¿Quién es el general ruso caído en desgracia a quien Putin teme?
Ivan Popov, condenado por corrupción tras criticar a los mandos militares, es una figura popular entre los ultranacionalistas
Moscú"Vladímir Putin todavía sufre el síndrome postraumático de Prigojin y teme al ejército", explica el analista Vladímir Pastujov a Ekho FM. Este jueves un tribunal militar ha sentenciado el carismático general Ivan Popov a cinco años de cárcel por fraude y falsificación, además de degradarlo, en un caso con muchas sombras. Su encarcelamiento generó una ola de apoyo popular entre los blogueros de guerra, que ven en él a un verdadero defensor de la patria injustamente tratado, hasta el punto de que el presidente ruso no se atreve a enviarlo de nuevo a la guerra.
Popov, de 50 años, es un veterano de la segunda guerra de Chechenia y de la invasión rusa de Georgia del 2008. En julio del 2023 era el general del 58 ejército, encargado del frente de Zaporíjia, en plena contraofensiva ucraniana. Se le conocía como Espartaco por el liderazgo y el aprecio que le profesaban sus subordinados, a los que llamaba "gladiadores", y le habían ascendido y condecorado recientemente.
Entonces hacía un mes de la rebelión fallida de Evgueni Prigojin, que se había plantado a 200 kilómetros de Moscú al frente de los mercenarios de Wagner, desafiando a la autoridad de Putin. Popov hizo correr un mensaje de voz muy crítico con el jefe del estado mayor, Valeri Gueràssimov, abombando que le habían despedido por denunciar que muchas de las muertes en primera línea eran culpa de la falta de recursos. "Los oficiales superiores percibieron algún tipo de peligro en mí y, en un día, se inventaron una orden al ministro de Defensa, la emitieron y se deshicieron de mí", decía Popov en el audio.
El general fue inmediatamente enviado a Siria, en una práctica habitual con los mandos que decepcionan a Putin. A principios del 2024 regresó a Rusia, pero el 17 de mayo le detuvieron en medio de una purga en el ejército, que acabó también con la destitución de el anterior ministro de Defensa, Serguei Xoigú, a quien Popov también se había enfrentado. Le acusaban de haberse enriquecido con la venta de toneladas de metal destinadas a fortificaciones militares valoradas en más de un millón de euros, aunque sólo le han llegado a imputar directamente la sustracción de unos 10.000 euros.
Su arresto sublevó a la comunidad de blogueros ultranacionalistas y del entorno militar, que no se creyeron los cargos y empezaron una campaña para que la liberaran, convencidos de que se trataba de una conspiración para defenestrarle. Según el politólogo Pastujov, "es evidente que el caso es sólo un pretexto" y que "las cantidades que se le atribuyen son una miseria". Desde su punto de vista, la persecución se explica en buena parte por "la antipatía personal muy profunda" con Guerasimov, a quien molestaba su populismo.
El dilema de Putin
Popov siempre ha negado haber cometido ningún delito. En la declaración final ante el tribunal afirmó que "no había infringido la ley" y que "se había mantenido fiel al juramento, al pueblo y al comandante jefe supremo". Es decir, en Putin. Tanto es así que el 20 de marzo del 2025 le envió una carta pidiéndole que le readmitiera al ejército.
Su abogado llegó a anunciar que había firmado un contrato con el ministerio de Defensa para volver a luchar en Ucrania a cambio de que le suspendieran el proceso penal. Pero el destino era envenenado. Se le colocaba al frente de un destacamento formado por presos, que según los analistas militares se dedican fundamentalmente a ataques suicidas. Ahora bien, inesperadamente el gobierno frenó su traslado con el argumento inverosímil de que "no quedaban vacantes" para generales. El abogado ya ha anunciado que recurrirán la sentencia.
Para Pastujov, Putin se enfrenta al dilema de enviar a Popov a una muerte casi segura (podría decir que le ha matado un dron ucraniano) o arriesgarse a que sobreviva y se relance su popularidad. El analista apunta a que si en lugar de Prigojin el motín del 2023 le hubiera liderado alguien de dentro del ejército como Popov, las cosas habrían podido acabar diferente. "No tienen miedo en vano", concluye.