Biden reclama "actuar ahora" para controlar la venta de armas después de la masacre en una escuela de primaria en Texas

Al menos 19 niños y dos profesoras, asesinados en uno de los tiroteos en centros educativos más mortíferos de la historia de EE.UU.

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Una familia llora después del tiroteo masivo a la escuela primaria Robb de Texas

WashingtonLos tiroteos no dan tregua en Estados Unidos, el único país del mundo con más armas en manos de civiles que población. Aún no han pasado dos semanas del asesinato de diez afroamericanos en un supermercado de Buffalo (Nueva York) y los norteamericanos vuelven a estar de luto, con banderas a media asta y rezando plegarias por las víctimas de una enésima masacre que esta vez ha tocado todavía más las almas y el sentimiento colectivo, ya que los asesinados en una más de las rutinarias barbaries del descontrol de armas han sido al menos 19 niños, de entre siete y diez años, abatidos –junto a dos profesoras– por un adolescente de dieciocho años.

Los hechos han despertado al Joe Biden más iracundo que se recuerda en la presidencia. Tanto, que no ha querido dejar pasar más tiempo del necesario y, al poco de aterrizar en Washington procedente de la gira asiática, se ha plantado ante las cámaras y toda la nación para decir "basta".

"Estoy harto. ¡Tenemos que actuar!", ha dicho, contundente, el presidente norteamericano, visiblemente afectado. Afectado y combativo, desafiante. "No me digan que no podemos influir sobre esta carnicería", ha añadido.

La "carnicería", esta vez, se ha vivido en Uvalde, un pueblo de Texas a unos 130 kilómetros de San Antonio, que cuenta con unos 16.000 habitantes y es de mayoría hispana. Dentro de dos días acababa el curso escolar para los alumnos de la Robb Elementary School, hasta que la tragedia ha colocado Uvalde en el listado de localidades manchadas por la epidemia de las armas.

19 niños asesinados en un tiroteo en una escuela de Texas

Primero disparó a la abuela

El autor de la matanza, abatido por la policía en un intercambio de disparos, ha sido identificado como Salvador Ramos, un joven nacido en el pueblo. Los detalles todavía son confusos y según una senadora Ramos, antes de ir a la escuela, ha disparado a su abuela y la ha herido de gravedad.

Al llegar al centro educativo con su furgoneta, Ramos habría salido vestido con equipación militar y armado con una pistola y, probablemente, uno o dos fusiles de asalto. Por lo que dicen algunas fuentes oficiales, habría comprado los fusiles sin ningún problema el día de su decimoctavo aniversario.

"La idea de que un chaval de dieciocho años pueda entrar en una tienda y comprar dos armas de asalto está mal. ¿Para qué demonios necesitas armas de asalto, si no es para matar a alguien?", se ha preguntado Biden.

Ramos, después de un primer intercambio de disparos con los agentes de seguridad de la escuela, habría empezado la masacre, disparando a diestro y siniestro. Algunos alumnos y profesores habrían saltado por las ventanas para huir. Otros habrían tenido que encerrarse en las aulas, tal como se enseña a todos los niños escolarizados en Estados Unidos, en previsión de hechos como estos. El autor se habría parapetado durante más de 45 minutos, hasta morir abatido.

Una mujer llora mientras habla por teléfono en el punto de recogida de menores habilitado por la policía, adonde fueron trasladados los estudiantes desde la escuela primaria Robb para ser recogidos después de un tiroteo, en Uvalde, Texas, Estados Unidos.

Parecidos con otras matanzas en centros escolares

Los hechos han recordado, y mucho, a los de hace una década en la escuela Sandy Hook de Newtown (Connecticut). En diciembre de 2012, el joven Adam Lanza entraba con un rifle de asalto y una pistola al centro de educación primaria y ejecutaba a 20 niños de entre seis y siete años, además de a seis maestros. Es la peor masacre en un colegio así en la historia del país, por encima de la que años después acabaría con 17 adolescentes en un instituto de Parkland (Florida). Los dos episodios reabrieron el debate sobre la necesidad de cambios en la regulación de armas, más controles de acceso, no solo una lavada de cara en un país que, desde los hechos de Sandy Hook, ha vivido 900 incidentes con armas en campus educativos. Los hechos en Uvalde recuerdan mucho a aquellos. Y es probable que también haya un calco en la respuesta política y de los órganos de gobierno.

No ha habido nunca ninguna respuesta, y la violencia de las armas se ha disparado. Desde principios de año, los recuentos más optimistas dicen que ya ha habido 27 tiroteos en centros de educación primaria; los más pesimistas aseguran que se ha pasado de la treintena. Este 2022 ya se han contabilizado como mínimo 212 masacres con armas, según el Gun Violence Archive.

Entre las muchas reacciones del ámbito político, social, cultural y deportivo, Steve Kerr, entrenador de los Golden State Warriors, ha dicho en rueda de prensa que no pensaba hablar de baloncesto. "Tenemos niños asesinados en una escuela. ¿Cuándo haremos algo? Estoy cansado de minutos de silencio. ¡Basta!", ha dicho, y ha acusado a los senadores republicanos de bloquear las medidas de control de armas "para mantenerse en el poder".

Inacción política

Uno de los pilares de la campaña electoral de Joe Biden era, precisamente, la aplicación de medidas de control sobre el acceso a las armas. Ha sido un fracaso rotundo. El presidente ha sido incapaz de conseguir los votos necesarios ni tan siquiera para obligar a revisar los antecedentes penales de los compradores. Todo lo contrario: en Texas, casualmente, el año pasado se aprobaron dos leyes que permiten llevar pistolas sin necesidad de licencia ni entrenamiento a todos los ciudadanos de más de 21 años.

La casa del presunto pistolero, Salvador Ramos, de dieciocho años, acordonada con cinta policial en Uvalde, Texas.

Este martes, el gobernador del estado, el republicano Greg Abbott, un político que hace unos años también impulsaba una campaña para que Texas fuera el principal comprador de armas del país, calificaba el tiroteo de "incomprensible". Su fiscal general, Ken Paxton, añadía que "nada puede evitar que las personas malas hagan cosas malas", y que la "mejor respuesta" sería dar armas a los profesores.

Desde la Casa Blanca, el mensaje es totalmente opuesto. Biden es consciente de que no tiene fuerza legislativa necesaria, y de allí el desafío frontal a congresistas y la opinión pública para buscar el tumbo en la situación. "Es hora de decir a los que obstruyen, atrasan o bloquean leyes de sentido común: no lo olvidaremos", ha dicho.

En el centro de las críticas está el grupo de presión de las armas, que precisamente este viernes celebra su convención anual muy cerca de Uvalde, en Houston, con la presencia confirmada de grandes nombres del Partido Republicano como Donald Trump y el gobernador de Texas. "¿Cuándo nos plantaremos ante el grupo de presión de las armas? ¿Cuándo haremos lo que bien adentro sabemos que hay que hacer?", ha dicho Biden. "Podemos hacer más; es hora de convertir este dolor en acción", ha añadido. Sin embargo, de la declaración no ha salido ninguna propuesta.

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