Reino Unido

Miles de británicos se arrancan las muelas en casa porque no pueden pagar el dentista

La falta de dentistas públicos condena al menos al 25% de la población adulta a no tener atención sanitaria odontológica

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La extracción de una muela puede costar al Reino Unido, por vía privada, entre 350 y 400 libras.

LondresLa venta de kits de extracción dental a través de Amazon o de Boots –un supermercado farmacéutico– vive un buen momento en Reino Unido. Lo que preocupa a los responsables de la British Dental Association (BDA) es que no son los profesionales los que mayoritariamente los adquieren, sino particulares desesperados porque no encuentran a un dentista que puedan pagar o que quiera atenderlos a través del servicio público de salud (NHS) ). Por tanto, se ven abocados a proceder ellos mismos a la extracción de las piezas que les duelen. O a practicarse cualquier otro tratamiento: un empaste, por ejemplo.

Por entre 10 y 20 libras es posible comprar unos alicates especiales y otras herramientas odontológicas. Más difícil resulta adquirir la necesaria o aconsejable anestesia. Y tanto aplicarla bien como practicarse a sí mismo la intervención no resulta sencillo. Lo que parecería propio de la época victoriana, o aún más siglos atrás, ocurre en la década del 2020 en las islas Británicas. Y no son casos aislados.

Tom Thayer, consultor y profesor honorífico en cirugía oral, por la Royal Liverpool University Dental Hospital, lo afirma rotundamente, en conversación con el ARA. Lo describe como "extracciones de bricolaje". Y añade: "Las personas que no pueden obtener citas [a los dentistas del NHS] lo hacen ellas mismas, y el resultado es horrible. La primera vez que lo vi fue cuando el acceso a la odontología se convirtió en un problema, a principios de los años 2000. Ahora el problema ha reaparecido".

Esta misma semana, la BBC ofrecía un testigo de la realidad que explica Thayer. Chris Langston, de 50 años, residente en el condado de Shropshire, en West Midlands (280 km al noroeste de Londres), se ha extraído él mismo un molar que le ha martirizado durante seis meses. Y lo ha hecho en el cuarto intento. Y no es lo único que se ve en esta situación. La consultora Patient Claim difundía el pasado domingo en distintos diarios británicos una encuesta según la cual el 21% de los consultados aseguraban haber tenido que hacer una autoextracción o un empaste o algún otro tipo de intervención dental.

El dato es, más o menos, el mismo que el año pasado difundió el Comité Parlamentario de los Comunes de Salud y Atención Social, que recogía otra encuesta, en este caso de YouGov, según el cual el 10% de los consultados admitieron haber intentado lo que llaman "extracciones de bricolaje". Más de la mitad (56%) de quienes lo llevaron a cabo lo hicieron en el 2022 y el 20% aseguraron que la razón es que no encontraban a un dentista del NHS. Londres es una excepción porque este problema es casi anecdótico.

Mil millones de recortes

En Reino Unido, la odontología siempre ha ocupado un lugar marginal en el sistema público de salud. Aproximadamente el 90% de los servicios los proporciona profesionales con consultas independientes. A través del NHS, y un contrato estándar, se atiende a la población que, desde 1951, ha tenido que pagar de los tratamientos que recibe. Pero para los menores de 18 años todos son gratis.

La crisis actual se define por la imposibilidad de que buena parte de la población tenga acceso a una mínima higiene dental. Desde 2006, la financiación se ha restringido mucho y, a nivel actual, sólo llega para cubrir la atención del 50% de los ciudadanos. Entre 2014 y 2019, la odontología del NHS vio reducida la aportación económica del Tesoro un 4%, en una época en la que la inversión global del sistema sanitario público aumentó un 1,4% anual. En términos reales, pues, de acuerdo con Eddie Crouch, presidente de la BDA, "el servicio dental público ha experimentado más de 1.000 millones de libras en recortes desde 2010". Durante este mismo período, los pacientes han visto cómo la factura de los tratamientos crecía el 17%. Y sólo una de cada siete personas puede sufragarse todo el coste, a través de una clínica dental exclusivamente privada.

Una imagen de la cola registrada en Bristol el pasado 5 de febrero para conseguir tratamiento dental público.

De los 43.000 dentistas registrados oficialmente en Reino Unido, de acuerdo con la BDA, sólo la mitad trabajan para el NHS. Los elevados costes de una consulta y de los tratamientos, y el recorte de lo que paga el estado por cada servicio, han hecho que muchos profesionales abandonen la atención pública: 2.000 desde el final de la pandemia. Sin embargo, los dentistas que todavía trabajan no abren el registro a nuevos pacientes de la seguridad social porque no les sale a cuenta. Dedican la mayor parte del tiempo a clientes privados. Esto ha favorecido que haya zonas del país, especialmente en el norte de Inglaterra, en Gales, en Devon o Cornualles, donde es imposible o muy difícil acceder a prestaciones odontológicas. En Devon, por ejemplo, sólo el 73% de la población había logrado ver a un dentista del NHS en los últimos dos años cuando necesitaban atención o una simple limpieza.

Uno de cada siete menores

La BDA asegura que una cuarta parte de la población adulta ya no visita al dentista, con la implicación que puede tener en cuanto al crecimiento de los cánceres bucales, que se detectan habitualmente en las revisiones odontológicas. Además, el pasado año cinco millones de criaturas no pudieron obtener una cita. En algunas partes del país, sólo un niño de cada siete menores pudo recibir la revisión anual recomendada. El resultado de la falta de profesionales es que en los últimos cinco años más de cien mil niños tuvieron que ser atendidos en urgencias hospitalarias por problemas causados ​​por caries. Y en 2022, de acuerdo con los datos conocidos a finales de enero de este año, de media, cada día 116 menores necesitaron al menos una extracción.

Así se explica lo ocurrido en Bristol el pasado 5 de febrero . La apertura de una nueva consulta que sí aceptaba a pacientes por el NHS provocó tres días de cola, de hasta 200 metros, y la presencia de la policía para regularla y evitar disturbios. Al día siguiente, el 6 de febrero, en medio del escándalo que los medios de información generaron, el primer ministro, Rishi Sunak, admitía la dificultad de conseguir una cita pública. Y, cuarenta y ocho horas más tarde, el gobierno proponía un nuevo contrato a los profesionales y 20.000 libras extras para aquellos que quieran abrir una consulta en los que ya se conocen como desiertos odontológicos. Sin embargo, de momento no se ha concretado nada.

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