Ucrania

Prigojin reaparece en la cumbre Rusia-África en San Petersburgo

Putin promete 50.000 toneladas de cereales gratis en África para reforzar su influencia en la región

Jaume Portell
5 min
El presidente ruso, Vladimir Putin, con los líderes africanos en la segunda cumbre Rusia-África, en San Petesburgo, este 27 de julio de 2023.

BarcelonaEl líder de los mercenarios del Grupo Wagner, Evgeni Prigojin, ha reaparecido este jueves en Rusia, en concreto en San Petersburgo participando en la cumbre de líderes de África y Rusia presidida por el presidente ruso, Vladimir Putin. Supuestamente Prigojin había negociado con el Kremlin exiliarse en Bielorrusia después del golpe de estado fallido que protagonizó el 23 de junio. Este jueves, en cambio, se ha hecho pública en las redes una fotografía suya con el jefe de protocolo de la presidencia de República Centroafricana. El grupo paramilitar liderado por Prigojin está presente en muchos países de África, entre ellos la República Centroafricana, donde ofrece sus servicios a cambio de concesiones mineras y otros acuerdos económicos. El jefe de los Wagner también se ha entrevistado en San Petersburgo con representantes de Níger –el país que ha sufrido esta madrugada un golpe de estado militar– y de Mali, donde también tiene una fuerte presencia y sus tropas han sido acusadas por la ONU de cometer crímenes contra la humanidad.

"En San Petersburgo, los africanos que han resistido la intimidación occidental tienen la oportunidad de estar en la mesa de negociaciones del nuevo orden mundial", tuiteava la activista suiza-camerunesa Nathalie Yamb, una de las invitadas de la cumbre Rusia-África de este 2023, este jueves y viernes. Yamb se hizo conocida en las redes sociales en 2019, en Sochi, durante la cumbre anterior, y esta vez repite. Este encuentro está marcado por las bajas: si hace cuatro años acudieron a Rusia 45 jefes de estado africanos, en esta ocasión son 17. Moscú acusa a Occidente de haberlos intimidado.

Muchos países del continente hacen equilibrios entre Occidente y Rusia: deben dinero a acreedores occidentales, y en los próximos años tendrán que pagar o renegociar los vencimientos de sus deudas, pero también necesitan el trigo, el petróleo o el apoyo militar que les ofrece Moscú. Yamb acompaña su mensaje de una selfie con una de las figuras más destacadas de la reunión, Dilma Roussef. La expresidenta de Brasil preside ahora el Nuevo Banco de Desarrollo, la institución financiera de los BRICS. Este grupo de países, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, promueve un mundo multipolar más allá de Occidente, y el banco pretende ser una herramienta para conseguirlo: el capital inicial es de 100.000 millones, algo más de un 10% de lo que tiene la institución multilateral más conocida, el Fondo Monetario Internacional.

El cinturón del Sahel

Las bajas más destacadas son las de Nigeria, República Democrática del Congo y Kenia. Después de que Rusia suspendiera el 17 de julio el acuerdo que permitía la exportación del grano de Ucrania a pesar de la guerra, el presidente keniano William Ruto acusó a Moscú de haberlos “apuñalado por la espalda”. El precio del trigo, desde la ruptura, ha aumentado un 20% en los mercados internacionales. La diplomacia rusa insiste en un dato de la ONU: la mayoría de los cereales, durante el año de duración del acuerdo con Ucrania, acudió a los países más ricos, y apenas el 12% terminó en África. La cumbre ha comenzado, de hecho, con el anuncio del presidente ruso, Vladimir Putin, de un envío gratuito de hasta 50.000 toneladas a Burkina Faso, Zimbabue, Mali, Somalia, República Centroafricana y Eritrea. Asimismo, el Kremlin han seguido bombardeando las infraestructuras civiles que sirven para llenar de cereales los barcos del puerto de Odessa, desde donde se exporta al mundo.

“La seguridad alimentaria es el punto principal en la agenda. Los líderes africanos quisieran un mecanismo alternativo para acceder más fácilmente a los productos agrícolas rusos”, explica al ARA Ovigwe Eguegu, analista del think tank Development Reimagined. Este analista nigeriano recuerda que en la cumbre de Sochi, más allá de sus discursos, hubo pocos resultados concretos: el más tangible, una planta nuclear en Egipto, con una inversión de unos 20.000 millones de dólares.

