El ómicron lleva a China a la cifra más alta de covid en dos años
La variante pone a prueba la estrategia: Shanghái cierra las escuelas y vuelven los hospitales temporales
PekínChina vive el peor brote de coronavirus desde la primavera de 2020. El gigante asiático, donde hace más de dos años surgió el covid-19, fue el primero que consiguió controlar el virus con largas cuarentenas y cerrando sus fronteras. Pero ahora empieza a notar los efectos de la variante ómicron. Una silenciosa ola de contagios recorre el país, impulsada por los casos asintomáticos, que son más difíciles de detectar.
Este viernes el ministerio de Sanidad ha informado que se han registrado 1.369 contagios en las 24 horas anteriores. Es una cifra que no se veía desde que empezó la pandemia en Wuhan. Aun así, son pocos casos para una población de 1.400 millones de habitantes, pero en China las cifras oficiales de infecciones siempre han sido mucho más bajas que en el resto de países. Desde el principio Pekín solo ha reconocido 4.636 muertos y 112.940 contagios.
La situación es grave y la prueba de esto es la estrategia que se ha aplicado ahora: en Shanghái se han cerrado las escuelas y se han impuesto las clases online en todo el sistema educativo. En 2020 los colegios ya permanecieron clausurados cerca de tres meses. Atracciones turísticas como el mirador de la Torre de Shanghái también han cerrado preventivamente. Y se ha anunciado que se desviarán vuelos internacionales a otras ciudades para descongestionar los centros de cuarentena.
Precisamente, las autoridades sitúan el origen del brote en la mala praxis aplicada en uno de los hoteles de cuarentena y, por lo tanto, la fuente de la infección sería un caso de los llamados importados. El relato oficial del gobierno siempre atribuye los contagios a personas que vienen del extranjero o a mercancías importadas.
Sin transporte público en Changchun
También se ha confinado la ciudad de Changchun, con nueve millones de habitantes. Es la capital de la provincia de Jilin, al nordeste del país, y oficialmente solo se han confirmado 526 casos desde principios de marzo. Los residentes no la pueden abandonar excepto por causas justificadas. Se ha pedido a las empresas que teletrabajen y se ha interrumpido el transporte público. Solo puede salir una persona de los domicilios para ir a comprar cada dos días. Todos los comercios permanecen cerrados excepto farmacias y tiendas de alimentación. Representa el confinamiento más grande desde el decretado en Xi'an, con trece millones de habitantes, el diciembre pasado.
La variante ómicron se ha extendido por numerosas ciudades como Qingdao, en la costa, y especialmente al sur en la provincia de Guangdong, vecina de Hong Kong, donde hay una auténtica crisis sanitaria. Aunque en comparación con España los contagios son pocos, para China son cifras muy altas y ponen a prueba su política de covid cero. Todo parece indicar que las autoridades sanitarias esperan que la ola continúe creciendo, puesto que por ejemplo han anunciado la construcción de hospitales temporales de emergencia en varias ciudades, parecidos a los que se edificaron en pocos días en Wuhan.
Otro indicio es que este jueves se autorizó por primera vez la comercialización y el uso de pruebas rápidas de antígenos. Las podrán comprar particulares y hospitales. Hasta ahora, en China solo se hacían tests PCR en los laboratorios autorizados, que envían automáticamente los resultados a la aplicación de salud del móvil. Es decir, que todas las pruebas estaban controladas por las autoridades.
Los contagios ya dejan de ser noticia
El aumento de los casos contrasta con la poca alarma que se ha generado en la opinión pública. Por ejemplo, en otras ocasiones, cuando se habían registrado dos contagios en un barrio de Pekín, se anunciaba ampliamente que se cerraba todo el barrio, no solo el edificio, y que se testaban todos los vecinos. En cambio, ahora han dejado de ser noticia las infecciones y se hacen cribajes más selectivos, sólo a los contactos directos.
Esto podría indicar que China prepara a la población para convivir con más normalidad con el coronavirus y flexibilizar su política de covid cero, que mantiene al país aislado. A la vez, Pekín ha aprobado la píldora antiviral Paxlovid, desarrollada por Pfizer.
Sin embargo, el primer ministro, Li Keqiang, no ha querido avanzar ninguna medida. Preguntado durante la rueda de prensa que ha clausurado la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular, se ha limitado a responder: “Nuestras medidas de prevención y control se basarán en el desarrollo de la pandemia y los cambios en el virus”. Tampoco ha querido concretar cuándo abriría el país sus fronteras. En cambio, sí que ha confirmado que era su última participación como primer ministro, puesto que no seguirá con Xi Jinping en un tercer mandato en 2023.