El cambio de estrategia de Trump en Ucrania preocupa a los hombres de Putin

El presidente de Estados Unidos amenaza a Moscú con entregar misiles Tomahawk a Volodímir Zelenski

El presidente Vladimir Putin reunido con la élite militar rusa en San Petersburgo.
14/10/2025
3 min

MoscúCansado de que Vladímir Putin le prometa la paz en privado y después predique la guerra, Donald Trump hace días que ha pasado de la seducción a la coerción con el Kremlin. Una coerción errática y tímida, pero que ha vuelto a ejercer en las últimas horas envalentonado por el éxito de mediación en Gaza. El presidente de Estados Unidos quiere poner la directa y colgarse una nueva medalla de pacificador. Por eso ha amenazado nuevamente con enviar a Volodímir Zelenski misiles de largo alcance Tomahawk, de fabricación estadounidense, si el dirigente ruso no se aviene a negociar un alto el fuego en Ucrania.

"¿Les gustaría que los Tomahawk volaran en dirección hacia ellos [Rusia]? ¿No lo creo. Si la guerra no se detiene… quizás lo haremos o quizás no", ha advertido Trump en una de las habituales bravatas queridamente dubitativas. Sea como fuere, se trata de la amenaza más contundente hasta ahora del líder de la Casa Blanca sobre la posibilidad de armar a Ucrania con misiles capaces de dispararse a 2.500 kilómetros de distancia y golpear a la Rusia profunda.

El aviso de Trump tiene lugar después de conversar dos veces con Zelenski durante el fin de semana y de invitar al dirigente ucraniano a Washington este viernes, según el Financial Times. Zelenski confía en que el presidente estadounidense "utilice los mismos instrumentos que en Oriente Próximo" para presionar a Moscú y que la perspectiva de que Kiiv disponga de misiles de crucero de gran precisión empuje a Putin a negociar en serio.

Disuasión y amenazas desde Moscú

El Kremlin comienza a mostrar síntomas de preocupación por el cambio de estrategia de Trump y despliega la retórica disuasoria clásica. Después de que Putin afirmara que el envío de misiles Tomahawk supondría "una nueva etapa de escalada cualitativamente distinta", este lunes su portavoz, Dmitri Peskov, ha remarcado que Ucrania no podría utilizar estas armas sin la ayuda de especialistas estadounidenses, dando a entender que Estados Unidos se implicaría más a fondo.

Más duro ha sido Dmitri Medvedev, expresidente ruso, que ya se las ha tenido en varias ocasiones con el líder de la Casa Blanca en la red y que no pierde la ocasión de marcar perfil radical. El actual vicepresidente del Consejo de Seguridad ha vuelto a agitar el espantajo nuclear asegurando que "la entrega de estos misiles podría acabar mal para todos, sobre todo para el propio Trump". El motivo, a su juicio, es que no se puede distinguir si un Tomahawk lleva incorporada o no una ojiva nuclear mientras vuela.

En las últimas horas Moscú ha vuelto a tratar de apaciguar al presidente estadounidense con halagos, tras constatar que las declaraciones de miembros del gobierno ruso dando por estancadas las negociaciones con Estados Unidos habían provocado la peor caída de la bolsa de Moscú desde septiembre de 2022. diera el Nobel de la Paz a Trump lamentando que el comité a menudo premia a "personas que no han hecho nada por la paz". Aparte, los dos hombres fuertes del Kremlin en las negociaciones con los estadounidenses, Yuri Uixakov y Kirill Dmítriev, han pasado a la ofensiva defendiendo los resultados de la cumbre de Alaska entre presidentes. Unas maniobras que, a juzgar por la reacción de Washington, no funcionaron.

El miedo del Kremlin

El principal miedo de Moscú es que Kiiv utilice los misiles de largo alcance para redoblar la campaña de ataques contra las instalaciones petroleras rusas, que está poniendo en jaque los suministros de gasolina en varias regiones del país. Este lunes los servicios especiales ucranianos han hecho estallar el terminal de petróleo de Feodosia, en Crimea, por tercera vez en dos semanas.

Zelenski insistía, en una entrevista en Fox News, que los Tomahawk se utilizarían "exclusivamente" contra objetivos militares rusos. Los expertos militares occidentales admiten que la entrega de este armamento a Ucrania "marcaría la diferencia", pero dudan de que el ejército ucraniano tenga forma de utilizarlos. Según el analista Dara Massicot, Kiiv no dispone de los barcos y submarinos desde los que se disparan los misiles de este tipo y tiene muy pocos sistemas de lanzamiento terrestre.

Trump parece más interesado en jugar el as del Tomahawk como última carta de negociación, habiendo comprobado que el ultimátum coercitivo le ha funcionado a Gaza, que al dar un paso decidido hacia la confrontación militar con Rusia. No es casual que el propio presidente haya vuelto a reiterar que Estados Unidos no vendería directamente los misiles en Ucrania, sino que sería la OTAN que podría darles suministro, previo pago a la Casa Blanca.

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