¿Qué implica el cambio de discurso de la Casa Blanca con Netanyahu?
Biden pide a Israel que detenga los "bombardeos indiscriminados" y pase a una fase de ataques de precisión, pero no logra el compromiso de Tel-Aviv
BarcelonaLa Casa Blanca ha mostrado por primera vez diferencias con el gobierno de Israel después de diez semanas de guerra y casi 20.000 muertes en Gaza. El presidente, Joe Biden, ha pasado del "apoyo inamovible" a Tel Aviv a criticar los "bombardeos indiscriminados" del gabinete de guerra liderado por Benjamin Netanyahu. Pero Washington mantiene el puente aéreo de envío de armamento, que seguirá utilizándose para masacrar a civiles en el norte y en el sur de Gaza.
Tras el cambio de tono hay manifestaciones multitudinarias en todos los Estados Unidos que reclaman el alto el fuego y el fin de la ayuda militar a Israel, así como dos votaciones en las Naciones Unidas –una en el Consejo de Seguridad y otra en la Asamblea General– que han hecho evidente la soledad de Washington en el apoyo incondicional al principal receptor de su ayuda exterior desde la Segunda Guerra Mundial.
Más allá de un tono más crítico contra el actual gobierno israelí, "el más conservador de la historia", en palabras de Biden, la Casa Blanca ya se ha apresurado a reiterar que el apoyo a su aliado sigue siendo inequívoco. El portavoz de Seguridad Nacional, John Kirby, ha volado a Israel para dejar claro que, con sus palabras, "el presidente solo reflejaba la preocupación por que [el ejército de Israel] rebaje el número de víctimas civiles y sea cuanto más preciso y cuidadoso mejor".
Las palabras del mandatario, que alertó de que "se están llevando a cabo bombardeos indiscriminados", llevaban implícita la acusación de crímenes de guerra, dado que el derecho humanitario internacional prohíbe los ataques que no distingan entre objetivos civiles y militares. El matiz de Kirby, sin embargo, induce a pensar que las víctimas civiles en Gaza son un daño colateral de "la operación militar".
El apoyo material no está en cuestión
"Me creeré el cambio de tono cuando vaya más allá de las palabras, cuando Biden condicione la ayuda militar a Israel o ponga límites", asegura al ARA Stephen Semler, director del think tank Security Policy Reform Institute. "De momento, lo único que he visto es armamento estadounidense utilizado para bombardear objetivos civiles".
Desde la creación del estado de Israel, el Congreso de EEUU ya ha aprobado más de 160.000 millones de dólares en ayuda exterior al país, el 80% de ellos en asistencia militar. Un flujo de dinero que ha ido aumentando progresivamente hasta los 3.800 millones anuales que se transfieren actualmente. Biden ya ha solicitado en el Congreso la aprobación "urgente" de un nuevo paquete de asistencia adicional de 111.000 millones de dólares, que incluye 14.000 millones para Israel, pero sigue estancado en la cámara baja por el bloqueo republicano a vincular esta ayuda con la de Ucrania.
Por ahora, nadie en la administración cuestiona la necesidad de seguir enviando armas y dinero a Tel-Aviv, un aliado imprescindible para a los intereses estadounidenses en Oriente Medio. Además, en el contexto electoral actual, ningún candidato que quiera ganar las elecciones se arriesgará a perder el apoyo de los donantes y votantes judíos. Pero las críticas de los sectores más progresistas del Partido Demócrata a la pasividad de Biden lo han obligado a aumentar la presión sobre Israel.
Sullivan pide a Tel-Aviv ataques de precisión
El consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, voló el jueves a Tel Aviv para continuar con la estrategia de presión e intentar que el país respete el derecho humanitario, como pide la comunidad internacional. En la visita, explicó al gabinete de guerra las opciones alternativas a los bombardeos indiscriminados "para perseguir a Hamás y sus dirigentes y para conseguir liberar a los rehenes".
La estrategia, según Sullivan, tiene que centrarse en realizar incursiones dirigidas a los líderes del grupo islamista, a destruir sus túneles y a liberar a rehenes. Una petición que el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ve ineficaz porque Hamás sigue atrincherado: "Han construido infraestructuras subterráneas y aéreas y no es fácil destruirlas: requerirá tiempo y [la agresión] durará varios meses".
Ante el rechazo de la comunidad internacional, Netanyahu ya dejó claro, tras la votación casi unánime de la Asamblea General (con 153 votos favorables, 10 en contra y 23 abstenciones) a favor de un "alto el fuego humanitario inmediato" a Gaza, que "nada detendrá a Israel ante la presión externa". Por su parte, el ministro de Exteriores, Eli Cohen, ha asegurado que las "operaciones militares" continuarán "con o sin el apoyo internacional".
Washington no pide un alto el fuego, como lo demuestran sus votos en la ONU. "Quiero que se centren en salvar las vidas de los civiles, no pido que dejen de perseguir a Hamás, pero sí que sean más cuidadosos": así se expresó Biden el jueves en un discurso en Maryland. Pero, de momento, su administración no ha logrado que Israel cambie la estrategia militar de agresión indiscriminada, que sigue siendo la única vía a explorar por el gabinete de guerra ultraconservador israelí.