Los multimillonarios de Los Ángeles buscaron bomberos privados para apagar el fuego en su casa
Los vecinos que no disponían de recursos suficientes tuvieron que huir, porque los equipos públicos estaban desbordados

Los AngelesLas cenizas todavía flotan en el aire en Malibú y envuelven una zona donde el lujo convive con el riesgo constante de los elementos. A lo lejos, las siluetas de mansiones devastadas por los incendios emergen como esqueletos de sueños quemados. Pacific Palisades y Malibú, conocidos como paraísos para las estrellas de Hollywood y las fortunas más prominentes de California, han vivido un infierno que ha hecho arrodillar incluso a los más privilegiados.
El cielo gris por el humo y las llamas parecía haber tragado el sol. Los vientos de Santa Ana soplaban con fuerza devastadora, esparciendo el fuego de manera impredecible e imparable. Los bomberos públicos, desbordados por las emergencias, trabajaban sin descanso para evitar que el fuego atravesara carreteras clave y llegara a las zonas habitadas. Pero no todo el mundo se encomendó a los servicios públicos.
En estas zonas, donde el coste de las propiedades puede superar fácilmente los 20 millones de dólares, algunos vecinos recurrieron a una opción que para muchos es impensable: contratar a bomberos privados. "Un par de bomberos privados con un pequeño vehículo puede costar 3.000 dólares al día, mientras que un mayor equipo de 20 bomberos con cuatro camiones puede ascender a los 10.000 dólares diarios", explicaba un operador de una empresa privada de bomberos en declaraciones al diario AHORA.
Estas cifras, inalcanzables para la mayoría, han generado polémica. Mientras algunos podían pagar por proteger sus propiedades con recursos privados, otros dependían únicamente de los servicios públicos, muchos de los cuales eran redirigidos para proteger infraestructuras críticas y zonas con alto riesgo de propagación.
El actor, director y productor Mel Gibson, propietario de una finca en Malibú que fue destruida por las llamas, expresó su dolor en diversas entrevistas con medios locales, y criticó la gestión del gobernador de California, Gavin Newsom, por su "falta de preparación" frente a los incendios forestales.
Paris Hilton, que tuvo que evacuar su casa, compartió su experiencia con la revista People. "Sentada con mi familia, mirando las noticias y viendo nuestra casa en Malibú ardiendo hasta los cimientos en directo por televisión. Es algo que nadie debería experimentar", dijo.
La tensión se palpaba en el ambiente mientras helicópteros y camiones cisterna luchaban por contener un fuego que no hacía distinciones. Mientras algunos residentes decidían huir, otros se quedaron, jugándose la vida para defender sus propiedades con mangueras de jardín y sistemas de agua improvisados. En Brentwood, otro barrio cercano al gran incendio bautizado como Palisades, una familia utilizó el agua de su piscina para crear una barrera, evitando así a poco que el fuego destruyera su casa.
Estas imágenes han generado un debate sobre el uso de recursos públicos y privados ante emergencias. ¿Es justo que algunos puedan proteger su casa con equipos privados mientras otros lo pierden todo? Las desigualdades son evidentes incluso en el peor de los momentos.
Las autoridades han defendido sus decisiones operativas, destacando que las prioridades de los bomberos son evitar la pérdida de vidas y proteger zonas con riesgo comunitario elevado. Pero para muchos residentes de Malibú y Pacific Palisades, la experiencia de haber visto cómo las llamas arrasaban lo que habían construido durante toda una vida ha sido un recordatorio cruel que, ante la naturaleza, nadie está completamente seguro.
Este incendio ha sido uno de los peores en la historia reciente de Los Angeles. Con más de 40.000 hectáreas quemadas y miles de casas destruidas, el fuego ha dejado una impronta difícil de olvidar en una zona que a menudo se ve como un lugar de escape y paz. Pero más allá de las pérdidas materiales, también ha puesto sobre la mesa un dilema incómodo: los desastres naturales pueden afectar a todos, pero las herramientas para combatirlos no están distribuidas equitativamente.
Crisis climática
Cuando el humo esparza del todo y el paisaje carbonizado empiece a recuperarse, quedará la pregunta de cómo equilibrar los recursos y garantizar que, en un futuro, nadie quede desprotegido ante el inexorable poder del fuego. Además, nace el debate sobre el papel del cambio climático en la escalada de estos desastres. Científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) señalan que la combinación de sequías prolongadas, temperaturas más altas y vientos cada vez más intensos crea las condiciones perfectas para que los incendios se conviertan en catástrofes incontrolables en el estado californiano. Pero, a pesar de estas advertencias, la prevención y la preparación siguen siendo desiguales.
Muchos residentes, conscientes del riesgo, optan por invertir en medidas preventivas como sistemas de aspersión avanzados o material ignífugo para sus casas. Pero estas opciones están fuera del alcance de muchas comunidades. Esto plantea una cuestión crítica: ¿quién tiene derecho a sentirse seguro ante una emergencia que afecta a todos? Las llamas, imparables y ciegas, no discriminan, pero las herramientas para combatirlas todavía sí.