Incrementan las presiones para el desarme de Hezbollah

Estados Unidos quiere que la milicia chií libanesa entregue todo el arsenal del país

Milicianos de Hezbollah en el funeral de un combatiente muerto en las detonaciones masivas de aparatos electrónicos el 18 de septiembre en Líbano. MOHAMED AZAKIR / REUTERS
04/05/2025
3 min

BeirutIsrael rompió, a finales de abril, el alto el fuego en Líbano vigente desde noviembre. El último bombardeo sobre Beirut no fue un ataque más, sino una acción para dejar claro que el gobierno de Benjamin Netanyahu sigue marcando las reglas del conflicto. Aunque Tel-Aviv lo justificó como una reacción a una supuesta "violación flagrante" de la tregua por parte de Hezbollah, el verdadero objetivo parece ser otro. Para Israel y sus aliados, el desarme de la milicia chiíta no debe limitarse al sur del río Litani, sino que debe extenderse a todo el territorio libanés. Esgrime una cláusula ambigua del acuerdo con Washington que permite al ejército israelí intervenir ante cualquier amenaza "percibida". Todo ello justo antes de la visita a Beirut de la enviada estadounidense Morgan Ortagus, que intentará presionar para conseguir el desarme del grupo chií aliado de Irán y para avanzar en la retirada israelí de los territorios todavía ocupados.

Sin embargo, el camino hacia este objetivo está lejos de ser lineal. Hezbollah reiteró que su arsenal no está en la mesa de negociación. "El alto el fuego sólo cubre la zona del sur del Litani –recordaba su secretario general, Naim Qassem–. Cualquier intento de modificar ese equilibrio será respondido con firmeza", amenazó.

A pesar de la tensión, algunas figuras políticas del Líbano dejan entrever una posible brecha en el diálogo sobre el desarme. El presidente del Parlamento, Nabih Berri, aliado histórico de Hezbolá, sugirió que el arsenal del grupo podría convertirse en un tema de negociación, siempre que Israel se retire de los cinco puntos fronterizos en disputa. El dirigente del movimiento Amal lo expresó con claridad: "Mientras haya empleo israelí, las armas son una línea roja". En paralelo, el presidente Joseph Aoun propuso una estrategia gradual que comienza por el sur del país, sigue con los campos de refugiados palestinos y culmina con una política nacional de defensa que incorpore a Hezbollah al ejército nacional.

Los peligros de la militarización

Pero varios expertos advierten sobre los riesgos. La incorporación masiva de militantes formados bajo la doctrina de Wilayat al Faqih —que otorga poder religioso y político a los clérigos iraníes— podría alterar el equilibrio confesional del ejército libanés. "Alguien que ejecuta órdenes como deber religioso difícilmente puede adaptarse a una institución democrática y secular", alerta al ARA Khaled Hamade, analista militar. La cifra de 100.000 combatientes que proclama Hezbolá es probablemente exagerada, pero incluso una integración parcial podría desestabilizar la balanza confesional de las fuerzas armadas. El militar retirado estima que, si el número supera los 10.000 ingresos, el Estado debería compensarlo con nuevas incorporaciones de otras confesiones.

Este debate ocurre mientras Estados Unidos refuerza su estrategia antiterrorista en Oriente Medio. La administración Biden, como antes la de Trump, exige a sus aliados árabes frenar el apoyo a grupos armados. En este contexto, Teherán ha adoptado una postura ambigua: se muestra dispuesto a avanzar en negociaciones nucleares con mediación europea, pero insiste en que cualquier diálogo sobre sus aliados, como Hezbollah o los houthis en Yemen, debe llevarse a cabo directamente con ellos, sin intermediación.

En el caso libanés, el embajador iraní Mojtaba Amani ha calificado el debate sobre el desarme como "conspiración contra el Estado libanés". La respuesta desde Beirut fue clara. El presidente Aoun insistió en que "evitar un nuevo conflicto civil es una prioridad nacional".

Mientras tanto, la capacidad militar de Hezbollah se ha visto afectada. Agluns analistas calculan que más del 90% de su sofisticado arsenal, incluidos misiles y drones, ha sido destruido en ataques israelíes. Esto ha empujado al grupo a un perfil más bajo, a ceder protagonismo al Estado y evitar una escalada que podría ser catastrófica. "La situación sigue siendo volátil", reconoce una fuente diplomática.

En este tablero, EEUU busca acelerar el proceso. Ortagus ha dicho que el desarme debería concretarse "lo antes posible". Pero como advierte el investigador Nicholas Blanford , la pregunta de fondo sigue sin resolverse: "¿Aceptarán a Hezbollah —y Irán detrás suyo— desarmarse? Todo lo demás son detalles".

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