La tensión por Ucrania se traslada a los gasoductos

Rusia dice que la respuesta de los Estados Unidos no es "positiva", pero se da tiempo para seguir hablando

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La infantería rusa hace ejercicios en la región de Rostov

MoscúAlemania y los Estados Unidos han amenazado este jueves con cortar el Nord Stream 2, un gasoducto de nueva construcción que tiene que conectar directamente el país germánico con Rusia a través del mar Báltico si las tropas rusas invaden Ucrania. El mismo día Gazprom ha anunciado que el mes de febrero no enviará gas por el gasoducto de Iamal, el que envía hidrocarburos a Polonia y Alemania. El gigante del gas, mayoritariamente de propiedad estatal, ha asegurado que lo hace ciñiéndose a las obligaciones contractuales.

Berlín ha elevado la presión sobre Rusia cuando la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, de los Verdes, ha dicho en el Bundestag que están preparando "un fuerte paquete de sanciones", con la UE y los Estados Unidos, que "incluye el Nord Stream 2" si Vladímir Putin da la orden de atacar Ucrania. Los Verdes siempre han defendido que el gasoducto tendría que entrar en las sanciones occidentales, y sus declaraciones llegaban horas después de que el departamento de Estado de los Estados Unidos asegurara que el gasoducto no tiene que entrar en funcionamiento si se produce la invasión.

La dependencia de Europa del gas natural –un recurso del que Rusia es el mayor exportador mundial– permite al Kremlin tener una herramienta para hacer presión a otros países y contraatacar las sanciones. El Consejo de la Federación Rusa ya avisó a Occidente de que si se expulsa a los bancos rusos del sistema SWIFT, contraatacarían cortando el grifo del gas en Europa. Esta amenaza ya la han usado también contra Moldavia recientemente, por malentendidos en los pagos. El pequeño país, situado entre Ucrania y Rumanía, depende totalmente de las exportaciones rusas para recibir hidrocarburos.

Guerras del gas

Entre 2005 y 2008 Europa Oriental ya vivió algunos inviernos con problemas de suministro, en algunos casos. Esta situación afectó principalmente a Ucrania, pero también hizo menguar el gas que llegaba a países como Hungría, Rumanía, Bulgaria e Italia, entre otros, puesto que el gigante eurasiático bombea cerca de un tercio del gas natural de Europa. La dependencia energética de Europa tiene un precio.

Berlín ya se procuró el Nord Stream 2, una infraestructura que nutriría a Alemania directamente sin pasar por ninguno otro país. De este modo evita que la afecten los problemas de Moscú con sus países fronterizos y duplica la cantidad de gas que llega. Este gasoducto no está bien visto por países como Ucrania y Polonia. A pesar de que su construcción ya se ha acabado, se está a la espera de que las autoridades alemanas le den luz verde, cosa que como mínimo tardará medio año. Para que se ponga en funcionamiento se espera que se certifique que la instalación cumple con la legislación alemana.

Actualmente, los que se verían más afectados por el cierre del suministro de gas serían estados como los países bálticos o Bulgaria, que dependen al 100% de Rusia, mientras que otros como por ejemplo Italia se verían perjudicados en menor medida porque tienen alternativas. Si se cortara el gas, otros países comunitarios que no reciben el gas ruso, como por ejemplo España, podrían también sufrir una subida de precios. Los Estados Unidos ya se han ofrecido a vender su gas natural a Europa si Rusia finalmente cumpliera la amenaza. Para Rusia también sería un revés dejar de recibir los ingresos del gas durante mucho tiempo, puesto que es una de sus exportaciones más importantes, y la UE su mayor socio comercial.

¿Hacia la calma?

Mientras las amenazas del gas cruzan de parte a parte el Viejo Continente, Rusia y los Estados Unidos intentan rebajar la tensión para llegar a una solución diplomática. El miércoles por la noche el embajador estadounidense John Sullivan llevó en persona la respuesta a las peticiones del Kremlin. El secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, aseguró que la respuesta norteamericana “establece un camino diplomático si Rusia quiere”. También recordó, haciendo clara referencia a Kiev, que “la puerta de la OTAN sigue abierta".

La réplica del Kremlin no se ha hecho esperar y este jueves el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov, ha asegurado que “ha habido una reacción que nos permite el inicio de una conversación seria, pero sobre cuestiones secundarias”, aunque concluye que sobre los asuntos principales –la adhesión de Ucrania a la OTAN, la expansión de la alianza militar hacia el este y el despliegue de armas de ataque que puedan llegar a Rusia– “no hay una reacción positiva”. Los temas en los que hay más entendimiento han sido la limitación de armas nucleares y de los ejercicios militares. Otro de los rostros conocidos de la política rusa, Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, ha sentenciado que “no hay muchos motivos para el optimismo", pero ha aclarado que "no importa lo diametralmente opuestos que sean nuestros puntos de vista, el diálogo es necesario siempre”.

Mientras en la capital rusa se dice esto, en las regiones rusas cercanasa Ucrania, incluida la península de Crimea –controlada por Rusia–, se concentran cerca de 100.000 tropas rusas, como también hay efectivos rusos en Transnistria, un país no reconocido internacionalmente aliado de Moscú, y en Bielorrusia, supuestamente para realizar ejercicios militares conjuntos. Este tipo de maniobras conjuntas son habituales, puesto que Minsk es un aliado muy cercano a Rusia.

En el otro lado, Kiev está recibiendo armamento enviado principalmente por los Estados Unidos y Reino Unido. El ejército ucraniano está desplegado en el este del país, donde lleva desde el año 2014 luchando con los rebeldes pro rusos de las autoproclamadas Repúblicas Populares del Donetsk y Lugansk. Aun así, ambos bandos optaron por mantener un alto el fuego en la zona este del país mientras duren las conversaciones de paz en el Formato de Normandía, que volverán a reunir a representantes de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania.

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