más importante en su estrategia para limitar el desarrollo tecnológico de China –y mantener a Estados Unidos como potencia hegemónica–. En 2022 Washington prohibió exportar a China chips avanzados y la maquinaria para fabricarlos. Todos sabemos la importancia de los chips –o semiconductores– para la economía actual. Sin chips no funcionaría la lavadora, el teléfono ni el microondas. Sin embargo, la restricción de Biden hacia China afectaba específicamente a los chips más avanzados, los necesarios para desarrollar la inteligencia artificial.

¿Por qué Estados Unidos quiere ralentizar la eclosión de la IA en China? El argumento de la administración Biden era que estos chips avanzados pueden ser utilizados para desarrollar inteligencia artificial (IA) que mejore el armamento militar y el poder nuclear de China. Cómo explicaba un artículo a Foreign Affairs, creer que esta medida le detendrá es poco realista: el ejército chino no necesita grandes cantidades de chips para desarrollar estas capacidades y los está consiguiendo en el mercado negro.

En cambio, dónde esta restricción a los chips podría tener un impacto real es en la economía. El reciente desarrollo de la IA ha ido acompañado de la promesa de que aumentará radicalmente la productividad, lo que se traducirá en un mayor crecimiento, innovación y bienestar médico o medioambiental. Si a los chinos se les quitan los chips necesarios para desarrollar la IA, no podrían gozar de todos estos espectaculares beneficios económicos y sociales. De esta forma, Estados Unidos podría dar un gran salto económico gracias a la IA, mientras que China se quedaría atrás, relegada a ser la eterna segunda potencia.

¿Una revolución económica?

La estrategia parece perfecta. Pero uno de sus cimientos no lo es. Se parte de la base de que la IA comportará una revolución económica nunca vista. ¿Y si no es así? ¿Y si la IA no es el cambio radical que nos habían prometido, o debemos esperar décadas para vivir una transformación real?

Ahora mismo vivimos en la carrera de la IA, donde parece que nadie quiere quedarse atrás y ser recordado como el escéptico que no cogió la ola de la revolución. Empresas, inversores y gobiernos están apostando fuertemente por este sector. Pero no existe ninguna garantía de éxito. De hecho, comienzan a haber señales negativas: algunos inversores están empezando a poner en duda la inversión masiva en IA, porque ven que no está teniendo el retorno económico esperado. Todo el mundo ha quedado boquiabierto con ChatGPT, pero todavía no ha salido ninguna aplicación rupturista (killer app) que haya cambiado radicalmente la economía –y, si aparece, nada asegura que sea barata y rentable–. Daron Acemoglu pronosticó que, en los próximos diez años, la IA sólo aumentará en un 1% el PIB y un 0,5% la productividad. Quienes están teniendo beneficios actuales y reales son las empresas de chips, construcción de centros de datos y energéticas: la infraestructura sobre la que construir la promesa de la IA. Todo lo demás es una gran incógnita. También la apuesta de Estados Unidos por una "guerra de los chips" por ganar a China.

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