Europa

El desconocido origen nazi del recorrido de la antorcha olímpica

El Tercer Reich quiso identificar a la raza aria alemana con los griegos antiguos y aprovechó los Juegos de Berlín de 1936 para hacerlo

Momento en el que la antorcha olímpica llega a Berlín, el 1 de agosto de 1936.

Olimpia (Grecia)La antorcha que encenderá el fuego del pebetero de los Juegos Olímpicos de París 2024 surca ya el Mediterráneo de camino hacia Francia. El templo de Hera, en los escombros de la antigua ciudad de Olimpia, en Grecia, fue testigo el 16 de abril del tradicional protocolo del encendido, para el que hubo que utilizar una llama de los ensayos del día anterior, ya que la jornada se levantó nublada.

El conocido ritual tiene que ver con Prometeo, el titán que robó el fuego –símbolo de la civilización– a los dioses y lo entregó a los humanos; también con las carreras de relevos de antorchas en la antigua Grecia –las lampadedromías– y con las vestales, que tenían como objetivo vital mantener encendido el fuego sagrado de Vesta, la diosa del hogar y la familia en la religión romana, que se corresponde a Hestia en la mitología griega.

El fuego era uno de los elementos principales de casi todas las celebraciones y eventos en la Grecia antigua, incluidos los Juegos Olímpicos. "Los eventos deportivos se consideraban actos religiosos y, como sucedía en este tipo de actos, se encendía una llama en un altar durante el tiempo que duraban", explica Fernando García Romero, catedrático de filología griega en la Universidad Complutense de Madrid ( UCM) y director de Cuadernos de Filología Clásica.

La actriz griega Mary Mina, como gran sacerdotisa, con la antorcha olímpica durante la ceremonia de encendido el 16 de abril.

Aunque en la Grecia clásica no había competiciones deportivas por equipos y todas las disciplinas eran individuales, la carrera de antorchas para llevar la llama en el altar era de equipos de relevos, que se hacían por distritos. La antorcha encendida se pasaba de unos portadores a otros, desde el punto de salida hasta la meta, donde estaba el altar del dios. El primer equipo que llegaba encendía la llama.

Pero el origen del relieve actual debe situarse en la Alemania nazi. En 1931 el Comité Olímpico Internacional designó a Berlín como sede de los Juegos Olímpicos de 1936. En ese momento Adolf Hitler aún no había alcanzado el poder. Lo hizo en 1933 y prácticamente enseguida empezó su política de depuración del país: contra los judíos, los disidentes políticos, los gitanos, los discapacitados, los homosexuales; cualquier persona que el partido considerase que no debía formar parte de la nueva Alemania que estaba naciendo en esos momentos.

Emparentar con la raza aria

Aún así, los Juegos de Berlín se celebraron igualmente. Antes, el comité organizador introdujo la práctica que perdura hasta la fecha: el recorrido desde la antigua ciudad de Olimpia hasta la sede de los Juegos de la llama olímpica con la antorcha. La idea fue de Carl Diem, secretario general del comité organizador y uno de los historiadores del deporte alemán más destacados de entonces, que todavía ahora, pese a su estrecha vinculación con el régimen nazi, es una referencia.

El objetivo de Diem –y también del nacionalsocialismo– era emparentar a la Grecia clásica con la raza aria. “Los alemanes nazis se autodenominaban los griegos del norte. Según esa idea, ellos eran los descendientes y herederos de los griegos antiguos”, explica García Romero.

Unas 3.500 personas llevaron la antorcha desde Grecia a Alemania, atravesando los Balcanes. Los Juegos sirvieron para blanquear la imagen del Tercer Reich, pero no sólo: durante la celebración se detuvo la maquinaria antisemita y Berlín camufla la situación del país, aunque ya en 1933 se estableció el campo de concentración de Dachau por cerrar los opositores políticos.

Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se reanudó la celebración deportiva, la práctica de llevar la antorcha y de los relieves –a pesar de su origen nazi– se mantuvo y actualmente es el símbolo de la cuenta atrás hasta el encendido del pebetero .

Este viernes, después de haber realizado un viaje por los sitios arqueológicos más emblemáticos de Grecia, de haber recorrido unos 5.000 kilómetros y de haber sido transportada por unas 600 personas, la llama será entregada a una delegación de París 2024 en el Estadio Panatenaico, donde se llevaron a cabo los primeros Juegos de la era moderna, en 1896.

La antorcha saldrá del puerto del Pireo, en Atenas, hacia Marsella a bordo del barco Belén, declarado monumento histórico. La llama recorrerá Francia y el 26 de julio llegará a París. Se calcula que en Francia la transportarán unas 10.000 personas, y que habrá realizado un viaje de unos 17.000 kilómetros. Pero no viaja sola, sino que lo hace con otras de también encendidas en Olimpia: en caso de que la llama de la antorcha principal se apagara se volvería a encender con otra de las acompañantes.

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