ESTADOS UNIDOS

La pandemia y otros retos inmediatos para Joe Biden

El demócrata llega a la Casa Blanca con una agenda apretada para cambiar el legado de Trump

7 min
Las cámaras apuntan el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, durante uno de sus primeros días de trabajo a la Casa Blanca.

WashingtonLos Estados Unidos están “en guerra” contra el virus. Así es como plantea Joe Biden el esfuerzo para contener la propagación del coronavirus por el país. Después de la nefasta gestión de la pandemia de la Casa Blanca de Donald Trump, el 46º presidente ha iniciado su mandato intentando evidenciar la diferencia sideral entre él y su predecesor en el cargo. La gestión de las medidas de prevención y de la vacunación, así como de los devastadores efectos en la economía, son el principal reto que afronta la administración Biden.

Con la excepción de la financiación federal para la investigación, el desarrollo y la producción de vacunas, la administración Trump naufragó en una gestión que el ya expresidente nunca se tomó en serio: las normas básicas para frenar la propagación, recomendadas por su propio equipo de expertos contra el covid-19, las violó continuamente, tanto en la residencia presidencial como durante la campaña electoral. La Casa Blanca se convirtió en un foco de contagio, sus mítines masivos ignoraron toda lógica sanitaria y Trump acabó en el hospital. Y salió infravalorando en público todavía más el riesgo del virus para la salud. “No dejéis que [el covid-19] domine vuestras vidas”, aconsejó de vuelta a su residencia después de abandonar el hospital militar donde estuvo ingresado.

Joe Biden y su mujer, Jill Biden, el pasado miércoles durante la toma de posesión del cargo.

Biden, por el contrario, utilizó la campaña electoral como muestra de la seriedad con la que el demócrata se toma la pandemia. Evitó los mítines masivos, extremó las precauciones y pasó gran parte del tiempo en su domicilio, priorizando los actos virtuales sobre los presenciales y advirtiendo sobre el “oscuro invierno” que se auguraba. Un tono que contrastaba diametralmente con la tendencia de Trump, que anunciaba, falsamente, la inminente salida del oscuro túnel de la pandemia.

A pesar de que Trump se burló a menudo de un Biden escondido “en el sótano” por un supuesto miedo al coronavirus y de que se convenció de que la ausencia de masas en los actos de su rival era la prueba irrefutable de que tenía la victoria en las urnas muy cerca, los norteamericanos se decantaron mayoritariamente por el demócrata. La ciencia de Joe Biden derrotó la ficción de Donald Trump.

El contraste de actitudes, palabras y acciones entre las dos administraciones no puede ser más abismal. La Casa Blanca ha pasado de la negación y de renunciar a intentar frenar la propagación de virus –“No controlaremos la pandemia”, llegó a decir el ya ex jefe de gabinete, Mark Meadows– a hablar abiertamente y sin edulcorantes del largo camino que queda por delante. “Las cosas seguirán empeorando antes de mejorar”, admitió el presidente Biden el jueves. “Desgraciadamente, el memorial que celebramos hace un par de noches no será el último”, dijo en referencia a un acto en recuerdo de los 400.000 muertos celebrado la noche antes de su toma de posesión. “El número de víctimas mortales llegará probablemente a las 500.000 el mes que viene”, anticipó el presidente demócrata.

El proceso de vacunación

En su lucha para desmentir a la ciencia, Donald Trump debatió los argumentos de su propio equipo de científicos hasta el punto de hacerles pasar directamente vergüenza, como cuando tanteó la posibilidad de probar la inyección de lejía para mitigar el virus. Entre los miembros de este equipo estaba el doctor Anthony Fauci, el mayor experto en enfermedades infecciosas del gobierno.

Donald Trump lanza mascarillas a sus seguidores durante un mitin el pasado mes de octubre.

Ahora Biden lo ha escogido como su principal asesor sobre el covid-19. El experto, que hace poco cumplió 80 años y que ha trabajado para todos los presidentes desde Ronald Reagan, reapareció en la Casa Blanca esta semana claramente más relajado y celebrando que la actual administración le permita ser “completamente transparente, abierto y honesto”. Las decisiones se tomarán, subrayó, “basadas en la ciencia”, y admitió la “incomodidad” de trabajar bajo las órdenes de Trump.

Que la lucha para controlar la pandemia es central para la Casa Blanca de Joe Biden lo atestigua que este fue el asunto principal de su primer día de trabajo al frente del país. Firmó varias órdenes ejecutivas y acciones para combatirla y amortiguar sus efectos económicos. Sin embargo, el demócrata pareció molesto cuando le preguntaron por el objetivo autoimpuesto de administrar 100 millones de vacunas en sus primeros 100 días de mandato. Un periodista le preguntó si era poco ambicioso, puesto que en los días previos a su toma de posesión el país ya había conseguido este ritmo. “Déjame respirar, tío”, fue la respuesta de Biden.

