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La ciudad de los Peaky Blinders, infestada de ratas por una huelga de basura

Cuatro semanas de interrupción total del servicio dejan en las calles de Birmingham 17.000 toneladas de desperdicios y mucha indignación vecinal

Un niño se tapa la nariz por el hedor de un montón de desechos que bloquea la acera en Birmingham, donde la huelga de los basureros ya dura cuatro semanas.
05/04/2025
4 min
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BirminghamCuando llueve a cántaros, en inglés se puede decir, entre otras expresiones, "it's raining cats and dogs". Una traducción literal, que no tiene ningún sentido en catalán, sería: "Llueven gatos y perros". En Birmingham, la segunda ciudad del Reino Unido, lo que caen ahora son ratas y gatos, no gatos y perros. .000 toneladas de basura, resultado de las cuatro semanas de huelga ininterrumpida de los trabajadores del servicio municipal, que se añaden a los días de paro intermitente que han llevado a cabo desde el 4 de enero La situación es tan grave desde el punto de vista de la salud pública que el pasado lunes, la autoridad local de la capital la ciudad de los Peaky Blinders, declaró el estado de emergencia. De momento, no se ha notado en nada, todo sigue igual, se lamentan los residentes. En algunos distritos y barrios –Aston, Small Heath, Witton, Acocks Green, Bordesley Green o Allens Cross–, el problema es mucho más que evidente. Áreas donde los residentes no suelen tener recursos suficientes para pagarse un servicio privado de limpieza –240 libras a la semana, puede llegar a costar– y donde tampoco pueden alquilar contenedores de obra para ir acumulando bolsas y más bolsas a la espera de la resolución del conflicto.

Birmingham, el resultado de cuatro semanas sin recogida de basura.
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Acocks Green es un barrio del sudeste. Vive Israr Ul Haq, un conductor de profesión, de 53 años, que el pasado miércoles se quejaba con impotencia ante este cronista de cómo se ha degradado la situación. "No puedo salir de mi casa sin tener que taparme la nariz, del mal olor". Israr dice haber visto ratas en su barrio. A plena luz del día. Y lo decía igualmente Rose Shim, una estudiante universitaria que reside en Small Heath, también en el sureste: "Las ratas corren por todas partes, ratas grandes de la longitud de mi brazo. Y puedo ver las palomas golpeando entre la basura. Esto es un gran problema".

Sol deslumbrante y altas temperaturas

Quizás más afortunado, este periodista no ha tropezado con estos animalitos en sus paseos arriba y abajo de la ciudad. Pero sí ha podido percibir en algunas áreas un hedor ciertamente desagradable. Han contribuido una serie de días con un deslumbrante sol y temperaturas más altas de lo habitual para la época del año, que han favorecido la putrefacción de restos de comida acumulados que hay esparcidos en el suelo. Restos que atraen a los roedores, a los gatos que las persiguen y también a zorros, que hay algunos que rodean por muchas ciudades del país –en Londres, también–, y no necesariamente en los distritos más suburbanos.

Aston, otra zona residencial de clases populares, en este caso en el norte, se ha visto impactada por la huelga en términos similares. Que en muchas de sus calles las casas no tengan siquiera un pequeño patio delantero –frente yard–, agrava la situación. Porque no hay espacio para los contenedores, que se acumulan en las aceras y que vierten suciedad de todo tipo.

En Aston es donde está el Villa Park, el estadio donde juega el Aston Villa, equipo de la Premier League. Y a tan sólo dos calles de la tribuna llamada Doug Ellis, la entrada de la guardería de la Yew Tree Community School prueba la gravedad de la situación. En sus puertas se acumula una pequeña montaña de basura que da miedo. Situación que, por razones evidentes, no gusta en absoluto ni a la dirección del centro ni a los padres que llevan los niños, como aseguraba al ARA Aisha Shabir, una de las maestras de preescolar. "No podemos hacer nada, es vergonzoso", decía, tomando la situación con resignada impotencia e indignación.

Entrada en la guardería de la Yew Tree Community School, en el barrio de Aston, en la ciudad de Birmingham.

Un paseo por Aston o por Witton, barrio cercano, o por cualquier parte que no sea el centro de la ciudad –alrededor de New Station Street– permite comprobar que lo que ocurre frente a la guardería no es nada extraordinario. Ve de todo por todos los rincones. Frigoríficos, sofás, trozos de pizza, cajas de pizza, basura acumulada en pasillos donde no apetece entrar, latas, ropa. Por ahora, los vecinos de Birmingham ni siquiera pueden evitar que los pasavolantes sepan cuáles son sus hábitos alimenticios: comida rápida, mucha Coca-Cola, mucha bebida carbonatada y también mucha cerveza.

Problemas económicos

El origen del conflicto es económico. Los trabajadores, muy bien organizados en torno al sindicato Unite, protestan a raíz de los cambios propuestos en la plantilla. El ayuntamiento quiere eliminar el cargo de agente de recogida y reciclaje de residuos, que forma parte de los equipos, y que también vela por la seguridad de éstos. La propuesta ha despertado la ira de los trabajadores por las posibles reducciones salariales que implica. Unite sostiene que unos 150 miembros de los 400 de la fuerza laboral podrían sufrir recortes de hasta 9.500 euros. Sin embargo, el ayuntamiento sostiene que se han ofrecido lugares alternativos sin menos sueldo o bajas incentivadas. El sueldo anual de estos operarios de limpieza, según su responsabilidad, asciende a entre 27.300 y 33.000 euros.

El conflicto es el último episodio en la retahíla de problemas de un ayuntamiento que controlan los laboristas desde el 2012. Hace justo un año, el municipio impuso lo que popularmente se conoció como tasa de las ratas, un impuesto extra de 28 euros que se justificaba para ayudar a controlar las plagas de roedores, que ahora vuelven a campar libremente. Sin embargo, en realidad fue un intento de aumentar la recaudación de impuestos, ya que el consejo local tiene unos números rojos catastróficos.

Con un déficit superior a los 4.000 millones de euros –el mayor del país–, el ayuntamiento se vio obligado a declararse en quiebra. Todo ello ha provocado una incontable reducción de servicios sociales y un aumento del impuesto local que deben satisfacer todos los hogares del 21%, además de la tasa de las ratas. Pagar mucho más por tener muchos menos servicios, y uno esencial como la recogida de basura, provoca frustración, preocupación e indignación. El gobierno central considera intervenir para poner fin a la crisis.

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