Trump vuelve a instaurar el caos político en EE.UU.

Los constantes volantazos del nuevo gobierno siembran la confusión y la incertidumbre en todos los niveles administrativos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firma una orden ejecutiva en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, EE.UU., el 31 de enero de 2025.
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WashingtonCon sólo una semana (en realidad cinco días), Donald Trump ha tenido tiempo de sembrar el pánico y la confusión ordenando congelar las ayudas federales de los programas sociales por acabar retrocediendo cuando una juez le ha parado los pies; politizar la primera tragedia de su segunda presidencia para atacar sin pruebas las políticas de inclusión, y declarar la guerra comercial en México, Canadá y China. Trump ha dejado claro que el caos no era una consecuencia de su desconocimiento de Washington durante su primer mandato, sino que es su forma de hacer política.

El republicano vuelve más preparado, más decidido y más agresivo. Tiene un plan: son los "días de caos" que vaticinaba su exasesor Steve Bannon en las semanas antes de la investidura. El torrente de decretos no afloja y la agenda presidencial que envía cada mañana la Casa Blanca siempre repite las mismas cinco palabras: "El presidente firma órdenes ejecutivas". El mandatario levanta polvareda para crear el espejismo de una reforma radical del país y busca desestabilizar el sistema político. Incluso los taquígrafos de la Casa Blanca están teniendo problemaEs para seguirle el ritmo y se están plateando contratar refuerzos.

Trump no deja de lanzar titulares incendiarios mientras despliega implacablemente su agenda ultra. El miércoles, cuando firmó la ley Laken Riley –una norma que agilizará las deportaciones masivas– Trump pasó de jactarse de haber "impedido el envío de 50 millones de dólares a Gaza para comprar condones para Hamás" a anunciar sus planes para crear un centro de detención en Guantánamo para 30.000 sin papeles. La cuestión de los preservativos es una falsedad: un informe de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) constata que ninguno de los 60,8 millones de dólares gastados en el envío de preservativos financiados por EE.UU. fueron a parar a la Franja. En cuanto a Guantánamo, el centro de detención para inmigrantes ya existe en la isla y la mayoría de internos son personas que intentan llegar desde Haití y Cuba, y no se aplican las mismas garantías legales que en la resto del país.

Incluso al día siguiente del choque entre un avión comercial con 64 personas a bordo y un helicóptero militar con 3 soldados en Washington, Trump contestaba así a la pregunta de si visitaría los lugares de los hechos: "Tengo un plan, pero no para visitar el sitio. Porque dime, ¿cuál es el lugar? Y, una vez más, volvía a decir a los periodistas que el género o la raza "podían" haber tenido un papel en la tragedia: "Quizás sí. No lo sé. La incompetencia podría haber tenido un papel". Todo ello mientras firmaba un memorando para poner fin a los programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en la Administración Federal de Aviación (FAA).

La confusión no sólo es fruto de todas las órdenes y memorandos firmados, sino también de los no firmados. El viernes la Casa Blanca confirmaba que a partir de este sábado entrarían en vigor los aranceles para México, Canadá y China, pero el presidente aún no los ha firmado. Trump se marchó a Mar-a-Lago la tarde del viernes y para este sábado no tiene programado ningún evento público. El 1 de febrero comenzó sin una aplicación real de las tarifas pese a la confirmación por parte de la secretaría de prensa, Karoline Leavitt.

Campaña de miedo a los trabajadores federales

La incertidumbre se ha convertido en la tónica de la vida política de Washington. Dentro de la administración no sólo existe confusión sobre cómo aplicar las órdenes (o si aplicarlas), sino que muchos de los trabajadores federales no saben qué pasará con su trabajo. La orden de congelar toda la ayuda exterior, con la excepción de Israel y Egipto, desató el despido de cientos de empleados que trabajaban para la USAID a través de contrataciones públicas.

Poco después, sin embargo, el secretario de Estado, Marco Rubio, firmó un memorando en el que decía que no se bloquearía la ayuda que se considerase "vital" para salvar vidas.

Una trabajadora de la USAID explicaba al ARA (bajo condición de anonimato) el caos que han representado esta semana los cambios bruscos de la administración. Mientras a principios de semana se le comunicó que ya no hacía falta que volviera a la oficina, ahora no sabe si la volverán a contratar con la nueva excepción. Esta persona explica que, sin embargo, viendo el caos en la nueva administración, no tiene claro si quiere volver a trabajar para ellos, por lo que buscará trabajo en otra empresa sin vínculos con el gobierno. "Creo que lo hacen expresamente para que así nosotros marchemos y ni siquiera tengan que despedirnos", explicaba.

En medio del miedo a no saber si serán despedidos o no, el presidente ofreció esta semana indemnizaciones para los empleados que renuncien antes del 6 de febrero. Si renuncian ahora, recibirían ocho meses de sueldo. La propuesta, en la que participó Elon Musk, ha generado aún más inseguridad entre la plantilla, ya que no queda claro que el gobierno tenga realmente la autoridad para aplicarla.

La semana pasada, Trump ya despidió a los trabajadores del departamento de Justicia que le investigaron por los casos penales de los papeles de Mar-a-Lago y el asalto al Capitolio. Esta semana le ha tocado en el FBI. Se ha notificado a un grupo de altos funcionarios de la agencia federal que deben renunciar en cuestión de días o serán despedidos, según publica este viernes el New York Times. Paralelamente, también se filtró a la prensa estadounidense que la nueva administración estaba preparando una lista con los agentes que investigaron a Trump por ambos casos federales, también para despedirlos.

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