Alemania

El discurso antiinmigración dispara los dos extremos políticos en Alemania

La extrema derecha y la nueva izquierda populista también coinciden en querer cortar la ayuda a Ucrania

Seguidores de Alternativa por Alemania en un mitin de su líder en Turingia, Bjorn Höcke, en Erfurt.
Laura Ruiz Trullols
08/09/2024
8 min

BerlínEl ascenso de la extrema derecha en los lands alemanes de Turingia y Sajonia en las elecciones del pasado domingo ha sacudido la política alemana. Los comicios se celebraron justo una semana después de que un joven sirio protagonizara un ataque con cuchillo en la ciudad de Solingen, y esto hizo que las posturas antiinmigración más radicales ayudaran a ganar votos no sólo en Alternativa para Alemania (AfD), sino también en el resto de partidos, también en el extremo opuesto del espectro político. La nueva izquierda populista también ha comprado este discurso y ha obtenido sus frutos.

En Sajonia y Turingia ningún partido tiene suficiente peso para gobernar en solitario, y las negociaciones para formar gobierno no serán fáciles. Para dejar la extrema derecha fuera y mantener el cordón sanitario –lo que en Alemania llaman brandmauer [cortafuegos]–, los partidos tradicionales necesitarán pactar con una nueva formación populista de izquierdas. Se trata de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), que fundó a principios de año esta diputada histórica del partido de izquierdas Die Linke y que ha obtenido el 15,8% de los votos en Turingia y el 11,8% en Sajonia, tercera fuerza en ambas regiones –aunque ella no era ninguna de lista en ninguna de las dos regiones–. Progresista en cuestiones económicas, con un discurso antiinmigración y con una visión prorrusa de la política exterior, los partidos tradicionales no esconden que preferirían no tener que hacer tratos.

Pero los conservadores de la CDU no tendrán más remedio que pactar con la BSW si quieren gobernar con mayoría parlamentaria. En Sajonia, los cristianodemócratas ganaron las elecciones (con un 31,9% de los votos), seguidos de cerca por la AfD (30,6%), y necesitan los escaños de la BSW y de los socialdemócratas. En Turingia quedaron segundos (23,6%), muy por detrás de la extrema derecha (32,8%), y tendrán que contar con la BSW y levantar el veto a pactar con Die Linke.

Manifestación en contra de Alternativa por Alemania en la ciudad de Erfurt el 1 de septiembre, con carteles que piden prohibir el partido.

La AfD y la BSW son sin duda los grandes ganadores de estas elecciones. Dos fuerzas que han encontrado campo para correr en el este de Alemania pero que crecen en todo el país. Pese a las diferencias de origen y tradición política, ambos partidos han centrado la campaña en dos grandes temas: pedir un giro en la política de asilo y migratoria y que se detenga el apoyo militar a Ucrania. Alemania es el país que más ayudas envía al país en guerra después de Estados Unidos, y cada vez más ciudadanos se muestran en contra. Cuando en junio Zelenski dio un discurso en el Bundestag, los diputados de estos dos grupos abandonaron los escaños. También comparten elogios para el autoritarismo de Putin.

Además, han sabido capitalizar la frustración por la parálisis económica y el rechazo creciente hacia el gobierno central, formado por socialdemócratas, verdes y liberales. Los tres socios han reconocido errores por su forma de comunicar y las rencillas constantes, pero no piensan dejar el gobierno ni explican cómo lo harán para no perder más apoyos.

El 22 de septiembre, estos dos extremos con coincidencias pueden consolidarse como la alternativa preferida de más alemanes. Hay elecciones en Brandeburgo, otro land del este donde la AfD lleva meses encabeza las encuestas (con el 24% del voto) y donde la BSW podría sacar cerca del 17%.

Björn Höcke (AfD): el extremo de la extrema derecha

Bjorn Höcke, líder d'Alternativa per Alemanya a Turíngia.

