Putin marca nuevas líneas rojas en los mares Negro, Báltico y Caspio y en el océano Ártico
El presidente ruso advierte a Occidente de que la armada rusa recibirá en los próximos meses los nuevos misiles de crucero hipersónicos Tsirkon
BarcelonaEl presidente ruso, Vladímir Putin, ha marcado hoy nuevas líneas rojas a Occidente en los mares Negro y Báltico y en el océano Ártico, con la aprobación de una nueva doctrina naval, influida por los cambios geopolíticos provocados por la campaña militar rusa en Ucrania. "Los intereses nacionales de Rusia como gran potencia marítima se extienden a todos los océanos y al mar Caspio", señala el documento firmado por Putin en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo con ocasión del Día de la Armada. Gracias a esta doctrina, Rusia recibirá en los meses próximos los nuevos misiles de crucero hipersónicos Tsirkon, que “no tienen análogos en el mundo” y que superan hasta nueve veces la velocidad del sonido con un alcance prácticamente ilimitado. Putin ya anunció en 2018 un programa de rearme con armas hipersónicas.
La nueva doctrina naval tiene en cuenta los dramáticos cambios geopolíticos causados por la campaña militar rusa en Ucrania. Rusia no acepta injerencias en sus asuntos en el Ártico, el Caspio o el mar de Ojotsk (Pacífico), los mares Negro y de Azov (arrebatado a Ucrania), el Báltico, las islas Kuriles (cuya soberanía reclama Japón), el Mediterráneo oriental y los estrechos que llevan a Asia y África. "Hemos marcado abiertamente las fronteras y zonas de los intereses nacionales de Rusia, tanto los económicos como los estratégicos. Garantizaremos su defensa de manera firme y por todos los medios", afirma el mandatario.
El documento, de 55 páginas, permitirá a Moscú ampliar su potencial naval, puesto que se agilizará la movilización de los recursos a cargo de la armada, lo cual incluirá los barcos civiles y sus tripulaciones, además del uso de las infraestructuras marítimas en tiempos de guerra. Rusia tiene cerca de 40.000 kilómetros de costa.
Estados Unidos, la mayor amenaza
El proyecto demuestra la ambición de Moscú de ser una “gran potencia marítima” y señala como amenaza principal a su seguridad tanto “la política estratégica de Estados Unidos de dominar los océanos del mundo” como la expansión de la OTAN cada vez más cerca de las fronteras con Rusia. También marca el océano Ártico como área de particular importancia. Estados Unidos acusa desde hace años al Kremlin de tratar de militarizar esta zona.
Por todo esto, Rusia también se propone acelerar y diversificar las actividades en aguas árticas desde los archipiélagos de Nueva Zembla, la Tierra de Francisco José y Svalbard (de soberanía noruega), a la isla de Wrangel. Una de las prioridades rusas es convertirse en uno de los líderes en la exploración y explotación de los recursos del territorio ártico, especialmente de la plataforma continental rusa, a la cual aspiran otros países como EE.UU., Canadá, Noruega o Dinamarca.
Del Mediterráneo al Pacífico
En su discurso en San Petersburgo, el dirigente ruso también ha conectado pasado y presente alabando al fundador de la ciudad en el siglo XVIII, Pedro el Grande, porque convirtió Rusia en un imperio con una poderosa armada con salida al Báltico, incrementando así su estatus mundial. Putin, pues, no esconde sus ambiciones de grandeza en plena ofensiva de las sanciones de Occidente.
Para evitar esta penalización, Moscú ha anunciado también planes para crear bases navales y centros de abastecimiento desde el Mediterráneo oriental hasta la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el golfo Pérsico. En cuanto al Mediterráneo, además de garantizar su presencia permanente en el puerto de Tartus, en Siria, Moscú quiere abrir centros de mantenimiento naval "en territorio de otros países de la región", incluidos África y el Próximo Oriente.
En concreto, la doctrina destaca el interés por incrementar la cooperación militar-naval con India, Irán, Arabia Saudí e Irak. Rusia intenta desde hace años encontrar alternativas estratégicas a sus tradicionales socios europeos. La armada rusa, que abandonó en 2001 su base en Cuba (Lourdes) y en 2004 la de Vietnam (Cam Ranh), retomó en 2008 las patrullas por todo el mundo, incluyendo las zonas de responsabilidad de la OTAN.