Así quiere luchar Japón contra el turismo masivo (frente al malestar de la población local)
El exceso de turismo en el país asiático está obligando a las autoridades a adoptar medidas restrictivas y ya se habla de "contaminación turística"
PekínGion, el famoso y tradicional barrio de las geishas en Kioto, ha empezado a cerrar algunas de sus callejuelas para evitar la masificación y los comportamientos maleducados de los turistas que persiguen a las chicas y les hacen fotos no consentidas. Éste es un ejemplo de cómo el exceso de turismo en Japón está obligando a las autoridades a adoptar medidas ante las quejas de la población. En la prensa se habla ya de los problemas que genera la “contaminación turística”.
En Japón, la salida de la pandemia ha relanzado el turismo internacional. El año pasado recibió a más de 25 millones de visitantes y la masificación en ciudades como Kioto y Tokio provoca malestar y rechazo entre los residentes.
El gobierno hace equilibrios entre el descontento popular y los intereses del sector turístico. Calles abarrotadas de turistas, transporte colapsado, aumento de la suciedad en los lugares céntricos, subida de los precios de la restauración y del sector inmobiliario son las principales quejas.
Kioto, la antigua capital imperial, es una de las ciudades más tensionadas por el turismo. Su alcalde, Koji Matsui, ganó las elecciones el pasado 4 de febrero con una campaña en la que prometía luchar contra el exceso de visitantes. La decisión de prohibir la entrada a los turistas en algunas de las sinuosas callejuelas, de propiedad privada, del pintoresco barrio de Gion responde a la queja de los vecinos. Con el objetivo de hacerse selfies, los turistas persiguen las geishas cuando acuden a sus citas en casas de té vestidas con sus costosos kimonos. Incluso irrumpen en propiedades privadas para tomar fotos. Las calles principales permanecen abiertas, pero se castigará a los turistas que se aventuren por las zonas interiores con una multa de unos 70 euros.
El nuevo alcalde también se ha comprometido a buscar soluciones para el problema del transporte público, que va a rebosar de turistas y dificulta la vida diaria de los residentes. Prevé crear una red especial de buses turísticos y, al mismo tiempo, un nuevo sistema de tarifas que aumenten el precio para los visitantes y sean más baratas para los locales. El principal problema es que para implementarlo necesita que se reforme la ley nacional, algo que ya ha solicitado.
Dos años y medio sin turistas
Japón cerró sus fronteras a los extranjeros desde abril de 2020 hasta octubre de 2022. Desde entonces la reactivación del turismo ha sido un éxito, pero pone a prueba las infraestructuras existentes y la paciencia de los residentes. La población de Japón es muy celosa de su estilo de vida y considera verdaderas aberraciones comportamientos como comer por las calles, arrojar papeles al suelo o los gritos de los turistas bulliciosos.
La depreciación del yen frente al dólar y el euro ha contribuido al aumento del turismo, ya que Japón se ha convertido en un destino más barato y competitivo. Pero el atractivo del archipiélago también se debe a su eficiente soft power: la cocina, el cine y el manga son un imán especialmente para los milenniales. Un ejemplo es el cruce ferroviario en Kamakura, en el suroeste de Tokio, donde acuden en peregrinación los fans del manga Slam Dunk. El cruce aparece en elanime y atrae a miles de seguidores para hacerse fotos, lo que genera problemas de seguridad.
Por todo ello, el gobierno ha anunciado un plan para reorganizar y controlar el exceso de turismo. Se invertirá en transporte público para evitar las aglomeraciones; se pretende derivar a los turistas hacia el transporte ferroviario. También se impondrán tasas turísticas para frenar el alud a destinos saturados. Por ejemplo, se cobrará unos 13 euros por subir al monte Fuji y se limitará el acceso con una cuota diaria. La misma política se aplicará en el famoso santuario de Itsukushima, en la jefatura de Hiroshima.
La administración quiere descongestionar los principales destinos: Tokio, Kioto y Osaka, que acaparan el 64% de las pernoctaciones en el país. Por eso pretende diversificar la oferta e impulsar once destinos turísticos: recorridos por el Japón más rural y con contacto con la naturaleza o las playas paradisíacas de la isla de Okinawa, por ejemplo. Además, se apostará por ofrecer experiencias culturales como la elaboración de cerámica o de sake.
Y todo ello, en un momento en el que el país también necesita ampliar su cuota de migrantes para hacer frente a la falta de personal en el sector servicios y turístico.