La palabra prohibida: ¿Israel está cometiendo un genocidio en Gaza?
Juristas, historidores y sociólogos se pronuncian sobre la devastación y la muerte que Benjamin Netanyahu ha impuesto al pueblo palestino
LondresLa pregunta del título parece poco menos que retórica. Al menos, si se tienen presentes las infinitas imágenes y los dramáticos testigos que, desde el 7 de octubre de 2023, llegan desde Gaza. Destrucción sin límite, bombardeos indiscriminados contra población civil con el resultado del asesinato de niños, mujeres, hombres, ancianos, humillación de prisioneros no combatientes de Hamás –también ha habido escenas de humillación de los rehenes israelíes liberados– que se utilizan como sistema de escudos humanos, anorre arma de guerra… Una devastación incalculable, más de 53.000 gazatinos fallecidos oficialmente, con toda probabilidad miles más. La población de la Franja tardará décadas en recuperarse, si es que sobrevive.
La sistemática represión contra los palestinos de Cisjordania y la política de expulsión de sus tierras y de empleo con nuevos asentamientos de colonos aún añade más retórica a la pregunta. ¿Qué es todo, si no? ¿Derecho a la legítima defensa? ¿Se puede llamar genocidio?
La palabra tiene enormes connotaciones. La Convención para la Prevención sobre el Genocidio aprobada por la asamblea general de la ONU en 1948 lo define como "actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso", recuerda al ARA Henning Melber, profesor de ciencia política de la Universidad de Pretoria. "Desde entonces, el genocidio se convirtió en un crimen punible según el derecho internacional", se cometa en tiempos de guerra o de paz. Entró en vigor en 1951. El concepto lo acuñó el abogado judío polaco Rafhael Lemkin para describir las políticas nazis de asesinato sistemático que se perpetraron contra los judíos europeos.
Genocidio se asocia al Holocausto, si bien antes de los seis millones de muertos hubo otros. Cabe recordar la aniquilación de un millón y medio de armenios (1915-1918) por parte del gobierno de los llamados Jóvenes Turcos. Al igual que el genocidio cometido por Alemania en Namibia a principios del siglo XX (1904-1908). Y después del Holocausto ha habido otros: Ruanda, Bosnia, Camboya… Hay más. Muchos más. La historia universal está llena de infamia.
"Esto no es aquello", y "eso" es el Holocausto
¿Por qué cuesta tanto decirlo en relación con el sufrimiento y el exterminio de los palestinos? La socióloga, escritora y activista feminista Elana Sztokman, nacida en Estados Unidos pero con tres décadas de residencia en Israel, ha reflexionado sobre ello. El 19 de mayo, en el su blog, se preguntaba en voz alta sobre los argumentos israelíes para negar el genocidio. "Ese [el Holocausto] sí lo fue. Esto no es eso", apuntaba que se llaman sus compatriotas a sí mismos. Sztokman les contestaba: "¿Qué es lo que estamos haciendo nosotros, los israelíes, en Gaza, que hace que parezca que no se puede comparar con el Holocausto? Porque lo que estamos haciendo en Gaza también es intencionado. Nuestro gobierno ha trazado estrategias para hacerlo. Años y años de planificación, financiación y presupuesto. Y ahora está." Presión deliberada. Muere o marcha. Esa es la estrategia.
Hay quien argumenta la diferencia de escala. ¿Seis millones contra 50.000 y pico vidas? Decía: "La escalera es relativa. Todavía está pasando. Todavía no ha terminado. Cada gazatín es un objetivo. Además, el 92% de los hogares ya han sido destruidos. Y en cuanto a las cifras, no sabremos los números finales durante mucho tiempo, porque hay muchos cuerpos atrapados bajo los escombros. no hay tiempo ni ningún sitio seguro donde hacerlo". Cabe recordar que el concepto genocidio se refiere a una intencionalidad y que el derecho internacional lo previsto son medidas para prevenir que se llegue a perpetrar.
"Los judíos no hicieron nada por merecer el Holocausto. Los de Gaza tuvieron el 7 de octubre", escribe también Elana Sztokman, otra de las ideas recurrentes de los israelíes. Pero se vuelve: "Los 2,2 millones de palestinos son simplemente personas. Como tú y como yo. El 7 de octubre pasó por, pongamos, unos 5.000 terroristas. Sí, terroristas terribles, monstruosos. Pero ésta no es la población de Gaza que Israel está matando de hambre, bombardeando, desplazando y asesinando2. tener nada que ver con el 7 de octubre".
