El Brexit provoca la enésima crisis de gobierno en Irlanda del Norte

El primer ministro, el unionista Paul Given, dimite en protesta por los controles aduaneros con la Gran Bretaña

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Paul Givan y Michelle O'Neill, ministro principal y viceprimera ministra principal de irlanda norteña, en una imagen de archivo

LondresConfusión y caos en Irlanda del Norte, y nueva crisis de gobierno en el horizonte a cuenta del Brexit. El primer ministro del ejecutivo compartido, el unionista Paul Given, ha anunciado su dimisión este jueves por la tarde en Belfast, un día después de que el consejero de Agricultura y Medio Ambiente, el también unionista Edwin Poots, informara de que había ordenado que se pararan los controles aduaneros para la mayoría de los bienes de consumo que llegan a la provincia desde la isla de la Gran Bretaña y a los que obliga el Protocolo del Brexit. La dimisión de Given tiene lugar poco menos de uno año después de que también dimitiera la anterior jefa del ejecutivo y del Partido Democrático Unionista (DUP), Arlene Foster, y cuando solo hace dos que se reinstauró el gobierno y el normal funcionamiento de las instituciones norirlandesas.

La renuncia del jefe del ejecutivo provocará automáticamente la de la número dos del gobierno, en este caso la republicana del Sinn Féin Michelle O'Neill. Aunque algunos consejeros se podrían mantener en el cargo para seguir desarrollando unas funciones mínimas de gobierno, el vacío de poder será total. El movimiento del unionismo, como protesta contra el Protocolo del Brexit, garantiza más inestabilidad en Irlanda del Norte, que se encamina hacia unas elecciones clave en la asamblea de Stormont el mes de mayo, y que podrían ver por primera vez desde la firma del Acuerdo de Paz de 1998 un triunfo del Sinn Féin por delante de los unionistas del DUP.

La Comisión Europea ha denunciado esta mañana la decisión tomada por el consejero Edwin Poost, la ha calificado de "inútil" y ha asegurado que “crea más incertidumbre e imprevisibilidad" en toda la región. Bruselas, que está en plena negociación con Londres sobre cómo intentar suavizar los controles, ha hecho un llamamiento a la responsabilidad del gobierno británico. Al mismo tiempo, ha advertido de que el ejecutivo de Belfast podría estar rompiendo la legalidad si los controles fronterizos se suspendieran, en cuanto que el Protocolo Norirlandés del Pacto del Brexit es un tratado bilateral internacional, aprobado por los Comunes y ratificado tanto por el Reino Unido como por la Unión Europea, y, en consecuencia, es de obligado cumplimiento.

Desde la entrada en vigor del Brexit, el Partido Democrático Unionista (DUP) ha sido muy refractario a aceptar el Protocolo, porque en la práctica, y a pesar de lo que prometió el primer ministro inglés, Boris Johnson, establece una frontera interna en el Reino Unido entre la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Johnson pretendía la cuadratura del círculo con el Brexit, y una vez más se demuestra imposible.

Pulso en Londres y en Bruselas

Con la suspensión de los controles y la anunciada dimisión del primer ministro, el DUP plantea un pulso tanto en Londres como en Bruselas, a quien dio como ultimátum la fecha del 21 de febrero para que decidieran sobre las reclamaciones de Belfast en relación con el Protocolo. Londres ha amenazado en diferentes ocasiones con la aplicación unilateral del artículo 16 del Tratado del Brexit -que supondría la suspensión y que provocaría una guerra comercial con la Unión Europea- si los controles en el mar de Irlanda no disminuyen. El gobierno británico está dividido sobre la cuestión. Mientras que el ministro del Tesoro, Rishi Sunak, no quiere ni hablar por el coste económico que supondría, el sector más duro de los brexiters querría deshacerse de ello.

Pero, además, la dimisión del primer ministro y la suspensión de los controles forman parte también de la precampaña electoral del DUP, que necesita mostrarse duro con Londres y Bruselas ante su electorado si no quiere perder terreno, no tanto ante el Sinn Féin como ante otros unionistas más moderados.

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