Reino Unido quiere construir una ola de nuevas ciudades para paliar la falta de viviendas
El laborismo de Keir Starmer evoca el plan de posguerra, cuando se levantaron 32 urbes en tres etapas distintas
LondresPoner remedio a la crisis de la vivienda es uno de los mayores retos del nuevo gobierno británico, que dirige Keir Starmer. Una de las promesas más ambiciosas de la campaña electoral ha sido que espolearían la construcción de 1,5 millones de viviendas en los cinco años de legislatura. Y para ello, apuestan por la fundación de nuevas ciudades. Esta política evoca la que llevó a cabo Clement Attlee, el premier laborista que logró las claves de Downing Street al final de la Segunda Guerra Mundial.
Un año después de haber ganado en las urnas Winston Churchill, el ejecutivo de Attlee promulgó la New Town Act, la ley que permitió crear nuevas ciudades, necesarias para solucionar lo que entonces también era un problema muy serio , en parte causado por la destrucción bélica. En tres oleadas diferentes, entre los años 1946 y 1970, se crearon 32.
El ejemplo más nefasto es Preston, en el norte de Inglaterra, de la ola de 1970, planificada para intentar unir diferentes villas entre Liverpool y Manchester. En una decisión incomprensible, los urbanistas situaron la terminal de autobuses a casi cuatro kilómetros de la estación de tren. El caso más exitoso, por el contrario, es Milton Keynes, en el condado de Buckingham, 90 km al noroeste de Londres, en el que las encuestas muestran que la inmensa mayoría de los 260.000 se encuentran a gusto, y donde reciben periódicamente arquitectos, urbanistas y constructores de China para inspirarse y aplicar soluciones parecidas a las nuevas megalópolis del gigante asiático.
Ahora, casi ochenta años después de aquella iniciativa de Attlee, Starmer quiere lanzar su ola de nuevas ciudades. La ambición de los laboristas es enorme. Ningún otro gobierno ha logrado nunca unos niveles de construcción como los prometidos en el tiempo en que se han comprometido a hacerlo. Si cumplieran, superarían en un 50% lo mejor de los récords de cualquier otro período de la historia del país.
Precios estratosféricos
Angela Rayner, la número 2 del Partido Laborista, vicepresidenta del cabinete y ministra de Vivienda, anunció la semana pasada que antes de que se cumpla el primer año de la victoria electoralEn julio de 2025, el gobierno dará a conocer los emplazamientos elegidos para las hipotéticas nuevas ciudades, que "tendrán que tener al menos un 40% de propiedades asequibles".
En Reino Unido, una casa considerada asequible no debe superar el triple del salario medio. De acuerdo con la Oficina de Estadística Nacional, en 2022, en Inglaterra y Gales, los ingresos anuales medios de una persona con sueldo a tiempo completo fueron de casi 40.000 euros. Esto significa que una casa costaría, como mucho, 120.000.
En Londres, de acuerdo con el indicador de referencia de Nationwide, el primer banco hipotecario del país, una casa de tres habitaciones y jardín en un barrio del noreste, de clase media y media baja, cuesta entre 750.000 y 850.000 euros. En el oeste, en Hammersmith, una zona mucho más acomodada, el precio medio de una residencia de las mismas características puede oscilar entre los 2 y los 3,8 millones.
El primer paso para llevar a cabo la ambiciosa iniciativa es la reforma de la ley de planificación urbana, que empodera y obliga a los consejos municipales a autorizar el levantamiento de más viviendas, eliminando restricciones burocráticas para construirlas. El gobierno llevó al Parlament las líneas maestras de actuación en el discurso del rey, con el que arrancó la legislatura el 17 de julio.
Dos días antes, los urbanistas e investigadores sobre políticas de vivienda Kane Emerson y Samuel Hughes hacían pública una propuesta y señalaban el punto exacto en el que debía situarse la primera de estas nuevas ciudades, de nombre Tempsford. Más o menos, junto a la intersección de la línea férrea de la costa este del país (East Coast Main Line, ECML), que une Londres y Edimburgo, con el East-West Rail (EWR), que irá de Oxford en Cambridge cuando se haya completado su construcción, en principio entre el 2030 y el 35. Este núcleo urbano todavía imaginario sobre el mapa, Tempsford, estaría a 37 km de Cambridge ya 112 km de Oxford.
'Sí en mi patio trasero'
Kane Emerson es miembro de la alianza YIMBY, un acrónimo inglés que significa 'Sí en mi patio trasero', movimiento a favor de la promoción inmobiliaria, que se opone a los límites de densidad y que apoya la extensión de las redes de transporte público. El YIMBY nació en el área de la bahía de San Francisco en 2010 ante la falta de vivienda, y como respuesta a los postulados del NIMBY ('No en mi patio trasero'), que pretende todo lo contrario, generalmente por proteger zonas rurales y mantener una estructura del paisaje que choca con las necesidades residenciales de la población.
Los planes del laborismo pueden verse entorpecidos, precisamente, por la oposición de las comunidades rurales, que quieren seguir viviendo rodeadas de verde y naturaleza.
"El éxito de las nuevas ciudades depende de la ubicación, sobre todo si es en lugares donde puedan aliviar la demanda de casas de los asentamientos existentes. En algunos casos –dice el urbanista–, esto significa establecerlos junto a núcleos ya existentes, como la nueva ciudad de Edimburgo [1767-1850]. En otros casos, se pueden alejar, pero deben estar conectados mediante enlaces ferroviarios rápidos y frecuentes".
Por ello, los dos especialistas han situado a Tempsford en la intersección de las dos líneas antes mencionadas. Apuestan por un núcleo residencial de entre 250.000 y 350.000 personas, mayor que Oxford o Cambridge, que también contribuiría a paliar la escasez de espacios para laboratorios científicos en las dos famosas ciudades universitarias y en Londres.
La experiencia de posguerra pone agua al vino, sin embargo. Las tres oleadas de nuevas ciudades se levantaron muy rápidamente: entre 1947 y 1950; 1961-64 y 1967-70. El también urbanista Graham Haughton, profesor de planificación urbana y ambiental de la Universidad de Manchester, dice que "el reto implica hacerlo mucho mejor". Y comenta el riesgo de que las propuestas de nuevas viviendas sean valoradas de forma favorable "sin un escrutinio adecuado sobre la calidad de la vivienda y el diseño de los barrios, la reducción del riesgo de inundaciones o el respeto a la biodiversidad y sostenibilidad" . Las nuevas ciudades, concluye, "deben introducirse paulatinamente durante décadas para que crezcan orgánicamente en vez de crear paisajes urbanos que reflejen una época particular de estilos de construcción". Justo lo que no se hizo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la calidad de la construcción fue también un problema que se ha arrastrado durante décadas.