Quince gramos de explosivo en un móvil

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El director de Icom Inc., Yoshiki Enomoto, muestra su dispositivo de radio modelo IC-V82 y su batería en la sede de la empresa en Osaka, en el oeste de Japón, el 19 de septiembre. 2024.

Una operación como la de esta semana en Líbano y Siria requiere un grado de sofisticación considerable, así como unos servicios secretos que arriesguen a personas en el país donde tiene lugar la operación. En Líbano y Siria el Mosad ha realizado operaciones arriesgadas desde hace muchos años, aunque no siempre han sido exitosas.

Una parte de los dispositivos que han explotado esta semana tenían su origen en la capital de Hungría, Budapest, concretamente en una empresa pantalla que parece que el Mossad estableció en ella, sin que se sepa si con la luz verde del gobierno húngaro o clandestinamente, ya que ambas cosas son posibles.

Existe una creciente bibliografía al respecto. Dos de los libros que abordan la cuestión los publicó el israelí Victor Ostrovsky, exmiembro del Mossad, que le abandonó y refugió en Canadá, donde reveló algunas características del funcionamiento del servicio secreto en los años noventa.

Quien era entonces primer ministro, el likudnik Yitzhak Shamir, que también hizo parte considerable de su carrera en el Mossad, hizo toda la presión posible para evitar la publicación del primer libro. Pero Ostrovsky vio que sus historias escritas en el primer volumen, By Way of Deception (1990), llegaban a las librerías de todo el mundo, e incluso de Israel, aunque algo más tarde. Ostrovsky fue un operador de agentes (katsa, en hebreo) dentro del Mossad.

Decenas de miles de agentes

Ostrosvsky y otros revelaron que el Mossad opera con un gran número de judíos no israelíes que viven en la diáspora y que voluntariamente se ponen al servicio de la agencia de inteligencia israelí. En hebreo se conocen con el nombre de sayanim. Es muy posible que en la operación contra Hezbollah hayan participado sayanim en algún estadio, porque es una práctica habitual. Algunos expertos estiman que el número que existe en el mundo es de decenas de miles.

Otras veces, los colaboradores del Mossad no son ni israelíes ni judíos. Mientras que los sayanim o judíos de la diáspora no suelen cobrar por su trabajo, porque es voluntaria, los agentes no judíos pueden cobrar con dinero o de otra forma.

Un caso notorio de estos últimos fue el palestino de la Franja de Gaza Kamil Hamad, que pidió dinero al Shin Bet, la agencia hermana del Mossad que se encarga de realizar las tareas secretas en los territorios palestinos ocupados. El Shin Bet le dio dinero a cambio de que Hamad entregara un teléfono móvil a Yahiya Ayyash, conocido como el Ingeniero, que desarrolló los explosivos de las Brigadas al Qasam de Hamás y fue responsable de la muerte de casi un centenar de israelíes.

La operación contra el Ingeniero fue muy parecida a la de esta semana. El teléfono que Hamad ocurrió en Ayyash era un móvil aparentemente normal. Shin Bet dijo a Hamad que el móvil llevaba un dispositivo para escuchar las conversaciones del Ingeniero, pero en realidad llevaba también 15 gramos de explosivo. Shin Bet llamó a Ayyash, preguntó por él, e hizo explotar el teléfono destrozándole la cabeza. Ingeniero murió al instante.

Inmediatamente, el Mosad sacó a Hamad de la Franja de Gaza y le proporcionó un visado para Estados Unidos, donde sigue viviendo hasta hoy.

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