Hasta el viernes, las estadísticas recogen que los Estados Unidos habían administrado 17 millones y medio de vacunas, pero solo 2 millones de personas han recibido las dos inyecciones preceptivas. 20 millones de dosis ya distribuidas están todavía por administrar mientras que una docena de estados se están empezando a quedar sin suministro. También la ciudad de Nueva York, que el miércoles canceló 23.000 citas para vacunar. En parte, son las consecuencias de la gestión de Trump, que dejó en manos de los estados la administración de la vacuna sin proporcionarles recursos suficientes. Biden firmó el jueves varias órdenes ejecutivas, algunas de las cuales impulsarán la creación de centros de vacunación masiva gestionados desde Washington.

Un policía del estado de Nueva York es vacunado.

Complicidad del Congreso

Pero la capacidad de Biden para parar la crisis mediante órdenes ejecutivas es limitada. El presidente necesita la complicidad del Congreso para financiar la distribución de la vacuna, la fabricación de material sanitario y la contratación de personal para la inoculación. También para intentar compensar las pérdidas económicas de pequeños y medianos empresarios y la desocupación de millones de norteamericanos.

Con un 6,7% de paro y 18 millones de trabajadores recibiendo algún tipo de subsidio, la Casa Blanca aspira a conseguir que el Congreso apruebe un nuevo paquete de estímulo económico por valor de 1,9 billones de dólares. A punto de empezar las negociaciones, algunos republicanos han acordado de repente su preocupación por el déficit.

Los otros deberes del demócrata

1.

Justicia racial

Las potentes protestas del Black Lives Matter de los últimos meses han puesto la justicia racial al frente de las prioridades del gobierno Biden. Entre sus propuestas, la de dar más poder al departamento de Justicia para “abordar el mal comportamiento sistémico” de la policía y de las fiscalías hacia las minorías étnicas. Quiere crear un grupo de trabajo que proponga medidas para combatir la discriminación policial y judicial, pero la reforma profunda de la policía que le pide el movimiento antirracismo será difícil de pactar en el Congreso.

2.

Unir el país

Fue el eje central de su discurso de toma de posesión y será el gran reto de toda la presidencia: cerrar las heridas de la división política que dejan 4 años de Trump. Biden ha dejado claro que quiere rehacer puentes de diálogo entre los dos partidos en el Congreso buscando políticas de consenso aunque las mayorías demócratas no lo requieran. También tiene propuestas pensadas para hacer que la base electoral de Trump se sienta atendida, como un plan de 700.000 millones para comprar productos norteamericanos, un guiño al America First.

3.

Emergencia climática

Biden ha vuelto a hacer de la emergencia climática un asunto de seguridad nacional y quiere recuperar el liderazgo de los EE.UU. en esta lucha a nivel global. La ambiciosa agenda climática interna, que quiere un 100% de renovables en 2050, puede arrancar con órdenes ejecutivas, pero acabará encontrando resistencias en el Congreso.

4.

Alianzas internacionales

Un gran reto será rehacer la confianza de los aliados europeos y la credibilidad de los pactos firmados por los EE.UU. La política exterior dará un giro de 180 grados, desde el Próximo Oriente hasta Corea del Norte. Biden quiere renegociar el pacto nuclear con Irán, con quien dice que se mantendrá firme, igual que con Rusia y China, a pesar de que sin la guerra comercial de Trump.

5.

Inmigración

Congelar la construcción del muro de Trump y retomar la concesión de asilo será fácil, pero regularizar a unos 11 millones de sinpapeles, como pretende el nuevo presidente, requiere una reforma migratoria que hasta ahora ha sido imposible de pactar en el Congreso. Biden también tiene que revertir la política de separación de los niños migrantes y ofrecer una salida a los dreamers.

6.

Supremacismo

Los grupos de odio basados en el nacionalismo blanco han crecido un 55% en la era Trump y el supremacismo blanco se ha convertido en la principal amenaza de terrorismo interno de los Estados Unidos. Biden se propone fortalecer la legislación antiterrorista del país para combatir a estas milicias, pero también tendrá que ver cómo combate la infiltración de estos grupos de ultraderecha en las fuerzas de seguridad que lo tienen que aplicar.

7.

Sistema sanitario

Trump fue incapaz de aprobar una reforma sanitaria que sustituyera su odiado Obamacare. Biden se ha comprometido a mantener y mejorar el plan de Obama para dar cobertura sanitaria a 25 millones de norteamericanos más. El Bidencare, de hecho, quiere que todo el mundo que resida legalmente en los EE.UU. tenga seguro médico y ofrece una opción pública a los pobres que todavía no están cubiertos. El control demócrata del Senado le puede facilitar esta tarea.

8.

Ciberataques

Biden llega a la Casa Blanca menos de un mes después de que el FBI denunciara una infiltración masiva en los ordenadores del gobierno de los Estados Unidos que posiblemente ponía en peligro secretos de inteligencia. Era el último de los numerosos episodios de ciberespionaje de los últimos años, que se atribuyen a hackers rusos pero también a menudo a piratas chinos e iraníes y que serán un reto clave en materia de seguridad.

9.

Educación

Cuando pase la emergencia del covid, que mantiene muchas escuelas cerradas, Biden podrá empezar a poner manos a la obra en las reformas educativas de su programa electoral, fruto de los postulados más a la izquierda de su partido: cobertura universal para guarderías, condonación de deudas a los estudiantes o expansión de universidades de matrícula gratuita. Para hacerlo quiere utilizar el dinero de revertir los recortes de impuestos de Trump.

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