Los franceses salen en defensa de la República

Los franceses reaccionan después de la segunda vuelta de los resultados de las elecciones legislativas en París
08/07/2024
3 min

La ciudadanía francesa se ha movilizado ante la amenaza de la extrema derecha y ha impedido que Le Pen, Bardella y los suyos gobiernen Francia. Por la decisión de disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones, Emmanuel Macron se encuentra frente a la urgencia de abrir y canalizar una nueva etapa sobre la base de un Parlamento en el que si algo se ve claro es la dificultad de construir una nueva mayoría estable y, por tanto, de proponer al primer ministro –una competencia del presidente de la República– que debe liderarlo. Y esto llega en un momento en el que la autoridad de Macron está muy tocada por la sensación de pérdida del sentido de la realidad y de alejamiento de la ciudadanía que ha demostrado en los últimos tiempos.

Lejos de la tradición de la V República fundada sobre un bipartidismo imperfecto que las elecciones siempre decantaban de uno u otro lado, la nueva Asamblea Nacional es una ecuación que requerirá un liderazgo, una ponderación y una capacidad de integración de sensibilidades muy diversas. El Nuevo Frente Republicano ha llegado primero, pero no se ve ninguna alianza automática, por proximidad ideológica, que le garantice el acceso a la mayoría absoluta. Las dificultades comienzan en casa. El Frente es fruto de una emergencia –la amenaza de la extrema derecha– que ha permitido unir las candidaturas de toda la izquierda, pero entre el Partido Socialista, que ha obtenido resultados que hacen creíble su resurrección, y la Francia Insumisa hay todo un mundo.

Sin duda, sin embargo, el titular de la noche es el descalabro de la extrema derecha, proporcional a las expectativas –posiblemente exageradas– derivadas del resultado de la primera vuelta. La ciudadanía, siendo julio, mes de vacaciones, consciente de la amenaza que la extrema derecha representaba, ha querido cerrar el debate con un claro rechazo a la posibilidad de que accediera al poder. La movilización ha superado las expectativas. Una participación masiva equiparable a la del año 1981, cuando François Mitterrand ganó la presidencia de la República a Valéry Giscard d'Estaing.

Seguramente nunca sabremos los cálculos que el presidente Macron hizo cuando sorprendió a todo el mundo convocando elecciones legislativas cuando la extrema derecha ganó las elecciones europeas. Que Juntos por la República, su coalición, haya quedado segunda, superando a la extrema derecha, pero por detrás de las izquierdas, y sin posibilidad de gobernar sola, no parece allanarle el camino. Para estabilizar el nuevo Parlamento, el presidente deberá bajar del Olimpo; es decir, necesitará capacidad de reconocer a los actores políticos adversarios y crear alianzas que requerirán mucha cintura.

El imperativo ciudadano

El imperativo que la ciudadanía ha puesto sobre la mesa está claro: hagan el favor de entenderse, resuelvan los problemas y no nos entreguen a la extrema derecha. Los votantes han querido dejar claras algunas cosas que una parte de las derechas, incluido el macronismo, parecía que no querían saber: que la idea de un estado autoritario es consustancial a la extrema derecha y que con eso no se juega.

En todo caso, el primer ministro, Gabriel Attal, que ha hablado mientras el presidente Macron optaba por el silencio, ha dejado dos pistas sobre lo que vendrá ahora. Ha reconocido que "no se divisa una mayoría absoluta", ha anunciado la presentación inmediata de su dimisión al presidente de la República y ha advertido de su disposición a mantener el cargo de forma provisional todo el tiempo que sea necesario. También ha mencionado los Juegos Olímpicos, de inminente inauguración, como coartada para una tregua.

Lo innegable es que, en contra de los que daban por hecha la normalización de la extrema derecha, los franceses han ido a votar para decir basta. Ahora la izquierda, el macronismo y Los Republicanos tienen la obligación de entenderse. El fracaso de la extrema derecha después de las expectativas creadas es considerable. No hay excusa para desaprovechar esta oportunidad. Y es un alivio para toda Europa que se haya detenido la embestida.

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