Boris Johnson hace un llamamiento a aprovechar "les nuevas libertades del Brexit"

El primer ministro británico cierra el congreso del Partido Conservador ignorando los graves problemas de desabastecimiento y logísticos del Reino Unido

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Boris Johnson, en un momento del discurso que ha espetado esta mañana en Manchester, en la conclusión del congreso conservador

LondresBoris Johnson ha decidido dar la vuelta como a un calcetín al Reino Unido y hacer frente a las reformas que, de acuerdo con su visión, el país necesita para el siglo XXI, el post-Brexit y el post-covid. "Después de décadas de deriva y revuelo, este gobierno reformador, este gobierno que hace cosas, encara los problemas subyacentes más importantes de nuestra economía y sociedad. Los problemas que ningún gobierno ha tenido ganas de abordar antes: las debilidades endémicas que tiene esta economía", ha dicho este miércoles a mediodía en el discurso de conclusión del congreso anual de los conservadores, que se ha celebrado desde domingo en Manchester.

Con el tono característico del Johnson más enfático, efectista y showman, con una velocidad de dicción y una multitud de conceptos por minuto que lo han acercado al embrollo pirotécnico, y sin mencionar los problemas concretos a los que los británicos se enfrentan estos días (como el desabastecimiento de gasolina y las estanterías de los supermercados a medio llenar o vacías), el discurso ha estado lleno de eslóganes.

Sentencias que se resumen no solo en el lema del congreso, Build back better ("reconstruir mejor"), sino también en una fórmula ya muy famosa que se ha incorporado al lenguaje de los conservadores liderados por Johnson: levelling up, es decir, igualar al alza todas las áreas del país –la gran promesa de las elecciones del 2019, que le hizo ganar una buena parte del cinturón rojo del norte de Inglaterra–, para poner fin a las diferencias tradicionales que han lastrado a esta región, en general más pobre y marginal que el sur.

Una fórmula extensiva a cualquier ciudad o rincón del Reino Unido, ha dicho. Sin ponerse rojo por lo que significa de crítica hacia su propio partido, el propio Johnson ha calificado de "desgracia" el hecho de que "la sociedad británica sea una de las más desiguales entre las naciones más ricas" del mundo. Una afirmación que parecía olvidar, directamente, que de los últimos cincuenta años los tories han gobernado treinta y cuatro.

Level up también implica, de acuerdo con Johnson, "subir los sueldos y la productividad", y no refugiarse más en la "inmigración incontrolada" de la Unión Europea (UE), que ha favorecido los "sueldos bajos" y la falta de inversión de las empresas del país. Ha puesto un ejemplo muy concreto, que ha sonado un poco ridículo. ¿Cómo se resuelve la falta de camioneros que afecta ahora al transporte logístico? "Construyendo más urinarios en las carreteras para evitar que los camioneros tengan que mear entre los arbustos. Pero esto pedirá tiempo", ha reconocido. Seguramente, porque de momento solo se han entregado 127 visados de conductores de tráiler de los 300 de emergencia que el gobierno aprobó el pasado viernes y los 4.700 que espera emitir a finales de mes.

Lo que Johnson ha querido dejar claro es que el país, "fruto de lo que votó en 2016 y de la victoria electoral de 2019", se ha embarcado en "el cambio de rumbo que hace tiempo que había esperado la economía del Reino Unido". Un cambio de rumbo que valla el paso "al mismo modelo antiguo y desguazado de sueldos bajos, crecimiento bajo, pocas habilidades y baja productividad, todo esto habilitado y espoleado por una inmigración incontrolada". Y todo ello es y será posible gracias a "les nuevas libertades del Brexit". "Llevará tiempo y a veces será difícil", ha asegurado, sin dar más detalles.

La cruda realidad

Pero, lejos de la gran comunión conservadora, entusiasta y llamativa junto a un líder que sin duda tiene dotes de gran comunicador, la verdad es que el discurso de Johnson ha llegado el mismo día que el gobierno suprimía una aportación extra de 20 libras para las familias más desvalidas. Como ha destacado esta semana el director ejecutivo del prestigioso think tank Resolution Foundation, Torsten Bell, "de un día para el otro 4,4 millones de hogares, con 5,1 millones de adultos y 3,5 millones de niños, verán cómo sus ingresos caen en 1.000 libras": "Para un millón de hogares, esto supondrá una pérdida inmediata de más del 10% de los ingresos, la tasa básica de prestaciones a su nivel más bajo desde el 1990".

Una medida que incluso el ultraliberal Ian Duncan Smith, ministro de Trabajo y Pensiones de David Cameron, que ahogó al máximo las ayudas sociales, ha pedido que se aplace al menos hasta finales de año "para ver qué dirección toman las cosas". Entre otras razones, porque la inflación se está disparando –llegará al 4% a finales del 2021– y el aumento de los sueldos del que Johnson tanto habla es, en la práctica, una pérdida del nivel real de ingresos.

Una peatón pasa por delante de un anuncio que denuncia como falso uno de los famosos eslóganes de la campaña del Brexit de Boris Johnson

En términos de anuncios políticos destacados, el discurso de Johnson ha sido completamente vacío y muy ligero. No ha entrado en detalles, una práctica que, si no es para las buenas noticias, no es nada del gusto del primer ministro. También ha rellenado el discurso de bromas, tanto del gusto de la audiencia como de sus propios ministros, muchos de los cuales han sido objeto de sus dardos inocentes.

Muchas promesas, pues, mucho optimismo, mucha invocación al espíritu olímpico y a los valores culturales de los británicos, a las posibilidades que se abren en el país –ha puesto como ejemplo el acuerdo Aukus con Australia y los Estados Unidos para construir submarinos– y, sobre todo, mucha capacidad de entretener a la audiencia con una oratoria desenfrenada. Johnson ha repetido el papel que más le gusta. Pero los problemas del día a día no son pocos y aumentarán: con el invierno que se acerca, con el aumento de impuestos anunciado para abril, todo apunta a que los próximos meses no serán la fiesta que ha ofrecido a lo largo de 45 minutos de puro y trivial espectáculo político.

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