¿Qué orden prevalecerá mañana en Oriente Próximo?

Iraníes queman una bandera de Estados Unidos en Teherán, el 2 de octubre.
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BarcelonaDespués de un año de guerra entre Israel, Hamás, las fuerzas chiítas de Líbano, Irán, los houthis yemeníes y los chiítas de Irak, con decenas de miles de muertos, especialmente palestinos, no está claro cómo se resolverá la crisis, aunque no sea de forma permanente sino temporal. El primer ministro Benjamin Netanyahu y su entorno hablan de un "nuevo orden" que no se ha especificado y, por tanto, no se sabe qué entiende exactamente por este concepto.

Para establecer el orden nuevo, es decir, una correlación de fuerzas diferente, el mayor paso que debe dar Israel es acabar con el régimen islámico de Teherán, y por eso necesita la ayuda de Estados Unidos. Si se elige esta vía, es posible que no se pueda avanzar hasta después de las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre.

La situación en Irán es complicada por la fuerte polarización que existe entre los sectores más religiosos y antioccidentales y los sectores más prooccidentales. Aunque Israel y Estados Unidos están aprovechando esta división para provocar la inestabilidad, no podemos esperar un cambio de régimen a corto plazo, a no ser que Estados Unidos pise fuerte el acelerador.

Si esto ocurre, se crearía una situación muy volátil en Irán, que quizá no interesa en Washington. En ese caso, no podría descartarse una cruenta guerra civil, porque el régimen cuenta con un apoyo considerable, y toda esa gente, apartada del poder por la fuerza, no permanecería sin hacer nada. La nueva situación podría crear mayor inestabilidad internacional indeseada.

Si descartamos la caída inmediata del régimen iraní, que es el objetivo cardinal de Israel, el estado sionista querrá estrechar más la presión sobre ese país, y la mejor manera de hacerlo no es con la fuerza militar, sino las sanciones económicas y políticas. No sería una política nueva; hace muchos años que se está aplicando y su futuro dependerá en gran parte de lo que ocurra en las elecciones americanas.

Si la victoria es para Donald Trump, el panorama podría ser algo distinto. Durante su anterior mandato, el presidente republicano tuvo una confrontación muy directa con Irán, abandonó unilateralmente el acuerdo entre Irán y Estados Unidos firmado por Barack Obama, e impuso sanciones económicas muy duras que todavía siguen vigentes en gran parte. Si gana, Trump quizás vuelva a imponer sanciones de una manera más agresiva.

La mano dura de Netanyahu

Es obvio que mientras dure el régimen, Teherán seguirá ayudando a Hamás ya los grupos chiíes de toda la región, de Hezbollah a Yemen. Sin embargo, Netanyahu y los americanos pueden hacer más para limitar esta ayuda a los enemigos de Israel, particularmente la militar. Si Hezbollah y Hamás han podido sorprender a Israel significa que Israel no ha hecho todo lo posible para evitarlo.

En las últimas semanas hemos visto que Netanyahu se encuentra en un proceso de rehabilitación. La decapitación del liderazgo de Hezbollah ha disparado su popularidad. Todo parece indicar que quiere seguir siendo primer ministro después de la crisis, y para ello necesita aplicar una mano muy dura contra sus enemigos.

Para obtener este objetivo, y la consiguiente disuasión, Netanyahu debe pacificar Gaza por la fuerza y el sur del Líbano, también por la fuerza. Una invasión permanente del sur del Líbano sería contraproducente porque expondría peligrosamente a los soldados a una guerrilla de Hezbollah. Donde puede mejorar es en la intercepción de las armas que Teherán envía a Líbano ya Gaza. Esto jugaría a favor de Israel, pero no está claro que baste para crear el nuevo orden que busca Netanyahu.

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