Netanyahu supera a Churchill, pero aterriza en Estados Unidos en el peor momento

Kamala Harris sortea la foto con el primer ministro israelí y Trump le invita a su mansión

BarcelonaCuando Benjamin Netanyahu logró que los líderes de los dos partidos del Congreso de Estados Unidos le invitaran a pronunciar un discurso, este miércoles, su objetivo era superar a Winston Churchill. El israelí se dirigirá a la sesión conjunta de ambas cámaras por cuarta vez en su dilatada carrera política. El mítico primer ministro del Reino Unido –que como Israel tiene una especial relación con Washington– lo hizo solo en tres ocasiones y para Netanyahu será la cuarta. Una plataforma de lujo para un político que el fiscal del Tribunal Penal Internacional quiere detenido en La Haya para procesarle por crímenes de guerra. Pero lo que el líder israelí no podía imaginar es que su día de gloria llegaría tres días más tarde de la renuncia de Joe Biden a la reelección y diez días después de que un chico de 20 años intentara asesinar a su gran aliado, Donald Trump. Los estadounidenses tienen otras prioridades, ahora mismo.

Y los israelíes también. La visita a Washington debía servir a Netanyahu para contrarrestar las críticas internas que le acusaban de haber perjudicado la relación con Estados Unidos, el principal apoyo militar y diplomático del estado hebreo. Pero el 75% de la opinión pública israelí quiere que Netanyahu pliegue (ahora o inmediatamente después de la guerra de Gaza) y el movimiento que apoya a las familias de los israelíes secuestrados en Gaza le ha criticado que se marche del país y los deje abajo las bombas. Alon Pikas, excónsul general de Israel en Nueva York, dice al New York Times: "Este Congreso ha autorizado todo lo que Israel ha pedido. Entonces ¿qué busca Netanyahu? Si quería darles las gracias le bastaba con una llamada de Zoom".

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En las cuatro ocasiones en que Netanyahu habrá subido al atril del Congreso lo habrá hecho a invitación de los republicanos bajo un presidente demócrata con el que tenía alguna diferencia, aunque el apoyo de Estados Unidos a Israel es inquebrantable. Ocurrió en 1996 con Bill Clinton, en el 2011 y el 2015 con Barack Obama y ahora con un Joe Biden de retirada. En todos los casos el mensaje fue el mismo: con sus aliados republicanos –una alianza que cultivó siendo subembajador de Israel en Washington– Netanyahu puede permitirse el lujo de pasar por encima del inquilino de la Casa Blanca. Bajo la presidencia de Trump, el primer ministro israelí visitó Washington pero no tuvo que hacer ningún discurso en el Congreso.

Hasta ahora, sin embargo, buena parte de la dirección demócrata también se deslumbraba con Netanyahu. Pese a sus tensiones con Obama, la bancada demócrata estaba llena cuando en el 2011 Netanyahu habló en el Congreso, con Joe Biden, en calidad de presidente del Senado, sentado a sus espaldas. En cambio, Biden no le acompañó en su discurso del 2015 en la Cámara, cuando el primer ministro israelí se dedicó a intentar convencer a los senadores de que votaran contra el acuerdo nuclear que Obama había negociado con Irán, una amenaza existencial para Israel en la visión del mundo de Netanyahu.

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Harris esquiva la foto

En esta ocasión el veterano político israelí –que ha ligado el destino de su carrera a una victoria total en Gaza, que parece cada vez más imposible– no tendrá precisamente un recibimiento “cálido” de los demócratas. Llegó a Estados Unidos el lunes y Biden no le recibirá hasta el jueves.

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La vicepresidenta Kamala Harris, que ahora ocupa la presidencia del Senado, se ha programado un acto de campaña y no estará en su discurso en el Congreso, aunque ha dicho que se reunirá en privado. El equipo de campaña de la virtual candidata a demócrata quiere evitar cueste lo que cueste la foto de Harris con Netanyahu para no alejarse aún más a los jóvenes propalestinos que han protagonizado la ola de acampadas universitarias y que en muchos casos han sufrido la represión policial. Durante los últimos meses Harris ha hecho de contrapeso a Biden con las políticas con Tel Aviv y se ha mostrado más crítica respecto a la guerra de Gaza. Algunos congresistas demócratas han anunciado ya que no piensan asistir al discurso.

Quien sí recibirá a Netanyahu con los brazos abiertos es Donald Trump, que le acogerá en su mansión de Mar-a-Lago, según ha confirmado el propio Trump en las redes sociales. La idea de que el primer ministro israelí está alargando la guerra de Gaza confiando en que el 4 de noviembre haya un giro político en Estados Unidos que le deje las manos del todo libres cada vez parece más real.