Quienes sí han asistido a la cumbre son los líderes de las juntas militares de Mali y de Burkina Faso. Assimi Goïta acaba de aprobar una nueva constitución en Malí que reduce el rol del francés en la administración, y está cerca de Moscú: la seguridad de su país está en manos, en parte, del grupo de mercenarios Wagner. Estados Unidos acaba de sancionar a tres militares cercanos a Goïta acusándoles de “facilitar la expansión del grupo Wagner” en Mali; la junta ha respondido reivindicando su soberanía y capacidad de "elegir a sus aliados". Ibrahim Traoré, el jefe de estado más joven del mundo –35 años– después de un golpe de estado el pasado octubre, ha mostrado buena sintonía con los malienses, aunque niega la presencia del Grupo Wagner en su país. Ambos países se enfrentan a grupos islamistas insurgentes, y expulsaron a las fuerzas francesas de sus territorios, que siguen sin controlar por completo. Pocas horas antes de empezar la cumbre entre los jefes de estado africanos y Vladimir Putin, un golpe de estado en Níger ha tumbado a un gran aliado de Occidente en el Sahel, Mohamed Bazoum.

Más seguridad y política que economía

La huella de Rusia en el continente puede verse en Mali, República Centroafricana, Sudán y Libia, donde los mercenarios del Grupo Wagner han asegurado apoyo a sus aliados a cambio de concesiones mineras. Sin embargo, más allá de la seguridad, la huella económica de Moscú sigue siendo discreta: “Rusia busca reforzar las relaciones con varios estados africanos, pero en la mayoría de los casos el patrón de las relaciones es un enfoque en la seguridad y la política. Sería difícil ver a Rusia como un gran aliado económico o como una fuente de inversión extranjera”, explica Eguegu. Sin embargo, muchos líderes africanos creen que en Moscú pueden encontrar apoyo para dos de las grandes ambiciones del continente: tener un asiento en el G20 y conseguir una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, donde ahora mismo no existe ningún país africano. “Moscú también es una herramienta para deshacerse de la presión occidental”, añade Eguegu, que sigue: “Durante la guerra de Tigre, se presionó mucho al gobierno etíope, y Rusia fue uno de los pocos países no africanos que, a través de su ministro de exteriores, apoyó a Etiopía”. Abiy Ahmed, el primer ministro etíope, también está en San Petersburgo, y ha sido recibido personalmente por Vladimir Putin.

Uno de los grandes interrogantes es cómo afectará a los países africanos el choque entre el Grupo Wagner y el gobierno ruso de hace un mes, teniendo en cuenta la fragilidad interna de los estados que se han aliado con los mercenarios rusos. Tras el intento de golpe de Evgeni Prigojin, el enfriamiento de relaciones entre el Kremlin y los Wagner ha dejado algunas dudas sobre la mesa. Para Eguegu, la cumbre Rusia-África debería servir para reafirmar la separación de ambos contextos: “Nunca ha habido una división clara entre la política exterior rusa y las actividades del Grupo Wagner. En este caso, el estado ruso aseguró a sus socios africanos que un desacuerdo por Ucrania –con Wagner– no implicaba necesariamente un desacuerdo respecto a las actividades del grupo en África.” Y concluye: "Wagner ha tenido un rol que ha beneficiado a Moscú, y cualquier cambio en esta relación se iniciará desde Moscú". El escenario de que Wagner se convierta en una milicia fuera de control del Kremlin que actúe por su cuenta al servicio de líderes africanos sería más inquietante.

Corea del Norte muestra su arsenal en el ministro de Defensa ruso

Y mientras Putin recibía a los líderes africanos en San Petersburgo, se hacía pública la visita realizada ayer miércoles por el ministro de Defensa ruso, Sergei Xoigú, en Pyongyang, donde fue recibido por el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, que le va mostrar las nuevas armas del régimen. Los medios estatales norcoreanos se han hecho eco del encuentro y explicaban que ambos estados habían cerrado acuerdos en "cuestiones de preocupación mutua en el ámbito de la defensa y seguridad nacionales y en seguridad internacional", sin dar más detalles. La visita se produce, de hecho, después de que varias informaciones internacionales apuntaran que Corea del Norte puede estar suministrando armas a Rusia para la guerra de Ucrania.

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