París se vuelve a confinar: "Da cosa verla tan vacía"

Francia afronta con resignación el primer día del segundo confinamiento para frenar la expansión del virus

Alícia Sans Gardeñes
3 min
La Torre Eiffel vista des de la plaça del Trocadero, pràcticament deserta en el primer dia del nou confinament a França

ParísTres trabajadores del equipo de limpieza del Ayuntamiento de París curiosean delante de un andamio instalado en un edificio con vistas al parque Buttes-Chaumont, al nordeste de la capital francesa. Con una cuerda robusta, varios operarios suben una plataforma de metal hasta el último piso. La maniobra parece peligrosa, principalmente para los peatones que pasan justo por debajo: “¡Atención que no os caiga en la cabeza!”, advierte, medio riendo, una vecina, que se aleja para evitar su propio augurio. Son las diez y media de la mañana de un viernes y la escena, muy rudimentaria antes de la crisis sanitaria, es extraordinaria en este segundo confinamiento decretado en Francia desde este viernes y que tiene que durar, al menos, hasta el 1 de diciembre.

A diferencia del confinamiento de marzo, las empresas de construcción pueden continuar trabajando esta vez. Y, de rebote, sus proveedores también. Esto incluye los comerciantes de ferretería, suministros industriales y bricolaje. De hecho, el presidente Emmanuel Macron ha instaurado un confinamiento más permisivo para este otoño, que se prevé largo y pesado, con la amenaza terrorista in crescendo planeando sobre el país.

Lejos de las grandes avenidas de la capital, en este barrio hay bastante movimiento a pesar del cierre de restaurantes. “Tendré que volver a hacerme la comida en casa”, se lamenta un parroquiano de Las Mésanges, un establecimiento muy frecuentado por los vecinos del distrito 20. La plazoleta donde se encuentra “da cosa de verla tan vacía de gente”, dice. Este cierre también se nota a la Rue Belleville, donde se concentran buena parte de los restauradores asiáticos. Ahora solo se ven los grafitis de las persianas, como si se tratara de una ruta de arte urbano. Los que quieren, pueden y les sale a cuenta, empiezan a prepararse para ofrecer comer para llevar.

Por lo demás, esta periodista se cruza con todos los casos permitidos por el gobierno francés para poder salir a la calle con la pertinente autorización: hay quién va a hacer la compra, quien hace deporte, quien pasea el perro o bien quien se pasea esencialmente a sí mismo. En esta ocasión, el uso de la mascarilla ya está totalmente inculcado en la sociedad. De hecho, muchos se toman este semiconfinamiento con resignación y filosofía, a pesar de que reconocen que les ha mermado la moral, principalmente a los sectores más afectados.

Tiendas cerradas, escuelas abiertas

Es el caso de las librerías, que durante cuatro semanas sólo podrán ofrecer el servicio de recogida. “Entre septiembre y diciembre es cuando tenemos más ventas”, deplora Léa, de Le Genre Urbain. “Nos hemos tenido que organizar en 24 horas”, añade, a pesar de que reconoce que tenían la experiencia del primer confinamiento. Han instalado una mesa en la entrada de la tienda. Desde allá los clientes pueden recoger sus pedidos que han hecho a través de internet. En solidaridad con el gremio, un alud de lectores arrasaron buena apart del stock de la librería jueves, en vistas al cierre.

Otro punto diferencial de este reconfinamiento, muy apreciado por los padres y madres, es que los niños podrán ir a la escuela el lunes, cuando vuelvan de las vacaciones de Todos los Santos. Esta es otra de las novedades de este segundo confinamiento en Francia. “Me facilitará mi jornada, estaré más tranquila y me podré quedar más rato en la librería”, admite Léa. Esta vez no cierran ni las guarderías, ni las escuelas ni los institutos. Los universitarios, en cambio, tendrán que seguir las clases en línea.

Peor lo tienen los floristas. Aprovechan estos días para vender tanto como pueden. El gobierno les ha permitido abrir, excepcionalmente, hasta el domingo, día de Todos los Santos, una celebración importante para su salud económica. Algunas floristerías, como Madame Juliette, al lado del metro Jourdain, han rebajado el precio de las plantas para no tener que quedárselas en stock, puesto que se trata de un producto más bien frágil y al cual se tiene que dedicar tiempo. Considerado como un comercio no esencial, las floristerías no podrán abrir el lunes. La propietaria explica, sin embargo, que los clientes podrán encargar flores por teléfono e irlas a buscar por las mañanas, a pesar de que ella misma reconoce que “no es lo mismo”. París será, sin duda, algo más gris. Y no solo por las flores.

stats