El Brexit muerde: desabastece supermercados y requisa bocadillos

La burocracia para introducir alimentos en Irlanda del Norte, que continúa en el mercado único, causa escasez

Quim Aranda
4 min
Prestatges buits a la botiga de Marks & Spencer de Donegall Place a Belfast, aquest dilluns

LondresDesde finales de la semana pasada, las cadenas de los grandes supermercados con establecimientos en Irlanda del Norte –Tesco, Sainsbury's, Lidl o Marks&Spencer– han empezado a ver como se vaciaba una parte de sus estanterías sin poderlas reponer. Centenares de productos ya escasean y las redes sociales de los residentes de la provincia, tanto en Belfast como otras ciudades, por ejemplo Derry, se hacen eco de la situación.

Entre los productos más afectados están la fruta, las verduras y la carne fresca refrigerada. La razón es que muchos proveedores sufren retrasos en la entrada de mercancías en el territorio cuando provienen de Gran Bretaña. Son los efectos del Brexit y de una frontera en el mar de Irlanda que separa el mercado único europeo –que incluye a Irlanda del Norte – del de Gran Bretaña.

Boris Johnson prometió que no habría ninguna frontera física entre las dos partes del estado pero no dijo nada sobre la montaña de papeleo que los importadores tendrían que rellenar para transportar género dentro del mismo Reino Unido. Esta exigencia burocrática de la Unión Europea deriva del protocolo de Irlanda del Norte: el mecanismo acordado por el Reino Unido y la UE en 2019 para evitar una frontera dura en el interior de la isla de Irlanda.

Un aspecte de les prestatgeries del supermercat Sainsbury's del centre comercial Forestside, als suburbis del sud de Belfast, aquest dilluns a la tarda

En declaraciones a la prensa británica, Glyn Roberts, jefe de Retail NI, un grupo industrial de la provincia que representa a 1.800 minoristas y mayoristas independientes, ha asegurado que la causa de los problemas es "la enorme cantidad de burocracia que conlleva el Brexit". "Creo que tarde o temprano las cosas se normalizarán pero los próximos meses serán críticos. Esta no es la maravillosa tierra prometida de los que hicieron campaña por el Brexit, pero tenemos que sacar el máximo partido de una mala situación".

Otros efectos del Brexit también se han dejado sentir en otras fronteras. En este caso en la de los Países Bajos. También en las últimas horas se ha hecho viral un vídeo en Twitter en que se ve como el oficial de aduanas requisa unos bocadillos de jamón dulce a un camionero que llega desde el Reino Unido. ¿La razón? Básicamente, la misma que hace que para introducir productos de origen animal o vegetal en Irlanda del Norte desde Gran Bretaña se tenga que hacer una declaración de importación. En este caso, la introducción de alimentos desde la Gran Bretaña a la UE, incluso para uso personal, está prohibida si no se acompaña de la oportuna declaración. "Bienvenido al Brexit", le dice el agente de aduanas, mientras el camionero se limita a exclamar: "¡Oh, Dios mío!"

Repercusión política

Pero lo más impactante desde el punto de vista político para el gobierno Johnson es la situación en Irlanda del Norte. En este sentido, la Asociación de Transportistas de Carretera (RHA, por sus siglas en inglés) había advertido a Downing Street de los problemas de desabastecimiento, tal como demuestra una carta enviada a Michael Gove –equivalente al ministro de la Presidencia– que ha revelado la agencia Reuters. La RHA le comunicó que las fuentes de suministro de materias primas también se han restringido debido a la burocracia impuesta por el Brexit y la nueva situación de Irlanda del Norte. "El resultado de las nuevas normas provocará desabastecimiento en las góndolas de los supermercados y las fábricas se quedarán sin materias primas", decía Richard Burnett, director ejecutivo de la RHA, al ministro.

¿Se trata de una situación de verdadera emergencia? No. Para ponerlo en perspectiva, cualquier gran supermercado cuenta con unos 40.000 productos en stock. Que falten unos pocos centenares es cuantitativamente irrelevante. El problema con el Brexit, especialmente en Irlanda del Norte –pero no sólo allí–, es la cuestión simbólica y todas las mentiras que los defensores del Brexit han ido esparciendo en los últimos cuatro años para lograr sus objetivos. Si la situación no se soluciona, el coste político puede acabar pasando factura, quizás no de manera inmediata, pero sí a largo plazo. Entre otras razones, por lo que supone de alejamiento progresivo de Irlanda del Norte de Gran Bretaña y de acercamiento también progresivo a la República de Irlanda.

Más allá de las imágenes que han difundido las redes, la verdadera realidad del Brexit la resume el catedrático Anand Menon, del King's College de Londres, y director del think tank UK in a Changing Europe: "El acuerdo firmado no supone el mantenimiento del statu quo. Para las empresas supone la imposición de nuevos controles, multitud de formularios que hay que llenar. En otras palabras, el comercio entre la Unión Europea y el Reino Unido será más difícil, más lento y más caro. El Brexit tendrá un impacto negativo a corto y medio plazo en la economía británica".

Los estantes vacíos en Irlanda del Norte, aunque se acaben llenando, son el testigo de la rotura en un momento concreto. Los bocadillos requisados en los Países Bajos, sin embargo, no serán una simple anécdota. Serán el pan nuestro de cada día de los británicos cuando quieran atravesar el canal de la Mancha sin pararse en una área de servicio.

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