El fantasma nuclear de Merkel

Cada vez son más las voces en la CDU/CSU que consideran equivocado cerrar las nucleares antes que el carbón

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Angela Merkel, martes, en un mitin del candidato del CDU-CSU Armen Laschet.

BerlínEl partido conservador alemán (CDU/CSU) no quería el apagón de las centrales nucleares. Pero entonces tuvo lugar la catástrofe de Fukushima (Japón) y Angela Merkel, que ese 2011 lideraba la coalición entre CDU/CSU y los liberales FDP en su segundo mandato, decidió que la energía atómica podía ser un peligro para Alemania. El liderazgo y la forma de tomar decisiones de la cancillera, que no se presentará a las elecciones parlamentarias en el Bundestag el próximo domingo, se caracterizan por la calma, por el análisis y por la observación de todas las partes y opciones antes de tomar una decisión. En el caso del apagón nuclear, Merkel tomó una decisión casi emocional y a un tempo mucho más rápido que el habitual. Diez años más tarde, se multiplican las voces críticas que consideran que quizás fue un error.

“Primero el apagón nuclear y después el apagón del carbón...", reflexionó en el segundo debate televisivo este septiembre el candidato del CDU-CSU Armen Laschet, como queriendo pensar en voz alta y no osando criticar uno de los éxitos que se ha apuntado Merkel durante sus 16 años como cancillera. “Muchas voces de mi partido se arrepienten de haberse dejado arrastrar en su momento por el movimiento antinucleares y de haber votado por el apagón atómico", afirmaba en declaraciones a medios alemanes días después el político conservador Friedrich Merz, que perdió como posible candidato ante Laschet.

Lo cierto es que la propia Merkel, en la campaña electoral que la llevó por primera vez a la cancillería en 2005, prometía "alargar la vida de las centrales nucleares" porque eran "las más seguras del mundo". El gobierno de coalición entre los socialdemócratas (SPD) y los Verdes encabezado por Gerhard Schröder ya había resuelto en 2000 el cierre de las centrales nucleares, pero en 2010, pocos meses antes de Fukushima y del cambio de rumbo más sonado de la política alemana, la propia Merkel lo canceló. Después de Fukushima, el gobierno de Merkel reintrodujo el apagón atómico para el 2022. El año que viene.

Hablar de energía atómica en Alemania se ha convertido en un tema tabú. La realidad es que las energías renovables no consiguen suministrar suficiente electricidad para cubrir las necesidades privadas y de la industria. Solo durante el 2020, y debido a las situaciones excepcionales del coronavirus, pasaron a suministrar casi la mitad (46%) del total; en el 2000 representaban el 6%. Las voces críticas que consideran que fue un error decidir cerrar primero las centrales nucleares antes que las centrales térmicas de carbón (el objetivo es que se haga como máximo en 2030) argumentan que el apagón nuclear obligará a recurrir más al carbón para poder suplir el aproximadamente 12% que ahora proviene de las nucleares. Las seis centrales nucleares que siguen activas producen 64.000 millones de kilovatios-hora al año. Dentro de unos meses está previsto que cierren tres (Gundremmingen C, Grohne y Brokdorf) y el año que viene las últimas tres (Emsland, Isar 2 y Neckarwestheim II). Será la culminación del cierre paulatino anunciado por Merkel en 2011, cuando, de entrada, exigió que ocho centrales cerraran de forma inmediata.

Es un tema tabú porque la lucha contra el cambio climático ha pasado a primer plano en los últimos años, en parte por el movimiento global Fridays for Future. El Bundestag tuvo que modificar la ley de protección climática (2019) porque era, según el Tribunal Constitucional, “insuficiente" para asegurar el futuro de las generaciones más jóvenes: no bastaba con fijar como objetivo para el 2030 la reducción del 55% de las emisiones de carbono respecto al 1990. Fueron jóvenes activistas alemanes los que se querellaron contra la Gran Coalición (CDU/CSU-SPD) de Merkel. A la vez el clima ha sido uno de los temas estrella de la actual campaña electoral, en parte influida por la catástrofe de las riadas en el oeste del país, de donde viene el candidato Laschet, en julio. Según los sondeos, los que convencen más con argumentos ecologistas son el SPD y los Verdes. Oponerse al apagón de las nucleares es también tabú porque es uno de los puntos programáticos que defiende la ultraderecha AfD, partido con el que el ala más derecha de la CDU comparte algunos puntos de vista, tanto en clima como en seguridad e inmigración. Es delicado hablar a la opinión pública a las puertas de las elecciones federales y con los conservadores con todos los números para pasar a la oposición, a pesar de que es una práctica más tolerada en gobiernos de pequeña escala, municipales y comunales, sobre todo en el este de Alemania.

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