La estrategia de Zelenski para hacer colapsar a la industria petrolera rusa
Olas de drones ucranianos contra refinerías han dejado sin gasolina a miles de rusos y han disparado los precios del combustible
MoscúLos ataques ucranianos contra instalaciones petrolíferas rusas se han convertido en casi diarios. Desde principios de agosto oleadas de drones castigan a las principales refinerías del país y han provocado una crisis inédita: precios de la gasolina disparados, estaciones de servicio cerradas, colas para poner gasolina y cupones de racionamiento, que se han convertido en elementos cotidianos para unos ciudadanos a los que cada vez les cuesta más ignorar que están en guerra.
Éste es uno de los objetivos de Volodímir Zelenski: que los rusos se sientan también víctimas del conflicto. Según el presidente ucraniano, "los incendios en las refinerías y en los terminales de exportación de petróleo son las sanciones más efectivas". Kiiv apunta sobre todo a las plantas que producen carburante para la demanda interna, pero también ha empezado a impactar en los puertos desde los que Rusia envía crudo al extranjero, fundamental para su economía.
Según explica al ARA el experto en energía estadounidense Thomas O'Donnell, esta campaña cuenta con el visto bueno de Washington. Tras constatar la negativa de Vladimir Putin a acordar la paz, Donald Trump habría dado luz verde a Zelenski para que golpeara a Rusia donde más daño le puede hacer. Así se explicaría que, desde finales de agosto, Ucrania haya atacado por primera vez a dos de los tres principales terminales rusos de petróleo. Asimismo, tomaría sentido la obsesión del líder de Estados Unidos para que los países de la OTAN detengan por completo la compra de hidrocarburos en Moscú como condición para imponerle sanciones, interpretada desde Europa como una nueva maniobra de contemporización de la Casa Blanca frente al Kremlin. "Para Rusia, exportar es una cuestión existencial; Putin está acorralado", asegura el profesor.
Ataques a la Rusia profunda
En los últimos meses los servicios secretos ucranianos han atacado a casi dos terceras partes de las 38 principales refinerías. Han logrado impactar cinco veces contra la central de Riazán, cerca de Moscú, una de las que más gasolina produce, y esta semana han dañado la planta de Tiumén, en Siberia, a 2.100 kilómetros de la frontera ucraniana, en el ataque de mayor alcance por parte de un dron kamikaze desde el inicio de la invasión.
SegúnKommersante, las instalaciones paralizadas por las acciones de Kiiv concentran un 20% de la capacidad de refino de todo el país y han provocado una caída del 10% de la producción total de combustible. La ola de aparatos no tripulados contra la industria petrolera rusa empezó en plenas vacaciones de verano y coincidiendo con la época de cosecha, el momento del año de mayor demanda de gasolina. Los precios de los carburantes se dispararon en bolsa y, enseguida, la crisis se trasladó al mercado minorista, donde siguen encaramados.
Como resultado, muchas gasolineras han tenido que cerrar. La empresa de análisis OMT-Consult calcula que 360 establecimientos han tenido que bajar la persiana, un 2,6% de los cerca de 14.000 abiertos en toda Rusia. Donde más se están notando los problemas de suministro es en Crimea. En esta península ocupada, casi la mitad de los surtidores cortaron el grifo, las autoridades impusieron un límite de abastecimiento de carburante de veinte litros por persona al día y se repartieron cupones de racionamiento. En el sur de Rusia, también han cerrado un 14% de las gasolineras y, si bien por el momento se ha evitado que la crisis de abastecimiento llegue a Moscú, la escasez se ha hecho evidente en varias zonas del país.
Todo controlado, según el Kremlin
El Kremlin intenta rebajar la magnitud de la alarma y asegura estar tomando "las medidas necesarias". Por ejemplo, se ha prorrogado la prohibición de exportar gasolina hasta 2026 o se ha tenido que recurrir a las importaciones de combustible de países como China, Corea del Sur o Singapur. Zelenski ironizaba recientemente cuando aseguraba que ahora Rusia es "un país-gasolinera que no vende, sino que importa gasolina."
Sin embargo, los expertos rusos no creen que la situación derive en una crisis económica. "Es improbable un colapso total de la economía rusa a corto plazo, pero los riesgos son reales y crecientes", afirma en el ARA Kazi Sohag, investigador de la Universidad Federal de los Urales. Según el profesor O'Donnell, la escasez de gasolina "exacerba problemas ya existentes" y afecta al transporte de mercancías o fábricas que funcionan con combustible.
El gobierno ruso ha fijado finales de octubre como fecha para eliminar las interrupciones en el suministro de gasolina, pero los especialistas no son tan optimistas. En su canal de Telegram Kíril Rodiónov escribe que es necesario "garantizar la plena seguridad" de las refinerías y "negociar la retirada de las sanciones" a la maquinaria. Ucrania no sólo golpea a un ritmo superior al de los operarios rusos a la hora de reparar los daños, sino que las sanciones dejan a Moscú sin el material necesario para reconstruir las plantas y volver a producir gasolina.