Una nueva oportunidad para el ala oeste de la Casa Blanca
La administración de Biden no tiene la épica de la mítica serie, pero la supera en paridad de género
El mundo dormiría más tranquilo si Aaron Sorkin escribiera los guiones de la Casa Blanca. Las grandes decisiones estarían en manos de mentes brillantes con fuertes principios éticos y comentarios ingeniosos siempre a punto. Así era el gobierno ficticio de Jed Barlet en The West Wing, la mítica serie que se estrenó en 1999 y que retrataba las interioridades de la política norteamericana con un toque de romanticismo y de heroicidad. En los últimos cuatro años, la heroicidad se había perdido dentro del caos de la Casa Blanca de Trump en la que los miembros del equipo del presidente no duraban ni dos capítulos. Y, en vez de seguir las sabias directrices de un Nobel de economía, intentaban esconderle las órdenes ejecutivas para que no llegara a firmarlas.
En medio de la crispación política actual, la visión idealizada de aquella serie ya no convence a nadie. Sin embargo, en la Casa Blanca de Joe Biden, algunos de los protagonistas recuerdan a personajes del drama televisivo, ni que sea porque han conseguido recuperar una cierta normalidad política. Las gruesas carpetas de documentación que llevaba C.J. Cregg (Allison Janney), la portavoz de aquella administración demócrata ficticia, han vuelto al podio de la sala de prensa de la Casa Blanca con Jen Psaki, como prueba gráfica que los días de los mensajes improvisados y reiteración de la mentira como única estrategia comunicativa se han acabado.
La nueva cara visible del gobierno de Biden ha vuelto a imponer los briefings diarios y la cordialidad con los periodistas. “No tengo nada más a deciros sobre esto”, es su amable coletilla para liquidar cualquier tema. Con buen humor y nervios de acero, Psaki parece tener la respuesta adecuada siempre a punto, tal como hacía aquella inteligente C.J. Cregg que memorizaba datos y datos para estar preparada para cualquier pregunta.
Psaki dice que estuvo "tentada" de hacer alguna broma sobre "la multitud más grande que nunca ha asistido a una investidura" en su primera rueda de prensa en la Casa Blanca, en homenaje irónico a su predecesor en el cargo, Sean Spicer, que definió así el público presente en la toma de posesión de Trump. Finalmente decidió no hacerlo. En una entrevista con la radio pública, explicaba también que su secreto para controlar a los periodistas "cuando empiezan a hacer mucho ruido y a plantear preguntas locas" es retardar el ritmo y el tono de voz. Lo ha aprendido con la experiencia: fue secretaria de prensa de la campaña de Barack Obama en 2008, portavoz del departamento de Estado después, y directora de comunicaciones de la casa Blanca entre 2015 y 2017.
Equipo comunicativo femenino
Pero si hay una cosa en la que el ala oeste actual supera a la de la ficción es en la paridad de género: si se hiciera la versión televisada, ahora Toby Ziegler, Sam Seaborn y Josh Lyman serían mujeres. El equipo responsable del mensaje político y la oratoria florecida del presidente es encabezado ahora por la directora de comunicaciones, Kate Bedingfield. El papel capital de la cabeza de gabinete –Leo McGarry (John Spencer) en la ficción– todavía es masculino: Ron Klain es la mano derecha de Biden, a pesar de que su despacho no queda tan cerca del Oval como el de Leo. El adjunto de gabinete Josh (Bradley Whitford), solucionador de los acuerdos políticos que permiten sacar adelante la agenda de la administración, tiene dos rostros en la Casa Blanca actual: Bruce Reed y Jen O’Malley, la primera mujer que ha dirigido una campaña presidencial ganadora en los EE.UU..
A la vez, la vicepresidenta Kamala Harris, primera mujer y primera afroamericana en el cargo, ya no es un personaje secundario como sus homólogos de la ficción, y se dice que el presidente quiere darle todavía un papel político más destacado.
En The West Wing, la serie donde muchos de nosotros aprendimos qué quiere decir gerrymandering, lame duck y filibusterismo legislativo, los espectadores vieron como la idealista C.J. Cregg se tragaba algunos sapos en nombre de la estrategia política o del bipartidismo, un valor que Biden también se ha comprometido a reinstaurar. Seguro que Psaki ya tiene preparada su cara de póquer para cuando pase. Porque en la Casa Blanca de Biden, para la tranquilidad de todos, ya nadie se sale del guion.