Organizaciones de referencia en derechos humanos y derecho internacional como Amnistía Internacional o Human Rights Watch hablan abiertamente de genocidio. HRW pone de manifiesto que "las autoridades israelíes son responsables del crimen contra la humanidad de exterminio y de actos de genocidio". Amnistía asegura, a su vez, que existe "suficiente base para concluir que Israel ha cometido y sigue cometiendo un genocidio contra los palestinos en la Franja de Gaza ocupada". Ambas entidades hacían públicas sus conclusiones en diciembre del pasado año. Desde entonces, la situación no ha hecho más que empeorar.
El ARA también ha hablado con historiadores, juristas y sociólogos. Pero no todos los consultados comparten la idea de que existe genocidio, al menos desde el punto de vista legal. Hay quien lo niega con vehemencia; otros son cautos por razones jurídicas, aunque rotundos por cuestiones morales. Otros no tienen dudas.
En el primer caso destaca el investigador del King's College de Londres Jonathan R. Beloff, adscrito al departamento de Estudios sobre la Guerra. Beloff ve en el uso de la palabra una "nueva ola de odio contra Israel" que no tiene en cuenta que "la carta fundacional de Hamás de 1988 pide el genocidio de los judíos, en Israel y en todo el mundo". Y acusa a "muchos académicos occidentales postestructuralistas y marxistas" de ignorarlo y de ignorar también "la muerte de más de 1.200 israelíes, la captura de cientos de rehenes, la violación masiva de mujeres judías" el 7 de octubre. Esta cuestión ha sido muy aireada por la propaganda israelí, pero no se ha acreditado ni un solo caso a los organismos oficiales israelíes.
Mirar hacia otro lado, como Albert Speer
Es innegable la brutalidad de ese asalto terrorista. Pero también lo es lo que el mundo está viendo en directo en Gaza y en Cisjordania –y hace ya 80 años–, aunque el gobierno de Benjamin Netanyahu ha vetado el acceso a periodistas extranjeros independientes en la Franja. Lo que nadie puede decir es lo que alegó el arquitecto de Hitler, Albert Speer, en el juicio de Nuremberg por sacudirse la responsabilidad que tuvo tanto en el esfuerzo de guerra, como ministro de Armamento, y en la Solución Final, como cómplice de la maquinaria industrial y bélica del Tercer Reich.
Speer explica en sus memorias (pag. 676) que en el verano de 1944, después de que Karl Hanke, jefe regional de la Baja Silesia, le aconsejara que nunca aceptara visitar un campo de concentración de la Alta Silesia, él le hizo caso y prefirió mirar hacia una personaje del film La zona de interés: "No le hice ninguna pregunta –escribe–. Ni tampoco a Himmler, ni a Hitler, ni hablé de eso con mis amigos. No hice ninguna investigación. No quería saber qué estaba pasando allí. Debía tratarse de Auschwitz…" No mirar y no preguntar, según un relato difícilmente creíble, no le exculpa. Lo mismo ocurre en Gaza en relación con los israelíes. Ignorar y no querer saber qué ocurre tampoco sirve de excusa. Aunque no se quiera prestar atención, es imposible no ver a los miles y miles de muertos.
Tamir Sorek, profesor de historia de Oriente Próximo de la Universidad estatal de Pensilvania (Estados Unidos) comenta a este corresponsal un hecho muy relevante que ayuda a entender el punto actual de la situación. "En Israel, los llamamientos al genocidio [de los palestinos] han pasado de la periferia [de la política] a la corriente principal; hace treinta años en Israel, defender el genocidio podía llevarte a la cárcel". Ahora te lleva al gobierno. El ex jugador de fútbol del Maccabi Tel Aviv Danny Newman, comentarista de deportes de televisión, defendía el exterminio palestino en diciembre del 2023. Quince meses más tarde, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich o el de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir no se esconden. Lo recordaba también la sociólogo Elana Sztokman.
