Estados Unidos

Una nota de papel y épica en la Casa Blanca: ¿cómo se gestó el alto el fuego en Gaza?

El ataque de Israel a Doha y la conferencia en la ONU para ambos estados espolearon a Washington para que volviera a intervenir

WashingtonHacía más de una hora que Donald Trump estaba sentado en el comedor de estado de la Casa Blanca, presidiendo una mesa redonda sobre cómo perseguir al movimiento antifascista –ahora catalogado como organización terrorista– en el país. El presidente escuchaba las historias de supuesta violencia por parte de activistas de izquierdas narradas por influencers de extrema derecha que habían sido invitados en calidad de periodistas, cuando el secretario de Estado, Marco Rubio, irrumpió con dramatismo en la sala.

"Por cierto, tenemos aquí a Marco Rubio. Por favor, Marco, ven aquí", dijo Trump, mientras la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles, que se sentaba a la derecha del presidente, se levantaba de la silla. "¿Nada que deberíamos saber sobre Oriente Próximo?"

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Esta era la pregunta que planearía en el ambiente durante las dos horas siguientes hasta que se anunciara el acuerdo entre Hamás e Israel. La interrupción del acto le hacía prácticamente inminente. El equipo del presidente estaba ejecutando en directo un buen cliffhanger de aquellos que atrapan a la prensa y que el instinto televisivo de Trump sabe explotar.

"Es por eso que estoy aquí, señor presidente", contestaba Rubio, ahora sentado en el lugar de Wiles, y señalaba a los periodistas dando a entender al republicano que necesitaba esperar a que la prensa se marchara para explicarle las novedades.

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Trump no parecía nervioso ni con prisas. La mesa redonda continuaba y Rubio empezó a escribir en un papel que le pasó al presidente por detrás de la espalda de la fiscal general Pam Bondi, que se sentaba entre ambos. Bondi seguía hablando sobre la amenaza que representan los antifascistas para el país, pero la noticia le pasaba por detrás. Algo más de dramatismo: Rubio se levantaba para hablar a Trump al oído. No todos los días se puede recrear la histórica escena del momento en que notificaron al expresidente Bush, en medio de una charla escolar, el ataque de las Torres Gemelas.

"Muy cerca", decía la nota, donde Rubio había subrayado las palabras. "Necesitamos que apruebes pronto el post de Truth Social para que puedas anunciar el acuerdo primero". El miércoles, diez minutos antes de las siete de la tarde, casi hora y media después de la escena, Trump publicaba el mensaje en Truth Social en el que anunciaba el acuerdo entre Hamás e Israel para la primera fase del alto al fuego.

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La maquinaria propagandística de la Casa Blanca ya se ha apresurado a mitificar el momento de la interrupción ya vender el acuerdo como una paz sin matices. "El presidente de la paz", dice una de las fotografías compartidas por el equipo de prensa, donde aparece Trump con una corbata amarilla, color de los rehenes. Pese a la victoria que supone el hito para el republicano, no se puede hablar ni del fin de la guerra ni mucho menos de la paz. En enero de este año Trump ya anunció un alto el fuego que suponía también el inicio de la primera fase para acabar con el conflicto. Una tregua que Israel acabó rompiendo.

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Aunque la interrupción de ayer quería crear cierta agitación, como si el flujo de la historia irrumpiera en medio de la ficción cotidiana para darle la vuelta a todo, la realidad es que la escena sabía a épica precocinada. Justo antes de empezar la mesa redonda, Trump ya había levantado la liebre diciendo que preveía viajar este fin de semana a Oriente Próximo y que estaban "muy cerca" de poner fin a la guerra.

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El acuerdo para el fin de la guerra en Gaza llega diez días después de que Trump y el primer ministro Benjamin Netanyahu anunciaran el plan de 20 puntos para la paz que habían cerrado sin la participación de los palestinos ni tampoco de Hamás. Llega también cuando hace 733 días de la guerra contra el pueblo palestino, 17 días después de que el grueso de países miembros de la ONU reconocieran al estado palestino y justo un mes después de que Israel bombardeara Qatar, una acción por la que acabó disculpándose Netanyahu con Doha durante su última visita al Despacho Oval. La Casa Blanca se encargó de difundir la fotografía del primer ministro israelí hablando por el auricular mientras Trump sostenía el teléfono.

Precisamente, el ataque de Israel contra los negociadores de Hamás que estaban en Doha para seguir hablando sobre el alto el fuego en Gaza fue la cabeza por donde se empezó a deshacer el enredo de las negociaciones en las que el enviado especial Steve Witkoff seguía intentando encontrar la fórmula que permitiera liberar a los rehenes.

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También fue un punto de inflexión para Trump: ponía en riesgo la alianza con un socio importante en la región – Qatar regaló a principios de año un avión al magnate–, y hacía tambalear los negocios de su yerno, Jared Kushner, con los qataríes. "No estoy entusiasmado", decía Trump en una reacción bastante moderada.

Controlar el relato

La semana siguiente, en el marco de la inauguración de la 80ª Asamblea General de la ONU, el grueso de los países miembros de Naciones Unidas reconocían el estado palestino y escenificaban así el aislamiento de Washington y Tel-Aviv. Pese a que el foco mediático de la conferencia para la solución de ambos estados se centró en la abrumadora mayoría, la clave que espoleó a EEUU fue el hecho de que Francia y Arabia Saudí intervinieran.

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La alianza de ambos países rompía el monopolio que había mantenido hasta ahora Washington en las negociaciones sobre el futuro de Gaza. Además, lo hacía con un plan alternativo que sí proponía reconocer al estado palestino además de plantear entregar, en última instancia, el control a una Autoridad Palestina (AP) reformada. Antes de la conferencia, el presidente francés, Emmanuel Macron, había obtenido una carta del presidente de la AP, Mahmud Abbas, que apoyaba un plan para el día siguiente de la guerra en el que Hamás sería desarmado e inhabilitado para ocupar cargos públicos y se formaría un organismo transitorio de expertos para gobernar Palestina bajo el paraguas de una Autoridad Palestina ya reformada.

La iniciativa de ambos países, que además contaba con el apoyo de numerosos estados miembros de la ONU, hizo que Tel-Aviv y Washington se apresuraran a recuperar el control del relato y una semana después, el 29 de septiembre, Netanyahu se presentaba en la Casa Blanca. Dos momentos clave volvían a producirse: la llamada bilateral con Doha, y el anuncio de que Israel aceptaba un plan de 20 puntos para acabar con la guerra. Ya sólo quedaba hacer pasar por el embudo a Hamás.