Redes sociales y vídeos virales: las otras armas en el conflicto de Ucrania

Las campañas de rumores y desinformación del Kremlin han hecho reaccionar a Washington y Bruselas

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Una imagen de satélite muestra tiendas militares y un hospital de campaña a la frontera de Bielorrusia con Ucrania.

Bruselas"El rumor, difundido con el objetivo de confundir al enemigo, puede valer muchas divisiones y muchos escuadrones de aviones". Es una reflexión de Ronald Turnbull, agregado de prensa de la embajada británica en Copenhague, al director de propaganda extranjera del ministerio de Información, Ivone Kirkpatrick, en 1940. La recogía la periodista de este diario Sílvia Marimon en una reseña sobre el libro Rumors en guerra. Desinformació, internet i periodisme (A Contravent) de Marc Argemí, en el que se analizan las mentiras que el Reino Unido difundió en la Segunda Guerra Mundial. Los rumores y las mentiras ya fueron entonces utilizados como una poderosa arma bélica. Ahora su efecto se ha multiplicado.

Como bien decía el presidente Joe Biden esta semana, "cuando rusos y americanos empezamos a dispararnos los unos a los otros, esto ya es una guerra mundial". Por ahora, se están haciendo todos los esfuerzos para evitarla, pero lo que ya hace meses que se produce es una intensa batalla global de la información, como la que describe Argemí, a la que internet da una dimensión que Turnbull entonces no podía imaginarse.

El Kremlin hace años que explota al máximo internet y las redes sociales como una herramienta desestabilizadora para Occidente, y en el conflicto de Ucrania se ha intensificado especialmente desde finales del año pasado. Las autoridades europeas y norteamericanas han sido más reactivas que activas a la hora de gestionar este frente de batalla, pero han ido ganando conciencia de la importancia de contrarrestar la fábrica de rumores de Moscú. El Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea, que encabeza el jefe de la diplomacia Josep Borrell, ha reforzado la división dedicada a luchar contra las fake news que se creó en 2018 y los últimos días ha desplegado esfuerzos para desmentir la campaña desinformativa que Rusia ha ido tejiendo para crear la atmósfera que provoca que ahora estemos hablando del riesgo de invasión.

Josep Borrell y Serguei Lavrov, ayer en Moscú.

Así, según un análisis del pasado jueves de la brigada antidesinformación, EUvsDisinfo, los medios pro Kremlin han seguido alimentando la tensión en Ucrania a pesar de que simultáneamente el presidente Vladímir Putin haya estado formando parte de las conversaciones diplomáticas al más alto nivel con Occidente asegurando que no habría invasión. Así, este portal recoge toda una serie de noticias de medios como Sputnik o RT en los que se difundían afirmaciones como por ejemplo que la cadena pública internacional Deutsche Welle (DW) es una fuente de propaganda de la OTAN. Después de que Alemania negara la licencia de emisión a RT porque no se había renovado correctamente, Moscú replicaba cerrando la oficina de DW en el país.

Financiar a neonazis

Este es solo un ejemplo reciente, pero según han detectado también centros de estudios especializados como Alliance for Securing Democracy del German Marshall Fund o el propio departamento de Estado norteamericano, desde finales de noviembre de 2021 Rusia esparce noticias como por ejemplo que Occidente está financiando a neonazis en Ucrania para que ataquen a Rusia o incluso que decenas de miles de soldados de la OTAN ya hace tiempo que están sobre el terreno. A grandes rasgos, se construye un relato en el que Kiev, Bruselas y Washington son los responsables de la situación actual, se sitúa a Ucrania como el foco del peligro, se acusa a Occidente de "rusofobia" y se vende el proyecto Nord Stream 2 como la única manera de resolver la crisis energética de Europa.

"Encuestas del Levada Center demuestran que casi la mitad de los rusos culpan a los Estados Unidos y la OTAN de la actual escalada y alrededor de un 4% culpan a Rusia", dice la brigada anti fake news de la UE, que añade que "estas actitudes son fruto de la labor rusa de tejer una red de medios controlados por el estado que ha cultivado el mito de una Rusia rodeada".

Pero desde Occidente también hace meses que se incrementan esfuerzos para contrarrestarlo y se intentan denunciar públicamente estos rumores o, incluso, permitir que trascienda que el presidente francés, Emmanuel Macron, desconfía tanto del Kremlin que se negó a hacerse una PCR para que Rusia no tuviera su ADN. "En el pasado, los Estados Unidos se habían visto atrapados por las operaciones de información rusas. Exponer las tramas rusas en streaming parece ser una respuesta eficaz, a pesar de que hacerlo genera preocupaciones para exponer las "fuentes y métodos" de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos, y los periodistas cuestionan si se puede confiar en las afirmaciones del gobierno", explicaba el pasado jueves el investigador Max Bot del Council donde Foreign Relations en un artículo en el que describe algunos ejemplos, como cuando el 3 de febrero Washington destapó un "plan ruso para filmar un ataque falso a rusoparlantes en el este de Ucrania para elaborar una justificación para una invasión".

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