Escocia entra en campaña con el independentismo roto
El choque entre Salmond y Sturgeon marca la lucha por el gobierno de Edimburgo en las elecciones del 6 de mayo
LondresHasta el pasado viernes había que ir con pies de plomo a la hora de medir las encuestas para las elecciones escocesas del próximo 6 de mayo. No tanto para saber quién sería el triunfador, que parecía y todavía ahora parece claro, sino para tener la misma seguridad sobre si el Partido Nacional Escocés (SNP, sus siglas en inglés) conseguiría la mayoría absoluta en escaños –65, sobre 129 diputados– después de catorce años al poder de manera ininterrumpida. Sin embargo, a las dos de la tarde el tablero electoral se hizo pedazos con una jugada tan osada como arriesgada del exjefe de gobierno (2007-2014) Alex Salmond.
El veterano dirigente independentista, el hombre que junto a su sucesora al cargo, Nicola Sturgeon, llevó el país a un paso de la independencia en el referéndum de 2014, presentó un nuevo partido, Alba Party (el Partido de Escocia, en gaélico), con el objetivo de presentarse también a los comicios. Pero lo hará solo para las regiones –ocho en el caso escocés, con siete escaños para cada una–, en que se vota una lista de partido, y no para los distritos (73), en que se apoya a un candidato concreto, y no a un partido específico.
Hasta entonces, y de acuerdo con una de las últimas encuestas publicadas 24 horas antes, la SNP estaba en proceso de conseguir el 50% del voto de los distritos y el 39% de los sufragios emitidos por las regiones. Ahora, sin embargo, las encuestas ya valen poco. Porque el independentismo, en guerra abierta entre los sector Sturgeon y los que todavía añoran a Salmond, se podría haber roto. Falta tener conocimiento del tamaño de la fractura.
Pero otra manera de medir las encuestas es mirarlas con la tendencia, a la alza o a la baja, a lo largo de todo un año. Si el pico de apoyo del año pasado, en otoño, situaba al SNP en una marca del 58% y a lo largo de todo el 2020 se ha mantenido por encima del 50%, a estas alturas se podría situar entorno al 46%. Desde este punto de vista, la lucha Salmond-Sturgeon habría pasado una factura innegable.
Reacción del SNP
A media tarde, el Partido Nacional Escocés reaccionaba oficialmente ante el desafío de Salmond. Un portavoz aseguraba: "Este es quizás el hecho más previsible de la política escocesa desde hace bastante tiempo. En este momento de crisis, los intereses del país tienen que ser los primeros y no tienen que quedar sometidos al interés propio de alguien que no muestra ninguna señal de reflexión sobre las graves preocupaciones relativas a su conducta y que, para decirlo suavemente, generan preguntas sobre la idoneidad de un regreso a los cargos públicos".
Hace un mes, Alex Salmond aseguró que la persona que él mismo empujó para que cogiera su relevo, el día siguiente de dimitir después de la derrota en el referéndum, no estaba capacitada para dirigir el país hacia la independencia. Era la culminación de casi tres años de batalla entre Salmond y Sturgeon, que estalló en agosto de 2018 a raíz de las acusaciones de presunto acoso sexual que el dirigente independentista habría cometido mientras ejercía de primer ministro del país, entre 2007 y 2014.
El psicodrama se intensifica
Más que el hecho que Nicola Sturgeon se tenga que inquietar por la posibilidad de que Salmond pueda arrebatarle el liderazgo del futuro gobierno, cosa que es muy improbable, la irrupción del veterano político en la batalla de Holyrood –el Parlamento de Edimburgo– tiene un doble efecto: por un lado, intensifica la sensación de los escoceses independentistas de que los dos referentes capitales del movimiento de los últimos veinte años continúan una lucha a tumba abierta que tiene tanto de venganza personal (Salmond vs. Sturgeon, por como el gobierno escocés abordó las acusaciones contra él) como de necesidad de matar al padre político (Sturgeon vs, Salmond); y del otro, y crucialmente, pone de manifiesto que podría haber más de una vía para que el independentismo consiga su mucho más que difícil objetivo de crear un estado soberano sin estar sometido a los dictados de Westminster.
Preguntas por responder
Sturgeon, pues, se enfrenta en las próximas seis semanas de campaña a una pregunta clave: "Si el independentismo consigue la mayoría absoluta, ¿Cómo hará posible un segundo referéndum que el primer ministro, Boris Johnson, ha dicho y repetido que no concederá?" En el proyecto de ley presentado el pasado lunes, y sobre el que tendrá que decidir el Parlamento que salga de las elecciones, el gobierno de Sturgeon no se ha ligado ninguna soga en el cuello: no promete sacarlo adelante bajo cualquier circunstancia, aunque Londres se niegue. De hecho, tanto Sturgeon como Salmond han afirmado siempre que nunca optarían por lo que habían llamado la vía catalana. El objetivo es pactar con Londres. Pero Londres no tiene intenciones de pactar nada. El mensaje de Johnson está claro desde que ganó las elecciones de diciembre de 2019. "El de 2014 fue un acontecimiento único para una generación", dijo el premier. La pandemia puso el freno a la petición de Sturgeon, pero el compromiso futuro con que el SNP pone en marcha la campaña es sacar adelante la consulta a lo largo de la primera mitad de la legislatura: es decir, antes de finales de 2023.
La única buena noticia, al menos de momento, para el independentismo escocés es que la oposición unionista –tanto los laboristas como los conservadores, así como los liberal demócratas– tiene casi tantos problemas como los nacionalistas.
Así pues, la campaña que ha empezado después de la disolución del Parlamento el pasado miércoles será fundamental tanto para unos y como para los otros. Pero la apuesta más alta es la del independentismo. Además de tener que responder las preguntas clave sobre el referéndum, y cómo llevarlo a cabo de manera legal y vinculante, también tendrán que responder a hipotéticos problemas futuros que la misma independencia provocaría. Por ejemplo: "¿Cómo se resolvería una nueva frontera terrestre entre lo que quedara del Reino Unido y una Escocia que querría integrarse de nuevo a la Unión Europea?"
Con su inesperado movimiento, Salmond, que habla de conseguir una "supermayoría", quizás ha empezado a romperla.