37 meses y 13 días de cautiverio en Rusia: "Contaba los días"
Más de 70.000 soldados ucranianos constan como desaparecidos y se suman al enorme cómputo de hombres muertos y mutilados
Enviada especial a Morshyn (Ucrania)La habitación huele a tabaco. Unos doce metros cuadrados con dos camas y una mesita de noche. Un paquete de tabaco, móviles, agua, medicamentos y poco más. Maksym y Mykyta llevan dos semanas haciendo de este pequeño cuarto su casa. No tienen nada más en la habitación, porque no tienen más. El 24 de mayo fueron liberados en el segundo gran intercambio de prisioneros de guerra entre Rusia y Ucrania después de las conversaciones el mes pasado en Estambul. Estuvieron cautivos durante "37 meses y 13 días" y durante "555 días", respectivamente. Cada uno tiene su forma de llevar el recuento del tiempo de su infierno, en cautiverio en manos del ejército ruso. "Contaba los días", asegura Maksym.
Maksym y Mykyta son dos de los 46 soldados liberados en las últimas semanas que se recuperan en un centro de acogida en Morshyn, en el oeste de Ucrania. Es una imponente mole de estilo soviético, que hace décadas había funcionado como centro de rehabilitación y que desde el inicio de la gran invasión rusa contra Ucrania ha recuperado su vieja función. Recuperación física, pero también –y sobre todo– psicológica. Pertenece al servicio estatal de la Guardia de Fronteras, que lo está renovando poco a poco para poder acoger a personas afectadas por la guerra. Además de los liberados en los intercambios de prisioneros, ahora hay 115 soldados heridos –muchos de ellos, con extremidades amputadas–, 19 mujeres –esposas y madres– y seis criaturas. Y 31 personas que han sido desplazadas de territorio ucraniano ocupado por Rusia.
Maksym, que tiene 39 años, se sienta en su nueva cama, vestido con chándal, chancletas, el cuerpo encorvado, las manos entre las rodillas. Los ojos, durante mucho rato, clavados en el suelo. Está delgado, con las facciones marcadas. Rapado y bien afeitado. Cuesta imaginar cómo era su aspecto hace tres años. No da detalles de dónde y cómo le capturaron. Pero cuenta que es de Mariúpol.
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Mariúpol cayó en manos rusas el 20 de mayo de 2022 después de uno de los peores asedios de esta guerra, pocas semanas después de que Vladimir Putin lanzara la operación a gran escala contra Ucrania el 22 de febrero.
Los ojos de Maksym destilan sobre todo tristeza. Su postura deja entrever el estrés postraumático, seguramente el miedo.
— ¿Os han tratado muy mal, verdad?
— Sí.
Un sí lacónico, de reacción instantánea. Ninguna palabra más.
— ¿Podéis dormir y descansar por las noches?
En este caso sí que vacila. Tarda unos segundos en contestar.
— Hay dificultades. Pero la situación va mejorando.
"Nos vamos recuperando y vamos ganando fuerzas", apunta su compañero Mykyta. Él tiene treinta años y fue capturado en Bakhmut. Los dos conversan con sor Lucía Caram, que en su última expedición humanitaria a Ucrania ha transportado, entre otros productos, cientos de prendas para los soldados ucranianos que han sido liberados en las últimas semanas. Es una conversación corta; las palabras cuestan de salir, después de tres años. Maksym cuenta que tiene mujer e hijos, de trece y diecisiete años.
— Cuando estabas en cautiverio, ¿te ayudaba pensar en ellos?
— Sí, todos los días.
— ¿Ya los has visto?
— Todavía no. Hablamos por internet.
— ¿Dónde viven?
— En Mariúpol.
La familia de Maksym está en una ciudad ocupada por Rusia. Mykyta ha tenido más suerte. Él es de Járkov y pudo ver a su mujer en Kiev, cuando lo liberaron.
Maksym mantiene la esperanza de reencontrarse.
