El ataque ruso a Ucrania

¿Xi Jinping tiene capacidad de presionar a Putin? ¿Y querría hacerlo?

China mantiene la apariencia de neutralidad, pero no le interesa ni que Rusia pierda en Ucrania ni que use armas nucleares

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Vladímir Putin y Xi Jinping el mayo del 2014 en Shanghai.

En la reciente cumbre del G-20, el único límite que se le ha dejado claro a Rusia, por unanimidad, es que todos los países rechazan la amenaza de utilizar armamento nuclear contra Ucrania. Esta es también la línea roja que China no piensa cruzar en el conflicto en Ucrania, pero esto no significa que Xi Jinping retire el apoyo a Vladímir Putin.

China sigue haciendo difíciles equilibrios para aparentar neutralidad, a pesar de no condenar la invasión rusa de Ucrania. Rusia es un socio estratégico en materia de seguridad y un buen socio comercial. Por eso, no renuncia a su alianza “sin límites” con Rusia y así lo demostraron las declaraciones del ministro de Asuntos Extranjeros, Wang Yi, después de entrevistarse con su homólogo ruso en Bali. En el comunicado oficial, Wang afirmó que en cuanto al conflicto de Ucrania “China mantendrá su posición objetiva y justa y ejercerá un papel constructivo en la promoción de las conversaciones de paz”. No se permitió ninguna crítica.

El coste económico

El otro consenso que se ha expresado en el G-20 es que la invasión rusa de Ucrania no es un buen negocio. El conflicto no solo desestabiliza Europa, sinó que también repercute en el aumento global del precio de la energía y torpedina las cadenas alimentarias y de suministros.

Uno tras otro, los mandatarios occidentales pidieron a Xi Jinping que utilizara su influencia sobre Putin para buscar una solución y poner fin a la invasión de Ucrania. El problema es si el presidente chino es capaz de influir y también hasta qué punto está dispuesto a presionar a Putin.

El propio Xi Jinping intentó salir del paso asegurando que no tiene poder sobre Putin. Hasta un cierto punto es una realidad, puesto que la resistencia de Ucrania deja al presidente ruso en una situación muy delicada y seguramente no tiene ninguna otra salida para mantenerse en el poder que enrocarse y no pactar la paz.

La opción china es presionar, retirarle la ayuda comercial y dejarlo aislado diplomáticamente. Pero los dos países tienen intereses geoestratégicos que los unen. Los dos líderes coincidían en reclamar un nuevo esquema de gobernanza mundial, no dominado por Occidente.

La alianza con Putin también es debida a la buena relación personal que han establecido. En los diez años de mandato, Xi Jinping ha mantenido 38 reuniones con Vladímir Putin, el doble que con cualquier otro líder mundial.

La realidad es que sus planes se han visto frustrados ante el avance de la guerra. Se esperaba una victoria rápida y quirúrgica como la anexión de Crimea, pero el conflicto ya se ha prolongado ocho meses y Rusia ha sufrido derrotas humillantes que cuestionan la capacidad de su ejército.

De hecho, la invasión de Ucrania ha servido para unir a los países occidentales y para revitalizar a la OTAN, hasta el punto de que países neutrales como Finlandia y Suecia se han apresurado a pedir incorporarse.

El "peligro" de una derrota rusa

Independientemente de si Xi Jinping está cansado de la guerra y preocupado por los efectos económicos globales que provoca, una derrota de Putin tampoco le interesa. Una Rusia vencida pondría en entredicho su liderazgo. Además, fortalecería a Occidente. La derrota de Moscú beneficiaría a Estados Unidos y serviría de advertencia sobre lo que puede pasar en Taiwán. A Pekín le interesa que Washington esté entretenido con el conflicto en Europa y no se concentre en Asia-Pacífico.

Aún así, su alianza con Rusia además de deteriorar su imagen puede crearle problemas con los países del Asia central, a los que hace años que intenta seducir a través de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda. La invasión rusa alarma a algunas antiguas repúblicas soviéticas.

El ex primer ministro australiano Kevin Rudd, gran conocedor de China, advertía desde las páginas del South China Morning Post de que si Rusia utiliza armas nucleares “dañaría irreparablement los propios intereses nacionales de China y su futura posición en el mundo”. Las relaciones con los BRICS se deteriorarían y en Asia se podría producir una carrera nuclear. Algunos estados optarían por querer desarrollar su capacidad nuclear ante el miedo de una China, y también Corea del Norte, con armas nucleares.

El peor escenario para el régimen de Pekín sería que la invasión propiciara la caída de Vladímir Putin y una reforma del régimen. Una Rusia más próxima a Occidente aumentaría el aislamiento de Pekín.

China hace equilibrios en la relación con Rusia. No ha dudado en ayudarla económicamente al multiplicar la compra de gas, petróleo y cereales, pero ha evitado saltarse las sanciones y brindar ayuda militar a Moscú. Michael McFaul, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Stanford, declaraba a AFP que Xi Jinping “quiere aparecer como un líder internacional respetable a la vez que apoya a Putin”.

A Xi la alianza con Putin ya le ha costado un deterioro de las relaciones con la Unión Europea, que ya define al gigante asiático como un competidor sistémico. También le ha cerrado las puertas a consolidar su presencia en Ucrania, un socio comercial importante, con puertos, que le facilitaba la entrada al centro de Europa.

El problema es cuánto tiempo se puede permitir China seguir haciendo equilibrios si no se consigue una salida negociada a la invasión de Ucrania.

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