Harris arrincona a un Trump visiblemente incómodo en un debate tenso

La demócrata logra imponerse en el primer cara a cara al republicano, que miente sin pudor sobre inmigración y aborto

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Harris y Trump en el debate organizado por ABC News

WashingtonEl primer debate de Kamala Harris y Donald Trump ha comenzado con uno de los apretones de manos más incómodos y tensos que se puedan recordar. Pero enseguida la incomodidad ha quedado sólo en una parte del plató del National Constitution Center de Filadelfia: la de Trump. A lo largo de 90 minutos la vicepresidenta no sólo ha arrinconado a un animal televisivo como es Trump, sino que se ha cobrado el mal trago que vivieron los demócratas después de que desdibujara a Joe Biden como un anciano frágil durante el debate de la CNN.

Harris, que había llegado al debate con toda la presión sobre sus hombros, ha logrado hacer que los ojos escrutadores del público volvieran a ponerse sobre su rival. Cada vez que la demócrata ponía en evidencia las contradicciones de Trump sobre el aborto o sus mentiras sobre la inmigración, el republicano apretaba los dientes mientras intentaba contener, con relativo éxito, su reacción. En muchos momentos su rostro mostraba la lucha interna entre su deseo de saltar contra Harris y los consejos de su equipo, que quería que Trump se mostrara tranquilo y racional.

La solidez de la demócrata, que ha sabido dominar los nervios iniciales visibles a su voz, ha sido el muro contra el que el republicano ha golpeado una y otra vez. Mientras que a lo largo del debate Trump ha ido a remolque de Harris y ha buscado definirla (sin éxito también) con viejos adjetivos como "comunista", Harris ha dedicado el menor tiempo posible a responder a Trump para poder hablar de ella. Ahora bien, cada vez que lo hacía se aseguraba de herir.

Trump ha ido a remolque de Harris y ha buscado definirla con viejos adjetivos como "comunista"

Uno de los comentarios más eficientes a la hora de perturbar a Trump ha sido el de la asistencia a sus mítines. El republicano, acostumbrado a ser la estrella política por quien sus seguidores hacen cola llueva o nieve, lleva muy mal la capacidad de convocatoria de Harris. Una debilidad que la demócrata ha explotado: “Haré algo realmente inusual y le invitaré a asistir a uno de los mítines de Donald Trump, porque es algo realmente interesante de ver. Verá durante el transcurso de sus mítines que habla sobre personajes ficticios como Hannibal Lecter y notará que la gente empieza a marchar pronto por el cansancio y el aburrimiento. Y otra cosa que no sabéis: no le oirá hablar de vosotros, no le oirá hablar de sus necesidades, de sus sueños, de sus anhelos.”

Los dardos de Harris

En menos de treinta segundos Harris ha herido de lleno en el ego de Trump y le ha atacado desde el nuevo flanco que los demócratas establecieron en Chicago: retratar al republicano como un ególatra que solo piensa en sí mismo. El dardo fue tan preciso que Trump cayó de lleno en la trampa y respondió desde el ego, confirmando la etiqueta que Harris le colgó. “No hay razón para ir [en los mítines de Harris]. Y las personas que acuden, es porque ella las lleva y les paga. Así que no puede hablar de mis mítines. La gente no se va. Mis mítines... tenemos los mítines más grandes, los más increíbles en la historia de la política”, ha replicado el republicano, que ni siquiera ha respondido a la otra parte del ataque en el que Harris le dibujaba como un egocéntrico .

Harris ha sacado los mítines en medio de los temas en los que Trump siempre se siente más cómodo: la inmigración y la frontera. Nada más empezar este bloque los dos candidatos han ido al choque, aunque rápidamente Harris ha logrado hacer que el republicano descarrilara con la cuestión de la asistencia a sus actos. La serenidad de la demócrata no sólo hacía más evidentes las mentiras de Trump, sino que a ratos parecía que incluso el republicano se envolvía con sus propias palabras.

Demonización de la inmigración y el aborto

En el mismo bloque sobre la inmigración, Trump no se ha cortado de acusar a los migrantes en Ohio de comerse a las mascotas de los estadounidenses. “Las personas que entran en nuestro país se están comiendo perros, gatos, mascotas. Esto está pasando en nuestro país, es una vergüenza”, ha dicho sin pudor. Una mentira que sólo se puede equiparar con la otra afirmación que ha hecho al principio del debate, cuando ha asegurado que hay estados donde se permite abortar a los nuevos meses así como ejecutar a los bebés una vez han nacido. Los moderadores del debate organizado por la cadena ABC News han tenido que intervenir para corregirlo. No ha sido la primera ni la última vez, a diferencia de lo ocurrido en el debate con Biden en la CNN.

Cuando ha llegado a la pregunta sobre el asalto al Capitolio, la agitación de Trump le ha traicionado. "¿Hay algo de lo que se arrepienta del 6 de enero?", preguntó el moderador. El expresidente ha respondido hablando en plural, antes de corregirse a sí mismo. "Nosotros no... Este grupo de personas ha sido tratado muy mal". A partir de ahí, ha intentado rehuir la pregunta con evasivas. Por el contrario, Harris ha aprovechado su turno para encarar la cuestión y mirando directamente a cámara: “Yo estuve en el Capitolio el 6 de enero. Y ese día el presidente de Estados Unidos incitó una turba violenta para desacralizar la capital de nuestra nación. Ese día 140 agentes de seguridad del Estado fueron heridos y algunos fallecieron. Y el expresidente ha sido imputado y juzgado precisamente por eso”. El apartado del 6 de enero también le ha servido a Harris para ponerse en el papel de fiscal y recordar que su rival es un candidato convicto.

Poca definición política

El reto de Harris de esta noche no solo consistía en imponerse a Trump (hito que ha superado con creces) sino que también debía definirse ante todos aquellos votantes indecisos que en las encuestas dicen que quieren saber más sobre las suyas políticas. El contraste con las mentiras de Trump ha sido tan extremo, que Harris apenas ha necesitado profundizar mucho más para dibujarse como la candidata de orden y moderada. La cuestión ahora es si esa imagen (y la comparación) será suficiente para convencer a los electores de que aún no han decidido su voto.

Incluso en el minuto de oro final, Harris ha seguido marcando el compás. La vicepresidenta ha cerrado la intervención haciendo hincapié sobre sus dos eslóganes de campaña: no volver atrás y construir un nuevo futuro para el país que supere la polarización. Por el contrario, el expresidente ha malgastado su minuto de oro al atacar una vez más a su rival etiquetándola como la "peor vicepresidenta" de la historia.

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