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Guerra abierta de Trump contra los medios de comunicación

La suspensión de Kimmel revela la campaña de presiones que lleva meses el presidente liderando contra prensa, televisiones y radios

Periodistas en la sala de prensa de la Casa Blanca
4 min

WashingtonDonald Trump no está perdiendo el tiempo a la hora de capitalizar el asesinato de la activista de extrema derecha Charlie Kirk y dejar atrás los eufemismos. Ahora que el trumpismo ya ha interiorizado y validado la cultura de la cancelación que durante tanto tiempo había criticado, el presidente estadounidense se ha dejado de presiones maquilladas y ha abierto fuego directo contra los medios. Alzando la estampita de su nuevo mártir político, Trump se siente impune por amenazar con retirar las licencias en las televisiones si le critican.

La advertencia la hacía el jueves, cuando le preguntaron si la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) intervendría en otras cadenas tras pedir la suspensión del humorista Jimmy Kimmel. Trump amenazó con reitrar las licencias en las televisiones que hicieran una cobertura "negativa" de su presidencia. En principio, Kimmel fue suspendido por un comentario sobre el asesino de Kirk y no por haber criticado a Trump. Pero al presidente ya le da igual la coherencia. Ya no necesita seguir disfrazando su relato.

La suspensión de Kimmel ha puesto el foco sobre una campaña de acoso que el presidente capitanea desde antes de entrar en la Casa Blanca. Basta con recordar las demandas contra la cadena CBS y ABC. La primera fue en octubre del 2024, antes de que ganara las elecciones, y la segunda en diciembre, justo después de la victoria electoral. En ambos casos las compañías decidieron enterrar la disputa judicial pasando por caja. En ese momento ya sonaron algunas voces de alarma sobre el futuro que auguraban esos dos casos. El viernes el juez archivó otra demanda contra el New York Times.

Vetos en la sala de prensa

Desde la Casa Blanca, la administración Trump ha utilizado las acreditaciones de prensa como una herramienta para presionar a los medios. En los primeros meses de mandato vetó a la agencia Associated Press (AP) del pool –el grupo de periodistas que sigue al presidente– del Despacho Oval por no acatar la nomenclatura de "golf de América" ​​que había dictado para el golfo de México. AP no pudo volver a recuperar su sitio hasta que, meses después, un tribunal le dio la razón. Obligar a los medios a pasar por costosos litigios judiciales es otra táctica de desgaste contra la prensa.

El castigo por no plegarse a su nueva realidad también sirvió de advertencia al resto de medios, que en los últimos meses han tenido que afrontar los ataques cada vez más frontales por parte de todos los miembros del gabinete –no sólo Trump– mientras los pasillos de la Casa Blanca se han ido llenando de influencers afines al gobierno. Los new media, cómo se les ha bautizado. En la sala de prensa los periodistas políticos comparten espacio con los corresponsales del podcast de Steve Bannon, Bannon's War Room, o la televisión en estríming Real America's Voice (RAV). Incluso Turning Point USA (TPUSA), la plataforma fundada por Kirk, tiene una enviada.

Cada una de las preguntas que hacen estos new media, más allá de retroalimentar el relato oficial de la administración Trump, ocupan espacio para las preguntas que pretenden fiscalizar las acciones del gobierno. El resultado es que el escrutinio público de las ruedas de prensa se diluye cada vez más en medio de la propaganda. Y además la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, también confronta y ataca directamente a los periodistas que le hacen preguntas incómodas.

Todo esto resulta ser una tendencia que Trump ha normalizado. Antes de volver a la presidencia, el mandatario se limitaba a criticar e insultar a los medios, pero ahora también les amenaza. Este martes mismo, acalló a un periodista australiano que le había preguntado por los conflictos de interés entre sus negocios y su cargo público. "Estás haciendo daño en Australia ahora mismo. Y ellos quieren llevarse bien conmigo. Tu líder vendrá a verme pronto y le hablaré de ti. Has utilizado un tono muy malo, podrías ser más agradable", le advertía.

Envalentonado, también amenazaba a otro reportero de la cadena ABC que le había preguntado con qué fundamento legal pretendía perseguir los "discursos de odio": "Probablemente perseguiremos a gente como tú porque me tratas muy injustamente y tienes mucho odio en el corazón".

Un animal televisivo

La relación del presidente con los medios ha sido siempre turbulenta y un punto tóxico. Durante años el magnate dependió de la televisión y la prensa amarilla para construir su fama de hombre de negocios, que más tarde explotaría para llegar a la Casa Blanca. En reiteradas ocasiones, Trump ha demostrado ser un animal televisivo que sabe leer las pulsiones internas de los medios. El republicano sabe que su estilo histriónico y sus declaraciones incendiarias le hacen ganar a titulares e informativos. Pero al mismo tiempo, Trump detesta a los medios por cómo fiscalizaron su primer mandato.

Esta dependencia se fue envenenando y debilitando y fue apareciendo todo un ecosistema mediático alternativo en medio del auge del movimiento ultraconservador. A finales del primer mandato de Trump, y especialmente durante su interregno, la extrema derecha estadounidense ha ido construyendo un sistema de medios alternativos que simpatizan con la causa. Influencers con millones de seguidores como el difunto Kirk jugaron un papel decisivo en la victoria de Trump en las pasadas elecciones. Por no hablar del algoritmo dopado de Elon Musk, que en la recta final de los comicios daba mayor visibilidad a los discursos polarizadores ya las teorías conspiranoicas sobre un posible fraude electoral.

La guerra contra los medios, sin embargo, no sólo es contra los de casa. El departamento de Seguridad Nacional está trabajando para pasar una nueva norma que pretende acortar los visados ​​de los corresponsales a una duración máxima de 240 días, con la posibilidad de ir pidiendo múltiples prórrogas del mismo período. Esto hace más fácil para la administración acallar las preguntas incómodas.

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