El extremo de la extrema derecha. Así es como define Anna-Sophie Heinze, politóloga de la Universidad de Tréveris, el líder de Alternativa para Alemania (AfD) en Turingia, Björn Höcke. El hombre que ha llevado a la formación ultra a ganar unas elecciones regionales por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial es polémico incluso para muchos de sus compañeros, que intentaron expulsarle del partido en el 2017. "L 'AfD sabe que es una persona difícil y que con figuras tan extremas como él no pueden aspirar a hacer buenos resultados en el ámbito federal", asegura Heinze.

La noche de la victoria, Höcke dijo a la televisión pública que estaba preparado para asumir la responsabilidad del gobierno, pero la mayoría de los medios no pudieron entrevistarle ni cubrir el acto donde se reunieron simpatizantes y miembros del partido. Pese a que había una orden judicial que obligaba a la AfD a facilitar el acceso a todos los periodistas sin distinciones, el partido alegó motivos de falta de espacio en el restaurante donde se reunieron y les denegó el acceso. Sólo un medio de extrema derecha publicó el discurso de Höcke. "No podemos seguir así", dijo en referencia a la política migratoria y de asilo, y el público respondió con gritos racistas como "¡deportar, deportar, deportar!"

Míting de Bjorn Höcke en Erfurt, en Turingia.
El líder de AfD en Turingia, Born Höcke.

Ningún partido quiere pactar con la AfD, tampoco la BSW, pero Höcke no ha explicado cómo lo hará para dejar de estar en la oposición. Es consciente de que las negociaciones en Turingia serán difíciles y no descarta que haya elecciones avanzadas si la mayoría que se forma no es suficientemente estable.

Höcke era profesor de historia antes de dedicarse a la política, y ha sido condenado dos veces por hacer uso de eslóganes nazis en actos de campaña. La última sentencia llegó en julio: 17.000 euros por decir en un acto de campaña "Todo para Alemania", un lema de las SA nazis, una organización paramilitar que ayudó a Hitler a llegar al poder. De hecho, es activo en el movimiento político Neue Rechte, que surgió en los años sesenta y es partidario de relativizar el Holocausto y el rol que tuvieron los alemanes. En un mitin del 2017, Höcke tachó de "vergonzoso" el monumento en recuerdo a las víctimas del Holocausto de Berlín. Esta corriente revisionista ha encontrado en la AfD una organización que atrae a votantes y obtiene influencia en las instituciones.

Además, los movimientos de Höcke son vigilados de cerca por la inteligencia alemana, porque la AfD en Turingia y en Sajonia están categorizadas por la oficina de Protección de la Constitución Alemana como "extremistas". Como diputado, se ha quedado en varias ocasiones sin inmunidad parlamentaria por investigaciones sobre incitación al odio y negacionismo.

Manifestación en contra de Alternativa por Alemania en Erfurt.

Durante la campaña, Höcke fue la estrella de los mítines del partido. Con un chaleco antibalas bajo la camisa porque la policía considera que puede ser el objetivo de un ataque, era quien más aplausos recibía. Varios observadores coinciden en que procura ser visto como una persona bien educada y que le gusta presumir de modestia. Sus proclamas racistas calaron en Turingia, donde hizo promesas como la deportación masiva de inmigrantes, lo que él llama "reemigración", y el fin de las ayudas sociales para los refugiados. Aunque entre el público se veía sobre todo a hombres de edad avanzada, casi el 40% de los jóvenes de menos de 25 años lo han votado.

También ha explotado el rechazo que causa el apoyo militar a Ucrania y la inclinación hacia Rusia de muchos ciudadanos en el este del país. Höcke pide formar un "gran movimiento por la paz no partidista" y tilda al resto de partidos de "belicistas". La AfD ha sido acusada de lazos con Putin desde hace tiempo. Oficialmente han condenado la guerra a Ucrania, pero son partidarios de abrir el gasoducto Nord Stream 2 y varios diputados han visitado los territorios ucranianos ocupados por Rusia en viajes presuntamente esponsorizados por el Kremlin.

No todos los miembros de la AfD se sienten cómodos con Höcke, pero cuenta con el aval de los colíderes del partido y Alice Weidel le ha acompañado en varios actos. Ahora queda por ver qué futuro tendrá más allá del land. Las encuestas en el Parlamento alemán muestran que la AfD puede convertirse en segunda fuerza en el Parlamento federal y, según las encuestas, ya aglutina el 18% del voto. En los próximos meses sabremos si para conseguir más apoyo utilizan Höcke o lo esconden.

