El rey Carlos III tiene una nueva preocupación: las ardillas rojas
La especie autóctona de las islas británicas está siendo reemplazada progresivamente por la ardilla gris, que proviene de Norteamérica
LondresEl rey Carlos III está preocupado. Y no mucho por su salud, que va bastante bien según ha vuelto a confirmar este jueves el Palacio de Buckingham. Tan bien se recupera del tratamiento del cáncer que sufre, de hecho, que podrá participar la próxima semana en los actos del 80 aniversario del Desembarco de Normandía y el 15 de junio en el tradicional Trooping the Colour, pomposa ceremonia militar con la que se conmemora el aniversario oficial del monarca reinante: en el Reino Unido, el rey o la reina celebra su cumpleaños cuando hace buen tiempo, a las puertas del verano, haya nacido el día que haya nacido: en el caso de Carlos III, el 14 de noviembre de 1948.
Carlos está preocupado porque en las islas la teoría de la "gran sustitución" es ya una realidad. Pero nada tiene que ver con el racismo del francés de extrema derecha Éric Zemmour, ni con una sustitución de los británicos originales por supuestas oleadas de inmigrantes que presuntamente invaden el país, cuestión central de buena parte del discurso en la primera semana de campaña para los comicios del 4 de julio.
Carlos III está preocupado porque las ardillas rojas, la especie autóctona de las islas Británicas por la que siente una especial predilección, está siendo reemplazada progresivamente por la ardilla gris, que proviene de Norteamérica. Y todo esto tiene grandes implicaciones para los bosques del país.
Una carta amable
Es bien conocida la fascinación de Carlos III por las especies en peligro de extinción. El actual monarca es patrón de la fundación Red Squirrel Survival Trust (RSS Trust), que vela por la supervivencia de las ardillas rojas. En 2021, con ocasión del día del animalito –21 de enero; no es tan famoso como el de la marmota de Punxsutawney, en Pensilvania–, Carlos, entonces todavía príncipe de Gales, dirigió una carta a la organización en la que explicaba qué siente por estos simpáticos mamíferos. Decía "Como todos sabrás, estas criaturas maravillosas e inteligentes son siempre fascinantes. Me gusta mucho tenerlos alrededor –¡y dentro!– de casa cuando estoy en Escocia. ¡Son personajes tan curiosos y encantadores! ¡Incluso los han visto agarrar algunos de sus frutos secos preferidos de los bolsillos de una chaqueta abandonada".
Pero la ardilla roja puede tener los días contados en el Reino Unido para desdicha de Carlos III. Desde la introducción del gris por los victorianos a partir de 1876 –les llevaron para decorar las grandes propiedades de los terratenientes–, el número de ejemplares ha caído en picado. De 3,5 millones hasta aproximadamente 160.000 actuales. De grises, aproximadamente, hay 2,7 millones en estos momentos. El territorio donde señoreaban los rojos también se ha ido reduciendo, especialmente desde 1945. El 75% de los que se encuentran en Escocia, como puede verse en el gráfico que reproducimos a partir de los mapas que ha elaborado el profesor Craig Shuttleworth , de la Universidad de Bangor, en el País de Gales.
Los grises son ya los más comunes. Y pueden verse en cualquier parque de Londres. Son portadores de un virus que se llama viruela de la ardilla. A esta especie no le afecta, pero provoca enfermedades ya menudo la muerte de los mamíferos rojos. A principios de mes, la comunidad científica y la RSS Trust lanzaron una señal de alarma. Por primera vez se encontró muerto un ejemplar de la especie autóctona en el norte del cinturón central de Escocia, en el condado de Fife, una zona que antes nunca había sido infectada.
Una enfermedad devastadora
La deducción es lógica. Las ardillas grises continúan la invasión hacia el norte: en quince años pueden reemplazar a toda la población. Además, llevan una epidemia que puede resultar devastadora, lo que aumenta la rapidez de la sustitución hasta veinte veces. Los síntomas de la viruela incluyen úlceras, costras y lesiones en el lagrimero, las patas y los genitales, lo que les imposibilitan comer, beber o moverse. En dos semanas desde el contagio, el ejemplar muere. Las poblaciones locales pueden caer drásticamente. Y el reemplazo por la ardilla gris puede provocar daños importantes en los bosques naturales y en las plantaciones de árboles por la forma en que se alimentan.
En este sentido, la RSS Trust ha advertido de que el objetivo del gobierno de plantar millones de árboles para contribuir a conseguir que el Reino Unido alcance las emisiones cero en 2050 podría ser inútil por culpa de las ardillas grises. Los investigadores calculan que cada año el 15% de los árboles de hoja ancha y el 5% de las coníferas sufren daños o mueren a causa de esta especie invasora. "Sacan la corteza, les provocan infecciones y enfermedades secundarias", dice Vanessa Fawcett, de la organización proteccionista. El resultado es que ya no se plantan tampoco árboles autóctonos de las islas, los tradicionales de hoja ancha, como el sicómoro, el haya, el abedul y el roble. Son sustituidos por otras especies menos susceptibles de partir el ataque, tales como cerezos, tilos o alisos.
"Si la población de ardillas grises sigue descontrolada, es probable que el paisaje arbolado del Reino Unido cambie drásticamente en el futuro". El gobierno británico ha puesto en marcha un programa de esterilización de la ardilla gris. Pero, por el momento, sin resultados significativos. Cuando la próxima vez que pasee por Hyde Park vea ardillas grises, puede que no le parezcan tan simpáticos.