Boicot interno o liderazgo reforzado: las consecuencias de las elecciones francesas para Europa

Una victoria de Le Pen sacudiría la política de la UE, y también de la OTAN, en pleno enfrentamiento contra Putin

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Los colos de la Unión Europea proyectados sobre la torre Eiffel.

BruselasSi Le Pen ganara las elecciones presidenciales francesas del 25 de mayo, no se convertiría solo de manera automática en Madame la présidente de la République, sino que también llevaría durante un mes el sombrero de presidenta de la Unión Europea, un cargo que Francia ostenta de manera rotatoria hasta junio. Y lo haría después de haber abogado por un Frexit que ahora descarta, pero con una serie de medidas en el programa electoral que implican un boicot a la Unión desde dentro. En cambio, la victoria de Emmanuel Macron parecería instintivamente un refuerzo de su posición como líder europeo en la era post-Merkel a pesar de que, si el resultado es tan ajustado como algunos sondeos han pronosticado, el aún presidente francés puede tener complicado ignorar algunos de los asuntos que Le Pen ha puesto sobre la mesa en materia exterior.

El apretón de manos con Vladímir Putin ha perseguido a Le Pen desde que ha estallado la guerra en Ucrania, en el momento clave de la campaña electoral, e incluso en el cara a cara con Macron, en el que el presidente la acusó de ser un títere del Kremlin. Y en una eventual victoria de la ultraconservadora, esta sería una de las consecuencias más inmediatas en Bruselas. La Unión trabaja en todos los ámbitos desde que ha empezado la invasión rusa de Ucrania para aprobar costosas sanciones que requieren la compleja unanimidad de los Veintisiete. Francia es uno de los principales impulsores, no solo porque ostenta la presidencia, sino porque el otro gran motor europeo, Alemania, está poniendo el freno de mano por culpa de la dependencia energética.

“Representaría la victoria estratégica más grande de Putin contra la OTAN y la UE junto con la expansión del despliegue militar ruso en el Mediterráneo desde 2015 y la entrega de misiles en Turquía en 2019”, escribe Marc Pierini, investigador del think tank Carnegie Europe, sobre una llegada de Le Pen al Elíseo. 

Alianzas peligrosas

La líder del Reagrupamiento Nacional se ha moderado en la retórica, pero había proclamado a Putin y Trump como sus referentes y colegas políticos a escala internacional. Y su programa electoral la acerca inevitablemente al presidente húngaro, Viktor Orbán, o a su homólogo polaco, Mateusz Morawiecki. Le Pen apuesta por la primacía del derecho nacional por encima del derecho comunitario. La líder ultraconservadora francesa también propugna reinstaurar controles en las fronteras internas para las personas que no tienen un pasaporte europeo, lo que desmenuzaría el espacio Schengen. En resumen, a pesar de que Le Pen asegura que no quiere que Francia abandone la UE, si fueran aprobadas, sus medidas la boicotearían desde dentro.

"Con la marcha de Macron, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, perdería a un aliado clave en el Consejo en su cruzada por una Comisión Europea más geopolítica", recuerda la investigadora del Instituto Montaigne, Georgina Wright, en un reciente análisis. Wright recuerda que Le Pen ya ha cuestionado varias veces la relevancia de la Comisión Europea, dice que tiene demasiado poder y que se tendría que sustituir por un secretariado directamente vinculado al Consejo de la UE, donde están representados los Veintisiete. También considera que la eventual victoria de la candidata del Frente Popular impulsaría a los partidos de extrema derecha para las elecciones europeas de 2024. Y, en el caso de la OTAN, tres cuartos de lo mismo, porque la ultraconservadora francesa apuesta por retirar a Francia del mando militar de la Alianza.

¿Y con Macron?

Pero la pregunta también es si una victoria de Macron implicaría algún cambio en su apuesta de reforzar Europa, su autonomía estratégica e industrial y su capacidad militar y de defensa. Se mantendría como uno de los líderes más veteranos dentro de un Consejo que ya no cuenta con Angela Merkel y lo más probable es que aprovechara el nuevo mandato para consolidar un liderazgo que ya ha querido asumir en la crisis de Ucrania.

Ahora bien, la simple posibilidad de que el principal motor político de integración europea pueda ser liderado por el euroescepticismo encarnizado de Marine Le Pen invita, cuando menos, a reflexionar sobre el estado de salud del europeísmo. No en las más altas esferas, que han sido capaces de pactar recientemente la primera gran emisión de deuda conjunta o sanciones históricas contra Putin, sino en las calles, entre los votantes no solo del Frente Popular, sino del Fidesz de Orbán –que ha revalidado cargo–, del Ley y Justicia de Morawiecki, de la Liga Norte de Salvini o, sin ir más lejos, de Vox, que ya ha llegado al primer gobierno regional de España.

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