Reino Unido

La ley que quiere prohibir el tabaco en Reino Unido rompe el Partido Conservador

El proyecto pretende que todos los nacidos después del 2009 nunca puedan comprar legalmente cigarrillos ni puros

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Los catalanes comienzan a fumar, de media, a los 14,6 años. En la imagen, un paquete de tabaco.

LondresEl primer ministro británico, Rishi Sunak, puede conseguir un milagro político nunca visto: dar que hablar la estatua de Winston Churchill que hay en Parliament Square, frente al Palacio de Westminster. La razón: el humo de los puros… y de los cigarrillos, y su prohibición. Es la generación Alfa la destinataria principal de una la ley que quiere construir a largo plazo una sociedad libre del humo, al menos el del tabaco. Porque los vaporizadores no tendrían tantas restricciones, si bien quieren hacerse mucho menos atractivos para los jóvenes, los que más los utilizan. Esta tarde se votará en segunda lectura, iniciando el recorrido legislativo. Un voto que mostrará, una vez más, las grietas dentro del Partido Conservador británico.

Durante el congreso de los tories del pasado octubre, Sunak se sacó de la manga esta propuesta legislativa con la que pretendía dejar huella para las futuras generaciones, consciente de cómo ya era entonces de las dificultades de revalidar el cargo en las urnas; cuando sea que finalmente se pongan, muy probablemente en otoño. El punto básico del proyecto es que todos los nacidos a partir de 2009, que ahora tienen 15 años, no puedan comprar nunca legalmente ni cigarrillos ni cigarros, subiendo un año cada año la edad mínima legal para hacerlo. En teoría, en siete décadas, si se tienen en cuenta las características de la pirámide de población, el Reino Unido se convertiría en un país sin fumadores. La políticaestá inspirada en la de Nueva Zelanda, que aprobó una ley que debía entrar en vigor en julio, pero que ha sido revocada por el gobierno que se formó el pasado octubre.

Conocedor de las resistencias que provoca el debate entre sus correligionarios, Sunak ha dejado libertad de voto a los diputados conservadores. Y se espera que más de cincuenta votarán en contra. Incluso tres miembros del gobierno podrían acabar sumando a los rebeldes o, por lo menos, abstenerse, de acuerdo con la prensa británica. Sin embargo, Sunak cree que "a veces, hay que hacer lo correcto aunque sea difícil".

Debilitar al 'premier'

La mayoría con la que cuenta ahora el gobierno en la Cámara es de 51 diputados –empezó en el 2019 con 81, pero los tories han ido perdiendo elecciones parciales–, lo que supone que si 26 conservadores votan en contra de los planes del premier, éste dependerá de los votos laboristas para sacar adelante la ley. Sin embargo, la oposición ya ha anunciado que la apoyará. Y éste es un detalle que entre las filas de la bancada del gobierno se considera poco más que un anatema, atravesar una línea roja. Algunas figuras destacadas de los conservadores, entre otros Boris Johnson y Liz Truss –expremieros– o Suella Braverman –exministra de Interior–, se oponen encarnizadamente: quizá por una cuestión de unos principios que identifican con la libertad de las elecciones personales, pero también, de paso, para socavar la autoridad de Sunak, cada más débil.

Truss, la ex primera ministra que sólo aguantó al cargo 45 días, ha hecho de la oposición en la ley antitabaco una bandera de los valores liberales. Truss, de hecho, está volviendo con fuerza, o lo intenta, con la publicación de un libro de memorias. Y en los últimos días ha bendecido sin ambages una nueva presidencia de Donald Trump, o la inclusión del racista Nigel Farage –otro contrario a la ley– como candidato a diputado conservador para las próximas elecciones. Sin embargo, califica la iniciativa de Sunak de ejemplo típico de "l'estado niñera", que dice a sus ciudadanos qué pueden y qué no pueden hacer; y Boris Johnson ha dicho que todo es una "absoluta locura".

Estatua de Winston Churchill en Parliament Square, en el centro de Londres.

Victoria Atkins, la ministra de Sanidad, que presentará el proyecto de ley, considera que fumar es "extremadamente perjudicial" y que el proyecto de ley salvará miles de vidas. "Muchas personas conocen a alguien cuya vida se ha acortado trágicamente o ha cambiado de forma irreversible a causa del tabaquismo, que, pese a que ha habido progresos significativos, sigue siendo el mayor asesino evitable del Reino Unido", ha dicho horas antes de ponerse delante del atril del cuarto de Westminster.

El sector más anarcoliberal de entre los tories todavía confía en que la enorme y mencionada figura de bronce del Viejo León, como si fuera el vigilante de la calidad de la democracia británica, se remueva a su pedestal, en una especie de señal a los verdaderos conservadores para que detengan el proyecto o, al menos, para que lo reformen y lo rebajen a medida que vaya avanzando en los trámites a los Comunes ya los Lores. De la magnitud de la oposición conservadora de esta noche se sacarán algunas conclusiones sobre la fuerza real de Sunak: más poca que mucha.

En cuanto a la prohibición futura del tabaco, tardará mucho en llegar, si alguna vez se llega. De hecho, muy probablemente la ley no será sancionada por el rey Carlos III antes de las elecciones generales. Luego será el nuevo gobierno –laborista, con toda seguridad– el que tendrá que decidir si la reactiva o no. Y con éste o con cualquier otra excusa, uno más que previsible Partido Conservador bajo mínimos se resquebrajará aún más: entre un alma trumpista y una tradicionalmente conservadora británica, no excesivamente populista.

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