¿Es el fin político de Boris Johnson?

Los escándalos del Partygate en Downing Street durante los confinamientos agotan el crédito político del 'premier'

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Boris Johnson, primer ministro británico

LondresCrisi política con tintes de comedia de humor (británico, claro: de Monty Python, Mr. Bean o Benny Hill). ¿Downing Street y Whitehall convertidos en una especie de club nocturno del Soho de Londres? Las noticias de las fiestas con alcohol en la oficina del primer ministro y otros departamentos del gobierno se suceden una por una sin tiempo para digerirlas. ¿Es el fin político de Boris Johnson?

El pasado miércoles, en los Comunes, el líder laborista, Keir Starmer, le dijo que "ha llegado al final del camino". Instantes antes, el premier se había disculpado con la boca pequeña por asistir, "25 minutos", a una fiesta en el jardín de Downing Street el 20 de mayo del 2020, a pesar de que "creía que era un evento de trabajo, que técnicamente podía encajar dentro de las reglas" anticovid. El Reino Unido vivía entonces el más duro de los confinamientos para combatir la pandemia.

Este viernes Downing Street se ha vuelto a disculpar. Excepcionalmente, lo ha hecho con el Palacio de Buckingham. El Daily Telegraph había publicado horas antes otro capítulo del culebrón que ya se conoce como Partygate, las fiestas –hay noticias de al menos once– celebradas desde el inicio de la emergencia sanitaria, y presuntamente rompiendo las reglas que el mismo gobierno imponía a sus ciudadanos.

Las informaciones de hoy eran simbólicamente más graves que las anteriores, a pesar de que en esta ocasión, el 16 de abril del 2021, Johnson no participó. Porque las dos nuevas fiestas de las que se informaba tuvieron lugar la noche antes del funeral del marido de la reina, el duque de Edimburgo. Alcohol y música hasta bien tarde, también en el jardín de Downing Street, cuando al día siguiente Isabel II apareció sola, con una mascarilla, en la capilla del castillo de Windsor para una ceremonia con treinta asistentes, sin la pompa ni las circunstancias ni las multitudes que habría habido en un contexto de normalidad.

La opinión pública ha castigado la percepción y las pruebas del desmadre, un patrón de conducta, con las peores encuestas para los conservadores desde el 2015. Once puntos de diferencia con los laboristas.

El simbolismo de la última fiesta

¿Está muerto políticamente, pues, el premier, cuando hace poco más de dos años logró un gran triunfo electoral, en el que consiguió incluso llevarse el cinturón rojo del rojo de Inglaterra, tradicional feudo laborista? "[El Partygate] es políticamente muy serio para Johnson porque, a diferencia otras veces, el mismo Johnson y sus asesores están implicados directamente. Y potencialmente puede haber mentido al Parlamento", dice el profesor de la Universidad Queen Mary de Londres, Tim Bale, autor de diferentes libros sobre el Partido Conservador. Constitucionalmente, mentir en la Cámara de los Comunes supone, en la tradición británica, dimitir. Bale también destaca el "gran simbolismo" de la información sobre las dos fiestas la noche antes del funeral real. "El personal de Downing Street bebió alcohol hasta primera hora [de la madrugada] en dos fiestas de despedida la noche antes del funeral con distancia física del príncipe Felipe", decían las primeras líneas de la información publicada por elTelegraph, que continuaba: "El ataúd del príncipe estuvo toda la noche en una capilla privada del castillo de Windsor. El día siguiente, la reina, con la cara cubierta por una mascarilla negra, se despediría de quien había sido su marido a lo largo de 73 años. Con las normas de distanciamiento físico vigentes, se sentó sola".

Desde este punto de vista, la respuesta a la pregunta clave es que sí. Johnson ha llegado al final del camino. La cuestión es saber cuándo marchará o cuándo lo echarán: si en días, semanas o meses, entre mayo y julio, una vez se hayan celebrado las elecciones municipales. Entre los tories la tradición sugiere que los regicidios tienen lugar cuando son más convenientes. Ya lo hicieron en 1990, con Margaret Thatcher, y en 2019, con Theresa May. Entonces, los recambios –John Major y Boris Johnson– ganaron las siguientes elecciones: 1993 y 2019. Pero la diferencia ahora es que ni Johnson ni el partido tienen el control sobre los acontecimientos. Y están expuestos a más filtraciones. Sin ir más lejos, esta misma tarde el Telegraph vuelve a informar de otra fiesta. Ahora en el Cabinet Office, el equivalente al ministerio de la Presidencia. La antigua directora general de la unidad responsable de elaborar las restricciones anticovid fue objeto de una celebración de despedida, con consumo de alcohol incluido, poco antes de la Navidad del 2020 mientras el país también vivía bajo restricciones draconianas .

El fantasma de la mentira

Johnson tampoco controlará la reacción de sus diputados una vez lean el informe sobre los escándalos que está elaborando una alta funcionaria de la administración, Sue Gray. Se podrá conocer en una semana o diez días y el contenido podría precipitar los acontecimientos, en especial si Gray pone negro sobre blanco que Johnson mintió al Parlamento cuando el 8 de diciembre dijo, a raíz de la primera información sobre una fiesta, que "nunca se han roto las reglas en Downing Street". Pero él mismo lo hizo, como admitió el pasado miércoles en el Parlamento, pese a la excusa de que "creía que era un acontecimiento de trabajo".

No hay todavía un recambio claro, sin embargo. Y no se puede asesinar al rey sin saber en qué cabeza nueva hay que poner la corona. Sea como fuere, la percepción de un gobierno que ya dura demasiado, desde el 2010, la sensación de arrogancia que transmite la cultura del "Haced lo que yo diga, no lo que yo haga", hace pensar que las luces de la fiesta ya se han apagado para un Boris Johnson que vive en tiempo de descuento.

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