Un soldado camina cerca de una casa dañada por un fragmento de un presunto dron ruso abatido tras intrusiones en el espacio aéreo polaco, en el municipio de Wyryki.
11/09/2025
Jefe de Internacional
2 min

EstrasburgoElhomo smartphone, esta especie en la que nos hemos convertido a base de pasar horas enganchados a las pantallas de los teléfonos móviles, está tan acostumbrado a los inputs rápidos que, a veces, le cuesta percibir la profundidad del paisaje que nos rodea.

Y el paisaje con el que este miércoles nos despertábamos los europeos –especie, por cierto, en reconstrucción– era grave: de madrugada, el ejército de Polonia había abatido drones rusos que sobrevolaban su espacio aéreo al considerarles una amenaza. Traducción: intercambio de acciones de guerra entre la OTAN –y la Unión Europea– y una Rusia reinada por un líder abiertamente nostálgico del imperialismo soviético.

El escenario es inédito. El escenario –aunque insistentemente anunciado porque Moscú lleva tiempo tentando la suerte– habría parecido ciencia ficción hace cuatro años. El escenario acentúa preocupaciones. El escenario abre una nueva fase de hostilidad entre Occidente y Rusia. No hay que obviar el escenario.

"Europa está en lucha.[...] Europa debe luchar", decía la mañana Ursula von der Leyen desde el parlamento de Estrasburgo. Escuchándola, me imaginaba a sus asesores haciendo cambios de última hora para ajustar el discurso y que sonara a la altura del último desafío contundente de Putin. Von der Leyen sonaba contundente cuando decía: "Europa está en combate y defenderemos hasta el último centímetro cuadrado de nuestro territorio". El cuarto aplaudía. Von der Leyen también sonaba contundente cuando preguntaba: "¿Europa tiene estómago para luchar?" El cuarto aplaudía.

Los aplausos en la preciosa ciudad de Estrasburgo, donde la guerra parece una broma lejana, me hacían pensar en otra ciudad europea preciosa, Odessa, donde la guerra es una verdad horrorosa. Hace dos semanas, en la preciosa Odessa, el portavoz de la marina ucraniana me decía otra frase contundente: "Si Ucrania pierde esta guerra, al día siguiente una Ucrania liderada por Rusia atacará a Europa".

Las frases contundentes a menudo parecen alarmistas. ¿Es alarmista hablar de riesgo de mayor guerra en Europa? La respuesta varía contundentemente según se contesta desde Varsovia o desde Barcelona. ¿Tiene Europa estómago para luchar? Más que estómago, lo que debería preguntar Von der Leyen es si Europa tiene capacidad para luchar. La respuesta desenmascara la gran debilidad europea de hoy: la famosa autonomía estratégica es todavía una ilusión adolescente, y la seguridad del continente sigue en manos de Estados Unidos irremediablemente imprevisibles.

"Para conseguir la autonomía estratégica hace falta primero una emancipación mental", decía esta semana una voz relevante del Parlamento Europeo. Ésta es la gran lucha de Europa. El escenario europeo de hoy es contundentemente distinto al escenario europeo pre-2022. En ese escenario Kiiv era un destino turístico más para elhomo smartphone. En el escenario de hoy las trincheras ucranianas están llenas de hombres que luchan y mueren con el móvil en el bolsillo.

Es difícil obviar el cambio de escenario, de paisaje, de Europa, de mundo.

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