Guerra Israel-Palestina

Excombatientes israelíes y palestinos, unidos contra el "derrame de sangre" en Gaza

Chen Alon y Sulaiman Khatib, cofundadores de Combatantes For Peace, reivindican a todas las víctimas del conflicto y piden paz

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Ramala (Cisjordania)Chen Alon y Sulaiman Khatib son amigos. El primero, israelí, formó parte del ejército de Israel durante 15 años y participó en acciones militares en Gaza y Cisjordania. El segundo, palestino, pasó 10 años en prisión por militar en la Organización para la Liberación de Palestina y por haber herido a dos soldados con un cuchillo. Hace más de dos décadas, Alon y Khatib cambiaron las armas por las palabras y, tras un tiempo de activismo por separado, en 2006 fundaron la organización Combatants For Peace, en la que antiguos soldados y milicianos luchan por la reconciliación entre israelíes y palestinos. En 2017 y 2018 fueron candidatos al Premio Nobel de la Paz. Ahora, en plena guerra en Gaza, se ratifican en sus ideales y reclaman acabar con el "derrame de sangre" en la Franja, en palabras de Jatib. "Es la principal necesidad ahora mismo", dice.

Alon y Khatib insisten en realizar la entrevista juntos. Y como el encuentro está en casa del segundo, en Ramala, Alon se ve obligado a conectarse por videollamada. Las restricciones de movimiento que Israel impone sobre Gaza y Cisjordania dificultan una reunión en persona. La última vez que se sentaron juntos fue antes de la guerra. Es solo un pequeño efecto de una guerra que ya se ha cobrado la vida de más de 10.000 palestinos y 1.400 israelíes. "No exagero si digo que es el momento más crucial que hemos experimentado nunca –afirma Alon–. Una de las características que tiene el actual conflicto es la polarización. Y, en medio de eso, nosotros seguimos diciendo que no somos propalestinos o proisraelíes . Somos projusticia, propau, prodiálogo y derechos humanos", añade.

Ambos insisten en que, en este momento, es necesario aportar un "mensaje diferente" que promueva la no-violencia y el entendimiento. Pero no desde un "mundo idílico de paz y amor", sino desde el convencimiento de que "no hay solución militar posible, que ambos pueblos están ahí para quedarse" y que es necesario superar los discursos nacionales y tribales y encontrar espacio para el perdón", dice Jatib.

También, añade el activista, son necesarias propuestas plausibles: desde un intercambio de prisioneros y secuestrados entre Israel y Hamás, a un cambio de dinámica que pase por "humanizar" al enemigo. "No hablamos desde la luna. Ambos sabemos lo que es la lucha armada. Sabemos que la violencia sólo genera más violencia y que el cambio es posible. Hace falta paz y justicia para todos", afirma Alon.

En este sentido, Khatib y Alon insisten en reivindicar tanto los muertos en manos de Hamás, como las víctimas de los bombardeos israelíes. Una actitud que hoy es revolucionaria y subversiva en Israel, Palestina y el extranjero. "Ni Hamás ni Israel están comprometidos con ninguna ley moral. Todo está dirigido por la rabia, la venganza y la deshumanización. Hay mucha gente que no lo entiende, incluso a nuestras familias, pero no podemos dejar de decirlo ", sostiene Jatib. Por su parte, Alon dice que, como israelí, "si simplemente hablas de los bebés o niños fallecidos en Gaza, automáticamente te conviertes en un enemigo o alguien que está traicionando a su nación –pero añade–: No me siento solo, porque cuando digo que me preocupa a la gente inocente de Gaza, el Sulaimán dice lo mismo de los israelíes".

Un cambio basado en la empatía

Chen Alon creció pensando que el sionismo había salvado la vida a su familia, y que un estado de Israel fuerte era el único camino para defenderse de los enemigos del pueblo judío. Su abuelo fue el único miembro de la familia que sobrevivió al Holocausto, por haber emigrado a Palestina a principios del siglo XX, y durante su infancia, Alon admiró los esfuerzos de su padre, soldado a las guerras de 1967 y 1973, para proteger a Israel de las naciones árabes vecinas. Cuando entró en el ejército, Alon participó en operaciones contra presuntos terroristas palestinos. También menores de edad. "No me costaba arrestar a niños, porque para mí eran pequeños terroristas. Pero cuando nació mi hija, todo cambió. Mientras sufría para que estuviera bien y durmiera por la noche, me di cuenta de que ya no podía invadir las casas de palestinos y despertar a niños en medio de la noche. ¿Qué les diferenciaba de mi hija? Yo sabía perfectamente que en aquellas acciones militares no había más interés que atemorizar a los palestinos", explica.

Para Khatib, el momento de cambio llegó a prisión. Durante la década que pasó encarcelado, experimentó la brutalidad de los carceleros israelíes, dice, pero también tuvo tiempo de formarse. Por su celda pasaron libros sobre Mandela, Gandhi y Luther King, que le mostraron que la lucha por la libertad de Palestina podía ser no violenta. También estudió la historia del pueblo de Israel. Conocer los horrores del Holocausto le hizo empatizar con los judíos. "Es algo que también me ayuda hoy. El 7 de octubre despertó un trauma colectivo por los judíos. Y la respuesta israelí ha hecho recordar a los palestinos la Nakba. Mucho de lo que ocurre ahora es una respuesta a un trauma" , dice. Al salir de prisión, con 25 años, decidió dedicar su vida a buscar nuevos caminos de paz, sin renunciar a poner fin al empleo. "Incluso ahora soy optimista porque pienso que quizás se pueda transformar esta terrible situación, y que a partir de ahora compartiremos el amor común que sentimos por esta tierra", afirma.

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