Todas las llamadas de Vladímir Putin
El presidente ruso mantiene abiertos los canales diplomáticos, con Macron como principal interlocutor
Barcelona¿Se puede acabar con una guerra por teléfono? En el caso de Ucrania, numerosos líderes mundiales al menos lo están intentando. Y el presidente ruso, Vladímir Putin, ha descolgado el suyo, aunque por ahora se niega a reunirse con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski. No solo mantiene los canales diplomáticos abiertos, sino que el Kremlin informa religiosamente de las numerosas conversaciones que Putin va manteniendo con líderes mundiales para abordar la situación en Ucrania. Según expertos consultados, una manera de dejar claro que hay espacio para la negociación y que, en cualquier caso, no es Rusia quien rompe el diálogo. Su actitud, sin embargo, también indica, explica el politólogo especializado en el espacio postsoviético Abel Riu, que “lo único con la que todo el mundo coincide es que esta situación solo puede acabar con un acuerdo”.
En este escenario, el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha erigido en el principal interlocutor europeo del Gobierno ruso: han informado de al menos nueve largas conversaciones telefónicas -de entre una hora y una hora y media- desde el inicio del conflicto armado. Pero no es el único adversario con el que Putin ha hablado de manera frecuente. Aun así, desde los primeros días del conflicto el presidente ruso corrió a pedir apoyo a sus potenciales aliados: habló con los líderes de Irán, India, Siria, China, Uzbekistán, Arabia Saudita y Venezuela, entre otros -el primer ministro de Pakistán, Imran Khan, visitó Moscú el 24 de febrero-. En algunos casos, el resultado ha sido desesperanzador por la parte rusa: China, por ejemplo, ha optado por hacer equilibrios en relación con el conflicto.
El contacto con los principales líderes europeos es constante. Putin también ha hablado en al menos cinco ocasiones con el canciller alemán, Olaf Scholz, y en tres con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. En cuanto a Israel, el primer ministro, Naftali Bennett, ha conversado cinco veces y también fue recibido por Moscú. “Naftali ha condenado la invasión, pero no ha apoyado las sanciones”, explica Francesc Serra, profesor de relaciones internacionales en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB): “Su posición prudente lo posiciona como un actor ideal para hacer de intermediario”. También juega este rol el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con el que Rusia se ha llamado al menos dos veces. De hecho, Turquía, junto con Bielorrusia -principal aliado de Putin en esta guerra-, ha acogido las conversaciones de paz entre las delegaciones rusa y ucraniana.
El papel de Macron
Los expertos apuntan varios motivos por los que Macron ha liderado las conversaciones con Putin por la parte europea. El más evidente es que Francia -único país de la UE con armamento nuclear- asumió la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea hasta junio y esto le obliga a mantenerlas. Pero, además, Serra recuerda que Francia está en plena campaña electoral y que las conversaciones con Putin han hecho ganar puntos a Macron en los sondeos. “Macron ha visto una oportunidad para asentar el liderazgo tradicional de Francia en la Unión Europea y así relanzar la comunidad”. Riu recuerda, a su vez, que desde el 2015 Macron ha sido “el líder europeo más predispuesto a tener en consideración las demandas rusas, el que más había presionado a Ucrania para que implementara los acuerdos de Minsk”. De entre sus adversarios, pues, es posible que Putin piense que “Macron es quien más lo entiende”. A pesar de que las conversaciones entre los dos líderes no hayan conseguido frenar la guerra, insisten en ello.
En paralelo, el experto en relaciones internacionales y ciencia política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Lluc López, señala un motivo más pragmático: “Hay cuestiones esenciales que se tienen que hablar, relacionadas con la ayuda humanitaria, los corredores humanitarios”. Hay que recordar, además, que Europa continúa pagando 667 millones de euros diarios a Rusia a cambio de suministros energéticos, según datos de la organización independiente CREA.
La diplomacia entre Rusia y Europa funciona mejor -al menos de cara al público- que la norteamericana a pesar de que fueron los servicios de inteligencia norteamericanos los que advirtieron de la posibilidad de que Putin entrara en guerra. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió virtualmente con su homólogo ruso en diciembre en un intento infructuoso de frenar la invasión, pero desde entonces el diálogo entre ellos ha sido a través de las declaraciones públicas cruzadas o, como mucho, a través de representantes de los dos países.
En este escenario emerge el presidente finlandés, Sauli Niinistö. Finlandia es el país europeo que más kilómetros de frontera comparte con Rusia después de Ucrania, considerado el líder de la UE que más bien conoce Putin: la prensa internacional ha recogido que tanto Macron como Biden han acudido a él para pedirle consejo. Niinistö también ha hablado por teléfono con Putin al menos dos veces. Por su parte, Reino Unido, que busca situarse en el mundo después del Brexit, ha sido el país más contundente contra Rusia. Según Serra, es una manera de “reforzar su perfil de defensor de la OTAN”. Johnson no ha hablado con Rusia, pero el Gobierno británico acusó el lunes al Kremlin de estar detrás de una serie de videollamadas falsas a varios de sus ministros por parte de personas que se hacían pasar por políticos ucranianos.
¿Qué saca Putin de esto?
Según López, la actitud de Putin es coherente con lo que ha sido la política exterior rusa desde 1991. “Sus dos grandes estrategias son la mediación y la militarización”, asegura, y recuerda que el Gobierno del Kremlin, y concretamente el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, es “muy experto” en la diplomacia. Por eso la delegación rusa continúa reuniéndose con la ucraniana a pesar de que las bombas continúan cayendo. “Aunque sea un diálogo ficticio, tenso, nadie abandonará las mesas de negociación, sería una muy mala propaganda para ellos”, añade Serra. Aun así, coinciden los expertos, la situación actual es de estancamiento del diálogo. No hay motivos para el optimismo.