Los republicanos del Sinn Féin intentan de nuevo asaltar el gobierno de Dublín
Toda una serie de tropiezos del primer ministro Simon Harris hunden a su partido cuando encabezaba todas las encuestas
LondresCuarenta y cinco segundos terribles de filmación de cámaras de televisión, y la amplificación que tuvieron en las redes sociales, pueden haber acabado con las expectativas electorales de quien todavía es el primer ministro (taoiseach, nombre oficial en gaélico) de la República de Irlanda, Simon Harris, líder del partido de centroderecha Fine Gael (FG) La república celebra este viernes elecciones y el político más joven al llegar al cargo en la historia del país. (37 años), después de la renuncia en marzo de un muy desgastado Leo Varadkar, aspira –o aspiraba, quizás– a renovar el liderazgo del ejecutivo, aunque en coalición con los eternos rivales y competidores del Fianna Fáil (FF), también de centroderecha, que encabeza Micheál Martin, hasta ahora ministro de Exteriores , y que había sido el taoiseach durante la primera parte de la legislatura.
El incidente que ha hundido en los sondeos el partido de Harris, pasando del 25% de intención de voto a primeros de octubre y noviembre a sólo el 19% el pasado lunes, tuvo lugar el viernes de la semana anterior. El primer ministro mostró una actitud prepotente y casi despectiva durante un paseo de campaña por un supermercado. En frente de las cajas de salida, una trabajadora de atención a los discapacitados, Charlotte Fallon, le reprochó que no había hecho nada para los especialistas de su sector ni tampoco para las personas con minusvalía. Harris se lo negó y, con prisas, le encajó la mano para dejarla con la palabra en la boca, abandonando la escena visiblemente incómodo. La mujer se volvió cuando Harris ya le había dado la espalda y le espetó: "Sigue encajando manos y fingiendo que eres un buen hombre. Pero no lo eres".
El varapalo en las encuestas dice mucho de la volatilidad de una campaña de sólo tres semanas, en la que la crisis de la vivienda, el coste de la vida –en buena parte atizado por la presencia en el país de grandes multinacionales tecnológicas que provocan un efecto inflacionario–, la crisis del sistema de público salud y en menor medida la presencia de inmigración han marcado el debate.
Desde fuera del sistema político tradicional de la república, quien vuelve a aspirar a romper el 'statu quo es, una vez más, el Sinn Fein de Mary Lou McDonald, de centroizquierda, que en 2020 ganó las elecciones (535.000 votos y 24,5%)pero que en los últimos meses parecía haber pinchado. La pifiada de Harris –más de una, de hecho– y una buena campaña de McDonald han hecho reavivar sus expectativas.
La única certeza, de momento, es que no habrá mayoría absoluta (88 de los 174 diputados que serán elegidos). El debate televisado del martes por la noche entre los tres líderes citados no supuso ningún bache más. "El incidente [del supermercado] puede ser el evento decisivo de las elecciones", asegura el politólogo Jonathan Arlow, profesor de la Universidad de Liverpool, que conversa con el ARA por teléfono desde Dublín, donde sigue la campaña. Una campaña que califica de "muy mala" para Harris y su partido.
"Arrogantes y elitistas"
Hace sólo tres semanas, en el momento de avanzar cuatro meses los comicios, el primer ministro mantenía una confortable distancia con Martin y el Fianna Fáil (24,7% y 19,4%, respectivamente); y más con el Sinn Féin (18,7%). Harris se había beneficiado inicialmente de unos presupuestos expansivos, financiados en parte por los impuestos recuperados en Apple (14.000 millones de euros). Pero el encontronazo con la trabajadora de atención a los discapacitados ha sido la guinda del pastel de los tropiezos. El profesor Arlow enumera otras. "Michael O'Leary, el CEO de Ryanair, se burló de los maestros en un acto electoral del Fine Gael, algo que no ha sido nada bien recibido por los votantes. Y uno de sus candidatos, el senador John McGahon, estuvo implicado" previamente en un incidente violento [una pelea en las afueras de un pub], lo que ha puesto en duda la reivindicación de ser el partido de la ley y el orden".
La presencia de más de 100.000 refugiados ucranianos y la impresión de que el Sinn Féin se alejaba de sus votantes tradicionales para querer acoger más inmigración y darles vivienda, hizo temblar su apoyo, cayendo al 15% hace sólo tres meses, en las elecciones locales y europeas. El bajón del Sinn Féin se explicaba, inicialmente, porque la inmigración ha fracturado la coalición de votantes que logró en el 2020, "formada por la clase trabajadora y la clase media joven que no podía acceder a una vivienda y pagaba alquileres desorbitados", en palabras del politólogo. "Afortunadamente para los republicanos, el tema de la inmigración es mucho menos destacado ahora que en verano", apunta. Así, desde la convocatoria de elecciones, el Sinn Féin está lanzando "un mensaje de cambio [como ya hizo en el 2020] y hay una base significativa de ciudadanos, en torno a uno de cada tres, que quieren un cambio radical" en el país, remacha el profesor. Y en Irlanda, hoy por hoy, el cambio radical sólo lo representa el Sinn Féin de McDonald.
Pero ni Arlow ni prácticamente nadie les da muchas opciones de victoria. "Teniendo en cuenta que mal que iban a las encuestas, un resultado superior al 20%, que creo que van a superar, ya será considerado un éxito". Con toda probabilidad, el resultado mantendrá elstatu quo, con el Fianna Fáil y el Fine Gael al frente de un gobierno que, le lidere quien lo lidere, siempre necesitará más apoyo, que obtendrán de la constelación de los diecisiete partidos o candidatos independientes que concurren a las elecciones. Porque lo que no se plantean ni Simon Harris ni Micheál Martin es invitar a Mary Lou McDonald a entrar en ningún ejecutivo.