Países Bajos

El Parlamento holandés reprueba a Rutte y le complica la reelección como primer ministro

El mandatario ha sobrevivido a la moción de censura y podrá continuar negociando para formar un nuevo gobierno

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El primer ministro neerlandés en funciones, Mark Rutte, este viernes de madrugada en el Parlamento

SabadellMark Rutte ha superado este viernes de madrugada, no sin dificultades, un trance que podría haber acabado con sus aspiraciones de revalidar el cargo de primer ministro de los Países Bajos por cuarto mandato consecutivo. El líder neerlandés ha sido reprobado por el Parlamento (incluidos sus tres socios de gobierno en la pasada legislatura), pero ha conseguido superar la moción de censura presentada contra él y, por lo tanto, podrá continuar negociando la formación de un nuevo ejecutivo con él al frente.

En una sesión parlamentaria que se ha alargado 15 horas, Rutte ha tenido que hacer frente a una moción de reprobación y a una moción de censura, las dos motivadas por el hecho de haber mentido en la cámara sobre el desarrollo de las negociaciones para la formación del nuevo gobierno. El primer ministro negó que hubiera planteado otorgar algún cargo a un diputado democristiano crítico con el anterior gobierno, pero finalmente tuvo que admitir que sí que se había hablado. Esto contraviene el estricto protocolo de este proceso de negociación, según el que no se pueden poner nombres sobre la mesa hasta el último momento.

Dos mociones

La moción de reprobación, que cuestionaba el comportamiento de Rutte pero no su futuro como líder del ejecutivo, recibió el apoyo unánime de toda la oposición y también de la formación progresista D-66 y las democristianas CDA y CU, los tres socios con quienes el partido del primer ministro, el liberal VVD, formaba la actual coalición de gobierno y que son los más bien situados para volver a pactar. En cambio, estas tres fuerzas se opusieron a la moción de censura que había presentado el ultraderechista PVV (el partido liderado por el islamófobo Geert Wilders), que sí que recibió el voto favorable de toda la oposición, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. Rutte superó esta votación por 78 votos a favor y 72 en contra. Si lo hubiera perdido, habría tenido que dejar el cargo de primer ministro en funciones y se habría quedado sin opción de liderar el futuro ejecutivo, a pesar de haber ganado cómodamente las elecciones del 17 de marzo.

De todos modos, este episodio amenaza con complicarle igualmente la reelección. “Mi confianza en él está muy dañada, y es su culpa. Si yo estuviera en lugar, me iría", ha dicho, después de la votación, Sigrid Kaag, la líder de D-66, que salió reforzada de los comicios habiendo pasado de 19 a 24 escaños, y se convirtió así en segunda fuerza.

Rutte, por su parte, se disculpó ante los diputados y aseguró que no había mentido, sino que recordó "mal los hechos". A pesar de haber sido reprobado, el primer ministro dejó claro que no se irá, pero añadió: "He escuchado el mensaje de la cámara y haré todo lo posible para recuperar su confianza. La confianza es una cosa que te tienes que ganar cada día".

Negociación polémica

La polémica estalló el 25 de marzo, cuando una de las dos diputadas que habían sido escogidas por el Parlamento para hacer de mediadoras en el proceso de formación del nuevo gobierno (tal como marca la legislación holandesa) abandonó la cámara deprisa y corriendo después de saber que había dado positivo por covid-19. Con las prisas, no se dio cuenta que los papeles que llevaba en la mano dejaban a la vista algunas de las anotaciones que había hecho, entre las cuales una que hacía referencia a dar un cargo "en alguno otro lugar" a Pieter Omtzigt, un diputado de la CDA que, a pesar de que su partido apoyaba al anterior gobierno, se había mostrado muy crítico con la gestión de Rutte. De hecho, sus presiones fueron claves para la dimisión en bloque del ejecutivo una vez se destapó el escándalo racista que puso fin al anterior mandato.

Estos apuntes parecían indicar que Rutte pretendía apartar a Omtzigt del Parlamento (o, incluso, destinarlo al extranjero) para alejar una voz crítica, lo que ha sido calificada por el diputado como "una ofensa a los votantes holandeses".

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