— Tienen intención de venir desde Mariúpol a visitarme.
— ¿Pueden salir con libertad?
— Intentarán salir por otro país.
Parece que quiera sonreír, pero también que tengan que saltarle las lágrimas en cualquier momento. "Es muy importante para nosotros entender que no estamos solos, que hay gente que nos apoya".
"Fue una experiencia muy dura, pero la soportamos", resume Vitaliy, que intenta recuperarse de su trauma en otra habitación del centro. Lleva una camiseta con el escudo de Ucrania y un salmo escrito: "El Señor dará fuerza a su pueblo". Salmo 28.11. Explica que el apoyo del pueblo ucraniano es lo que les ha hecho resistir. "Lloramos cuando vimos a la gente alrededor de la carretera, el día que nos liberaron", recuerda. Y termina con el omnipresente clamor en este país: "Slava Ukraini" (Gloria a Ucrania).
Desaparecidos en combate
Este clamor, seguido siempre de la respuesta automática "Heroyam slava!" (Gloria a los héroes), se repite casi como un mantra en la plaza Maidan de Kiev durante una concentración de familiares de soldados desaparecidos. Hay carteles que denuncian el silencio sobre el paradero de sus maridos, hijos o hermanos: "Silenciar el destino de las personas desaparecidas significa torturarlas con tus propias manos", se lee en un cartón que sostiene una chica. A su lado, dos jóvenes aguantan una gran bandera ucraniana con la foto de su desaparecido.
La plaza está llena de estas banderas, llenas de imágenes de hombres –muchos chicos jóvenes– vestidos de soldado, que no se sabe si están vivos o si están muertos o si se han convertido en prisioneros del ejército ruso.
"Hace medio año que no tengo a mi marido a mi lado. ¿ADN? Las pruebas de ADN tardan mucho en hacerse", dice Natalia, una de las concentradas. "Pero nosotros no esperamos el ADN, nosotros los esperamos vivos. Estamos esperando, estamos esperando...", repite con la voz rota. Dos mujeres más, esposas de soldados de la misma brigada, insisten en el mismo discurso. Y denuncian que la policía no colabora con las familias y que los mandos de las brigadas tampoco dan ninguna información.
La información oficial es que hay más de 70.000 ucranianos que se consideran desaparecidos, la gran mayoría soldados, según la cifra hecha pública el 1 de mayo por el comisionado para personas desaparecidas bajo circunstancias especiales, Artur Dobroserdov. "En la mayoría de los casos sólo podremos saber qué les ocurrió después de que acabe la guerra", admitió. En lo que va de año, 30.000 ucranianos se han añadido a la lista, mientras que unos 12.000 se han eliminado del registro después de haber sido hallados, liberados del cautiverio ruso o que sus cuerpos hayan sido identificados por los equipos forenses.
En Ucrania sólo hay tres crematorios, en Odesa, Lviv y Kyiv. "El de Kiev trabaja todos los días", explica Andrii Zimin. La guerra ha hecho que parte de su rutina laboral sea visitar depósitos de cadáveres, crematorios y cementerios. Él es el director de AU International Service, una compañía que presta servicios de asistencia a extranjeros que están en Ucrania. "Antes de la guerra, los servicios funerarios representaban un 20% de nuestro trabajo. Ahora, al menos un 50%. Y el resto, asistencia médica a heridos", dice. Su empresa ha ayudado a la repatriación de cuerpos de decenas de extranjeros, principalmente combatientes de la Legión Internacional, pero también cooperantes, como la catalana Emma Igual, directora de la ONG Road to Relief, fallecido en septiembre del 2023 en Bakhmut.
En el centro comercial de la plaza Maidan hay una competición infantil de cubos de Rubik y otros juegos de agilidad mental. "Esto es el futuro de Ucrania. No el ejército", dice Andri. "Pero deben aprender a luchar, porque tenemos vecinos locos", añade resignado.