Estallido de violencia en Siria: más de 100 muertes en los primeros enfrentamientos desde la caída de Al Asad

Los combates, entre las fuerzas de seguridad sirias y milicias leales al régimen, hacen revivir la incertidumbre en el país y se decreta el toque de queda

Una columna de humo se alza mientras las fuerzas sirias combaten una insurgencia alauí en Latakia, Siria.
07/03/2025
3 min

BeirutMás de 100 personas han muerto en los últimos días en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad sirias y milicias leales al expresidente Bashar el Asad en la región costera del país, donde se ha establecido un toque de queda en Latakia y Tartús debido a la intensidad de los combates, según informó ayer el Observatorio Sirio.

Los choques, centrados en las ciudades de Jableh y Baniyas, han desplazado a cientos de familias, lo que agrava aún más la crisis humanitaria en la zona y representa uno de los mayores desafíos militares para el nuevo gobierno de Siria, liderado por Ahmad al-Sharaa. La situación ha generado incertidumbre sobre la estabilidad del régimen en una región clave para los leales en Damasco.

Los enfrentamientos comenzaron tras un intento de las fuerzas de seguridad de detener a un ex alto comandante de inteligencia, Suheil Salman al Hassan, acusado de crímenes de guerra bajo el régimen de Al Asad, en torno a Jableh. Esto provocó una emboscada por parte de grupos armados afines al antiguo liderazgo. Desde entonces, varias localidades costeras, tradicionalmente bastiones de apoyo a la familia Asad, han escapado del control gubernamental, lo que demuestra una fractura dentro de las filas de quienes habían sostenido el nuevo régimen con firmeza.

Las autoridades sirias han lanzado una operación de rastreo a gran escala en la región con el objetivo de sofocar la insurrección. Sin embargo, la violencia ha escalado rápidamente y los combates han dejado decenas de muertes entre efectivos gubernamentales y combatientes leales a Asad. La situación en el litoral sirio, que hasta ahora se mantenía relativamente estable en comparación con otras regiones en conflicto, se ha convertido en un foco de tensión que podría alterar los equilibrios internos del país.

El uso de la fuerza por parte del gobierno ha incluido bombardeos en ciertas zonas rurales y el despliegue de tropas de élite para recuperar el control. Sin embargo, los combatientes leales a Al Asad han mostrado una resistencia inesperada, lo que ha dificultado la operación.

La administración de Ahmad al Sharaa, que va asumir el poder en un contexto ya marcado por crisis económicas, tensiones étnicas y presiones internacionales, enfrenta múltiples retos, incluyendo los acuerdos con las milicias kurdas en el noreste del país y la gestión de la presencia de fuerzas extranjeras en el territorio sirio. La rebelión de ahora en la costa añade un nuevo elemento de inestabilidad que pone a prueba su capacidad de control y liderazgo.

Por otra parte, la respuesta del gobierno a estos enfrentamientos será clave para medir su margen de maniobra frente a antiguos aliados de Al Asad, algunos de los cuales todavía mantienen poder e influencia dentro del aparato de seguridad. Si el gobierno no logra restablecer el orden con rapidez, podría enfrentar más desafíos por parte de grupos que, aunque leales al régimen en el pasado, han empezado a actuar de forma autónoma.

Fuerzas sirias yendo hacia Latakia.

Enfrentamientos que evidencian que el conflicto interno está vivo

El ministerio del Interior sirio ha insistido en que la situación está bajo control y que los combates cesarán en los próximos días, pero las imágenes difundidas en las redes sociales muestran una realidad distinta: calles desiertas, edificios dañados y barricadas improvisadas en varios puntos de las ciudades afectadas. La capacidad de las autoridades para imponer su dominio sobre la región será una prueba de fuego para el nuevo liderazgo en Damasco.

El litoral sirio no es sólo una región estratégica por su conexión con el Mediterráneo, sino también un territorio simbólico para el régimen. La familia Assad, de origen alauí, ha contado con un fuerte apoyo en esta zona, y la fractura de ese apoyo podría generar cambios significativos en la dinámica del conflicto sirio. Además, la violencia ha generado reacciones en otras partes del país, con manifestaciones de apoyo al gobierno en ciudades como Hama y Homs, manifestaciones que sugiere una creciente preocupación social frente a la posibilidad de una nueva fase de inestabilidad.

Mientras, Turquía, principal aliado del nuevo gobierno de Damasco, observa con atención el desarrollo de los acontecimientos, ante el temor a nuevos desplazamientos de refugiados y un posible resurgimiento de grupos insurgentes en otras zonas del país.

El desenlace de esta crisis tendrá implicaciones no sólo para la gobernabilidad en Siria, sino también para la percepción que la comunidad internacional tendrá del nuevo gobierno. Mientras Damasco intenta proyectar una imagen de estabilidad y control, los enfrentamientos actuales evidencian que el conflicto interno está lejos de resolverse y que las lealtades a Siria siguen siendo frágiles y cambiantes.

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