Sahra Wagenknecht (BSW): la nueva izquierda populista de una 'outsider' experimentada

Sahra Wagenknecht, líder de l'Aliança Sahra Wagenknecht (BSW).

Una política acostumbrada a nadar a contracorriente. Sahra Wagenknecht es una outsider desde el comienzo de su carrera. Se hizo militante del Partido Socialista Unificado de Alemania que gobernaba la Alemania comunista en 1989, poco antes de la caída del Muro, con el país a punto de desmontarse. Durante la unificación de las dos Alemanias, representó la rama minoritaria comunista ortodoxa en la junta del partido cuando se transformó en Die Linkspartei (Partido de la Izquierda), pero duró poco. Y cuando éste y otros partidos se juntaron para formar Die Linke en el 2007, Wagenknecht logró ocupar cargos con visibilidad, primero como eurodiputada y después como diputada en el Bundestag, siempre generando polémica.

Con una retórica virtuosa, se hizo muy conocida cuando se convirtió en jefe de la oposición a raíz de encabezar la lista del partido en las elecciones federales del 2013 y del 2017. "Incluso cuando no seguía la línea del partido, tenía acceso a los medios. Es muy buena en televisión y tiene un carisma que era poco habitual en su partido", explica Kai Arzheimer, un profesor de ciencias políticas de la Universidad de Maguncia. "En los últimos cinco años se ha convertido en una voz muy crítica de la izquierda. Considera que Die Linke se ha modernizado demasiado y está sólo enfocada a los problemas de las ciudades".

Ante el descontento y las disputas con compañeros de Die Linke que la consideraban demasiado de derechas, sobre todo por su discurso antiinmigración, creó la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW). Pocos meses antes, la política de 55 años nacida en Jena, Turingia, abandonó el partido y demostró su poder de convocatoria. En noviembre de 2023 miles de personas la acompañaron en una manifestación contra el apoyo armamentístico en Ucrania ya favor de negociar el fin de la guerra con Rusia. Wagenknecht cree que la OTAN y Estados Unidos son culpables de la guerra y defiende incorporar a Rusia al entramado institucional de la seguridad europea.

Sahra Wagenknecht en un acto electoral en Eisenach, en Turingia.
Un mitin de Sahra Wagenknecht en Eisenach, en Turingia.

Desde entonces ha habido mucho debate para definir la ideología de la BSW. Las etiquetas más utilizadas son conservadora de izquierdas y populista de izquierdas. Con un programa electoral muy breve, existen muchas incertidumbres sobre qué posición tomarán en cuestiones clave. "Es un partido progresista en cuestiones sociales y económicas, pero con una tendencia autoritaria en cuanto a la inmigración. También es euroescéptico y tiene unas posturas discordantes con lo tradicional en cuanto a la política exterior", explica Arzheimer. "Ella bebe de la tradición comunista en lo que se refiere al feminismo y los derechos LGBTI+, pero cree que la izquierda no debería centrarse en cuestiones como los derechos trans o la defensa del matrimonio entre personas del mismo sexo, sino en las injusticias sociales y una distribución justa de la riqueza".

Con mensajes sencillos y llenos de eslóganes en los mítines y en las redes sociales, Wagenknecht ha logrado recoger la frustración de muchos votantes que tradicionalmente votaban a la izquierda, algunos nostálgicos de la época comunista y también migrantes que llevan años establecidos en el país. Aboga por unas pensiones más generosas, subir el salario mínimo, echar atrás en políticas climáticas y detener la llegada de refugiados.

El experto en extrema derecha Cas Mudde cree que no es casual que este discurso haya calado en un momento en que Alemania está a las puertas de la recesión económica y tiene una guerra a mil kilómetros de la frontera. Con los ojos puestos en las elecciones federales del 2025, cuando las encuestas apuntan a que puede llegar al 10% del voto, Wagenknecht ya se ha convertido en imprescindible en dos lands del país.

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