El ataque de Hamás y la respuesta de Netanyahu no ha hecho más que legitimar las visiones más extremistas de unos y otros, alejar la posibilidad de la paz y de los dos estados. En 2014, Ayelet Shaked, entonces miembro de la Knesset y posteriormente ministra de Justicia y también de Interior, compartió en las redes sociales un artículo que decía: "El pueblo palestino nos ha declarado la guerra, y debemos contraatacar. Y en las guerras el enemigo suele ser todo un pueblo, con sus ancianos y pueblos".
Mientras tanto, el decano de estudios del Corán de la Universidad Islámica de Gaza, el doctor Subhi Al Yaziji, declaró en una entrevista televisiva en 2015: "Todos los judíos que existen hoy en Palestina son un objetivo legítimo —incluso las mujeres". De eso, como dice Sorek, se extrae que "la aniquilación empezaba a parecer una solución razonable". El historiador israelí de la Universidad de Texas Yoav Di-Capua ha calificado este proceso de "espejo genocida".
Pero, ¿y ahora, una década después, lo que ocurre es o no es genocidio de unos contra otros? Sorek no se pronuncia desde un punto de vista legal. "No soy un experto en derecho internacional, no puedo opinar al respecto". Moralmente, no tiene dudas: "El genocidio es una forma de violencia con motivación política que ataca y mata a una parte sustancial de una población. Es una definición sociológica, no legal, pero es la que me parece más útil. Basándome en esta comprensión, no tengo ninguna duda de que el ataque contra la población de Gaza ha sido genocida y justificado".
El profesor Henning Melber afirma, sin embargo, que "el Tribunal Internacional de Justicia (TPI) ha dado "un motivo creíble" para investigar más a fondo la acusación de genocidio de Sudáfrica contra Israel. Pero a pesar de todos los actos israelíes que enumera - "negar a la población civil [de Palestina] un suministro suficiente de agua y alimentos", o utilizar "la muerte por hambre como crimen de guerra", sólo se atreve a decir que "todo esto suma una forma de extinción [de un pueblo] que roza el genocidio".
Se necesitan pruebas, pero, ¿qué pruebas?
Los juristas hilan fino. A veces. El profesor de derecho internacional de la Escuela de Leyes de la Universidad de Lancaster James A. Sweeney responde a una pregunta del ARA que "para demostrar que se está produciendo un genocidio, es necesario probar dos cosas: que se está matando a miembros de un grupo protegido o que se está infligiendo al grupo condiciones de vida para provocar la destrucción total o parcial; grupo". De acuerdo con su criterio, "[en Gaza] hay pruebas sólidas de actos prohibidos contra el grupo nacional palestino que reside". Lo más difícil, dice, es "es probar la intención en ausencia de una confesión o de un conjunto de documentos incriminatorios".
¿Valdrían las declaraciones del ministro Smotrich de primeros de mayo, u otros, según las cuales en seis meses Gaza estaría "totalmente destruida"? Otra jurista, especialista también en derecho internacional, la profesora Kerstin Carlson, de la Universidad danesa de Roskilde, declara que el hecho de que hay un genocidio "no es una cuestión jurídica controvertida, en mi opinión", porque la destrucción impuesta a los palestinos lo ha sido por el "hecho de ser palestinos". Ergo, se quiere destruir está pasando a Gaza como un genocidio".
El genocidio, el crimen de los crímenes, amenaza la existencia entera de pueblos. La Convención de la ONU antes mencionada proporciona una definición legal, pero "también sirve para conceptualizar una posición moral y política sobre la necesidad de detener un siento remacha Carlson. De momento, no se detiene. Y los que no hacen nada o miran hacia otro lado son cómplices. "Llega un momento, en estos largos procesos de hambre, en los que los perpetradores ya no pueden negar que saben y entienden las consecuencias de sus acciones, [que han] creado las condiciones calculadas para provocar la destrucción física del grupo, total o parcialmente". Por este motivo, el primer ministro Galant tienen una orden de arresto por crímenes de guerra emitida por el Tribunal Penal Internacional. Los candidatos a engrosar la lista son muchos más. Pero la impunidad de la que gozan, de momento, es total. Y se corre el riesgo de lo que apostilla el profesor Henning Melber: "La defensa de la estrategia de exterminio de Israel ya no puede ser tolerada ni siquiera por los partidarios más cercanos de Israel si no quiere perderse el último velo de credibilidad moral y abandonar los fundamentos de todos los marcos normativos posteriores a la Segunda Guerra Mundial".