Macron rechazó hacerse una PCR en Rusia por miedo a que el Kremlin tuviera muestras de su ADN

Como consecuencia, Moscú incrementó las medidas de seguridad, entre ellas la mesa larga

El presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo francés, Emmanuel Macron, durante la reunión de este lunes.
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BarcelonaHay una imagen de la visita de Emmanuel Macron a Vladímir Putin el lunes en Moscú que se hizo viral: los dos líderes mantuvieron una reunión sentados uno en cada extremo de una mesa inmensa, larguísima. No era la primera vez que se usaba esta mesa blanca de cuatro metros: recientemente, Putin había hecho sentarse -también en el extremo opuesto al suyo- a Viktor Orbán. El motivo de tanta distancia forma parte, evidentemente, de los escrupulosos protocolos del Kremlin contra el covid-19, pero en el caso del presidente francés parece que hay algo más. Según la agencia Reuters, que cita varias fuentes del entorno de Macron, el mandatario rechazó hacerse una prueba PCR antes del encuentro, tal como se le pedía desde el Kremlin. La razón, según las mismas fuentes, era el miedo de Macron a que las autoridades rusas tuvieran acceso a muestras de su ADN.

"Sabíamos muy bien que esto [negarse a hacerse la PCR] significaba que no habría ningún apretón de manos de manos y que se tendrían que sentar en esa larga mesa. Pero no podíamos aceptar que pusieran las manos en el ADN del presidente", dice una de las fuentes consultadas por Reuters. El hecho de no acceder a hacerse la prueba implicaba incrementar las medidas de seguridad y, por lo tanto, la distancia social entre los dos líderes.

Según las mismas fuentes, Macron sí se hizo una PCR antes de marcharse de Francia, y una prueba de antígenos una vez llegó a Rusia, pero fue su propio médico el encargado de proporcionarlo. "Los rusos insistieron en que había que hacerlo porque a Putin se lo tiene que mantener en una burbuja sanitaria estricta", apuntaba otra fuente.

A raíz de la noticia, fuentes del Elíseo han comentado en declaraciones en off que "las condiciones de protocolo que permitían una reunión entre los dos jefes de estado con menos distancia (contacto con apretón de manos y mesa más pequeña) imponían un protocolo sanitario que no nos parecía aceptable ni compatible con las limitaciones de nuestra agenda".

Putin y la burbuja anticovid

La dimensión de la mesa había suscitado una oleada de comentarios, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales. Muchos lo interpretaban como un símbolo del momento de tensión que viven las relaciones entre Rusia y Occidente por la supuesta amenaza rusa en Ucrania. Macron, una de las voces que más se hace escuchar dentro de la UE y que ahora ostenta la presidencia europea, visitó el lunes Moscú con el objetivo de rebajar las tensiones con el Kremlin y convertirse en una especie de mediador del conflicto. "Se tiene que evitar la guerra", le dijo el francés al mandatario ruso. Al día siguiente, martes, Macron visitó Kiev y se reunió con las autoridades ucranianas.

Por otro lado, los estrictos protocolos sanitarios que rodean a Vladímir Putin desde la irrupción del covid-19 eran de sobra conocidos. Especialmente durante los primeros meses de pandemia, el hombre fuerte del Kremlin se bunquerizó para reducir al máximo las posibilidades de contagiarse hasta el punto de que construyó a su alrededor una burbuja en la que muy pocos podían penetrar. No solo desapareció de la calle y priorizó los encuentros digitales, a través de pantallas, sino que también hizo instalar túneles desinfectantes en la entrada de su residencia en las afueras de Moscú y aquellos que entraban eran rociados con vapores desinfectantes. Antes, además, habían tenido que superar una cuarentena de dos semanas y varias PCR con resultado negativo.

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