Próximo Oriente

Biden redime a Bin Salmán a cambio de petróleo

La crisis energética causada por la guerra en Ucrania empuja al presidente estadounidense a rehabilitar al príncipe saudí, a quien había prometido tratar como un "paria"

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El príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman saluda con un puño el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, a su llegada al palacio Al Salman, a Gidda, Aràbia Saudita, el 15 de julio de 2022.

JerusalénLa guerra en Ucrania ha acabado con el ostracismo del príncipe saudí Mohamed bin Salmán, llamado MBS. El presidente norteamericano, Joe Biden, ha aterrizado este viernes en Yeda, donde se encontrará con el heredero de los Saúd y su padre, el rey Salmán bin Abdulaziz. Hace solo dos años, durante la campaña presidencial, Biden prometió convertir a los saudíes en "los parias que son en realidad". Entonces, la muerte del periodista Jamal Khashoggi en Estambul acechaba sobre MBS, a quien la CIA todavía hace responsable del asesinato. Pero los tiempos han cambiado y, con la crisis energética causada por el conflicto de Ucrania, EE.UU. quieren garantizarse el suministro de petróleo saudí. Y a buen precio.

Entre los grandes objetivos de la Casa Blanca en este viaje está el de bajar los precios del crudo. Arabia Saudí es el principal exportador de petróleo del mundo (161.700 millones de dólares), justo por encima de Rusia (82.000 millones), de quien Biden no puede ni quiere depender. A pesar de que inicialmente se negó, Riad ya ha accedido a aumentar la extracción de petróleo, y justo la semana pasada la Organización de Países Exportadores de Petróleo formalizó un acuerdo para aumentar la producción en julio y agosto. Biden también pondrá sobre la mesa la propuesta de una alianza regional contra Irán que incluya Israel, hablará sobre cómo mejorar los sistemas de detección de misiles para interceptar los cohetes y los drones iraníes, y presionará para lograr el fin de las hostilidades en el Yemen.

Ante estas prioridades geopolíticas, la tortura, asesinato y descuartizamiento de Khashoggi pasa a un segundo plano. La administración Biden no ha aplicado nunca ningún castigo sobre el príncipe heredero, a pesar de que en febrero del 2021 la Casa Blanca impuso sanciones y restricciones de viaje a doce personas próximas a Bin Salmán, y durante un tiempo el mismo MBS evitó pasearse por las capitales occidentales. Ahora la visita de Biden y las del ex primer ministro británico Boris Johnson y el presidente francés, Emmanuel Macron, en 2021, lo dejan todo atrás. La pandemia del covid-19 y la guerra en Ucrania han suavizado el recuerdo de Khashoggi y una foto con MBS no resulta tan dolorosa.

A pesar del asesinato del periodista, del cual el príncipe heredero siempre se ha desvinculado, Bin Salmán conserva el aura de líder joven y reformador. Entre sus objetivos para Arabia Saudí se encuentran el de impulsar una visión más moderada del islam y, sobre todo, el de diversificar su economía, que depende especialmente del petróleo. Algunas de las políticas aperturistas que ya se han aplicado al reino, como por ejemplo permitir que las mujeres puedan conducir o eliminar la segregación por sexo en los restaurantes, llevan la firma de MBS.

A pesar de estas aparentes luces, Bin Salmán continúa reprimiendo disidentes dentro y fuera del país, e impone su voluntad con dureza y autoritarismo, sea destruyendo barrios en nombre de la modernidad o encarcelando a activistas. "Es un dirigente paranoico", explicaba este viernes a Le Monde el opositor en el exilio Abdallah al-Awdah, hijo de un predicador encarcelado por Riad: "Para imponerse como heredero al trono, tuvo que deshacerse de muchos príncipes con más legitimidad que él. La visita de Biden lo reafirmará un poco. Ahora que ya ha acabado su cuarentena me temo que se pondrá todavía más duro".

El príncipe heredero saudí Mohammed bin Salmán recibe al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en el palacio de Al Salmán, a su llegada a Yeda, Arabia Saudí, el 15 de julio de 2022.

Visita a Palestina

Antes de dirigirse a Yeda, Joe Biden ha visitado el Hospital Augusta Victoria, en Jerusalén Este, y se ha encontrado en Belén con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas. El presidente norteamericano ha querido expresar con este itinerario su "continuo apoyo a la solución de los dos estados". Ha afirmado que "el pueblo palestino merece un estado propio que sea independiente, soberano, viable y continuado", a pesar de que ha admitido que la solución de los dos estados "parece muy lejana". El presidente ha reconocido "el afligimiento y frustración" del pueblo palestino y ha prometido que destinará 316 millones de dólares a Palestina.

Abbas, por su parte, ha reclamado un posicionamiento más duro de la Casa Blanca respecto al "apartheid israelí" y ha exigido el fin de los asentamientos en Cisjordania, de la violencia de los colonos y de la demolición de casas palestinas. También ha pedido que EE.UU. reabran el consulado en Jerusalén Este, que consideren la ciudad como capital de Palestina y que quiten la Organización para la Liberación de Palestina, de la cual es presidente, de la lista de organizaciones terroristas. "No somos terroristas", ha dicho. En un comunicado, la Casa Blanca ha indicado que Biden ha recomendado al presidente palestino que "evite medidas unilaterales", y le ha transmitido que la posición de EE.UU. respecto a la capitalidad de Jerusalén "no ha cambiado". "Jerusalén es la capital de Israel", dice el texto.

Durante la comparecencia conjunta con el presidente Abbas, en la cual periodistas locales han dejado una silla vacía con el retrato de la reportera Shireen Abu Akleh, asesinada por Israel, Biden se ha referido al caso sin acusar a nadie de la muerte. Ha afirmado que EE.UU. "continuará insistiendo en una explicación completa y transparente" y ha definido el traspaso de la periodista, de nacionalidad norteamericana y palestina, como "una pérdida enorme". El 4 de julio, el departamento de Estado de EE.UU. publicó una investigación en la cual afirmaba que el mal estado de la bala mortal "impide llegar a una conclusión" sobre los autores del crimen. El documento también indicaba que, probablemente, Abu Akleh murió debido a un disparo "no intencionado", cosa que ha generado un gran rechazo en Palestina y en todo el mundo árabe.

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